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Lunes, 17 de Octubre

 

Después de todo lo que habían descubierto, Laura quería hablar con Maite, la secretaria de Lorenzo Blair. No la había visto más que un par de veces y de lejos, nunca había tratado con ella, por lo que pensaba que si iba directamente a su mesa a sonsacarle información recibiría la callada por respuesta. Así que, tenía pensado encontrarse con ella de forma que pareciera casual.

Gracias a Berta, sabía que una de las tareas que realizaba casi todas las mañanas, a primera hora, era ir a la fotocopiadora para imprimir un montón de documentos, que solía ir repartiendo posteriormente en los despachos de algunos directivos. Aunque era únicamente secretaria de Blair, sabía que también ayudaba a las otras secretarias del Departamento de Dirección, puesto que no eran muchas y no daban abasto con todo el trabajo que tenían que realizar, y Maite, por el contrario, muchos días estaba muy liberada puesto que Lorenzo Blair no iba a la oficina a diario. En la actualidad, había escuchado que con su nuevo jefe, Oscar Murcia, la cosa había cambiado. Así que no estaba segura, si ese encuentro casual podría producirse tal y cómo había planeado. Lo que tenía claro es que no perdía nada por intentarlo.

Se encontraba esperando en la sala de la fotocopiadora a ver si aparecía Maite, y por ahora, las únicas que habían aparecido, habían sido tres de las secretarias de dirección, una detrás de otra, para imprimir varios documentos. Todas ellas, la habían mirado extrañadas de encontrársela ahí, probablemente ni siquiera sabrían quién era, aunque ninguna dijo nada, simplemente se limitaron a saludarla educadamente, incluso una de ellas le lanzó una tímida sonrisa.

Ya empezaba a pensar que hoy no iba a ser el día en el que iba a coincidir con Maite, y que tendría que seguir viniendo todas las mañanas hasta que se encontraran. Estaba planteándose recoger sus papeles, cuando ésta apareció por la puerta cargada con varias carpetas. Era una señora rolliza y cincuentona, con una cara agradable que parecía sonreír con la mirada, Laura sintió que era una de esas personas en las que se podía confiar.

—Hola, ¿me podrías ayudar? Llevo aquí un rato, intentando fotocopiar estás páginas, pero no entiendo esta máquina. —Laura observaba las teclas de la impresora y pulsaba algunas de ellas sin que saliera una copia.

—Claro. —Maite mostró una gran sonrisa, la apartó de la impresora y empezó a explicarle cómo funcionaban todas sus opciones. En unos minutos, había fotocopiado todo el documento de Laura por ambas caras, y ella tenía un Máster sobre el funcionamiento de la impresora—. Pues ya está. Es nueva, un nuevo modelo, muy rápida, pero también algo complicada de utilizar si no estás habituada.

—Muchas gracias. —Le dijo Laura, mientras recogía todos los papeles y los guardaba en una carpeta—. Me llamo Laura Valero, presento una sección en un programa de decoración.

—Yo soy Maite Rodriguez, soy la secretaría de Loren… Oscar Murcia. Aún no me hago a la idea. —Laura pensó que era su oportunidad para obtener algo de información, pero la mujer continuó hablando sin dejarle meter baza—. Te conozco, presentas “Decora con Laura”, suelo verlo todos los sábados, me encanta lo que haces con esos muebles. Mi hija está amueblando su piso y está utilizando algunas de las técnicas que enseñas en el programa, para reutilizar algunos viejos muebles que le hemos dado o ha comprado en esas tiendas de segunda mano. La verdad, es que está muy contenta con el resultado, le están quedando muy bonitos, y eso que yo, al principio, le decía que muchos de ellos eran basura. —Sonrió recordando.

—Sí, es increíble lo que se puede hacer a veces con unos viejos muebles y un poco de pintura o cera. Por eso me encanta lo que hago.

—Sí, se nota que te gusta. Creo que esa es una de las razones por la que llegas al público. —Laura se sonrojó al oír esas palabras.

Maite no había dejado de hacer fotocopias de toda la documentación que había llevado mientras conversaban. Cuando terminó, Laura se ofreció a ayudarla y llevar algunas carpetas a su mesa, porque iba bastante cargada. Había aparecido con cinco gruesos dosieres y ahora por lo menos tenía veinte. Ella se sintió agradecida, solía traer un carrito para que le resultara más fácil, pero no lo había hecho porque no estaba en su sitio, supuso que alguna de las chicas lo estaría utilizando.

—Bueno, pues aquí es donde trabajo. Muchas gracias por tu ayuda. —Cuando llegaron, dejaron todas las carpetas encima de la mesa. Maite abrió el primer cajón de la derecha de su escritorio, el cual no tenía ningún cerrojo, y sacó una llave que colgaba de un divertido llavero que representaba a “Peppa Pig”—. Me lo ha regalado mi nieta. —Le dijo cuando se dio cuenta de a dónde se dirigía su mirada.

Maite cogió unas cuantas carpetas de las que acababan de fotocopiar y las llevó al despacho de Oscar Murcia, el antiguo despacho de Lorenzo Blair. Desde la mesa de Maite, Laura pudo ver como ésta las dejaba en el gran escritorio y salía de nuevo, cerrando la puerta con llave, tal y como la acababa de abrir.

—Bueno, pues yo me tengo que ir. —Dijo Laura mientras Maite volvía a dejar la llave en el mismo cajón donde la había cogido instantes antes—. ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro, dime.

—La llave del despacho de Oscar Murcia, antes de Lorenzo Blair, ¿siempre ha estado en ese cajón? —Laura se arriesgó a ser directa, estaba segura de que Maite era una bonachona que no pensaría mal de ella.

—Sí, claro. Siempre en el primer cajón a la derecha. Así el Sr. Blair siempre podía cogerla si venía en un momento en el que yo no me encontrara en mi sitio. Le gustaba venir por la noche, decía que trabajaba mejor cuando no había nadie que le molestara. —Maite parecía encontrarse inmersa en sus recuerdos, sus ojos se habían anegado de lágrimas, así que Laura decidió dejarle intimidad y se fue, no sin antes frotarle suavemente un brazo intentando insuflarle algo de ánimo.

Mientras se dirigía a su mesa, llamó a Jose para contarle lo que acababa de averiguar. Cualquiera podía haber cogido la llave del despacho de Blair, cualquiera podía ser el asesino.

Asesinato en antena
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