15
Jose y Laura se encontraban a la entrada de la capilla, en el Cementerio de la Almudena, esperando a que los restos de Lorenzo Blair llegaran.
El lugar estaba a rebosar de gente. A Laura le sonaban muchas caras de verlas en el trabajo o en la fiesta a la que asistieron en su casa o incluso en la televisión, había gente del mundo de la farándula, modelos y un sinfín de habituales de los medios de comunicación. Por supuesto, también se encontraban allí sus compañeros, a los que saludó algo distante, incómoda por la situación, ya que pensaba que cualquiera de ellos podría ser el asesino de Blair. Rodeándoles a todos, había periodistas acompañados de cámaras grabando el acontecimiento, esperando conseguir una entrevista de los asistentes o incluso alguna exclusiva, cualquier cosa que les llevara a la noticia. El entierro había llamado mucho la atención pública, sobre todo debido a la causa de la muerte.
—¿Estás bien? —Preguntó Jose cuando notó que Laura sentía un escalofrío. Sabía lo poco que le gustaba ese sitio, como a todo el mundo, pero sabía que estaría luchando con sus recuerdos. Ella lo miró a los ojos agradecida por su preocupación y asintió sin decir nada.
Al poco, apareció el coche llevando el féretro, y siguiéndolo detrás, la comitiva, varios coches negros, donde Laura supuso que iba la gente más cercana a Lorenzo Blair y su familia.
Del primer coche, situado inmediatamente detrás al que llevaba a Lorenzo Blair, salió Tanya. Iba vestida completamente de negro, con el pelo recogido en un tirante moño, tenía cara de cansada, parecía haber perdido algo de peso, pensó Laura al verla.
Cuando Tanya pasó a su lado, en dirección a la capilla, le sonrió en agradecimiento por estar ahí, apoyándola. Estaba segura de que era de las pocas personas que se encontraban allí, que lo hacían de corazón. Se sentía tan cansada, quería que todo terminara para volver a casa y meterse en la cama durante días. Aún no había tenido tiempo de llorar y desahogarse por todo lo ocurrido, no había asimilado lo sucedido en tan poco tiempo. Su marido asesinado, ella en comisaría respondiendo una pregunta tras otra, no podía estar pasándole realmente, tenía que ser una pesadilla de la que iba a despertar en cualquier momento. Los detectives que habían hablado con ella la habían tratado con tanta condescendencia, parecía que creían que ella había matado a Lorenzo. Se estaba volviendo loca, quería llegar a casa, encerrarse, desconectar y olvidar. Necesitaba descansar.
Laura y Jose se sentaron en la última fila de la capilla a oír la breve misa por Blair. Jose no dejaba de observar a la gente, atento a sus gestos y a su comportamiento. Estaba seguro de que allí mismo se podía encontrar el asesino de Blair, aunque también sabía que en ese momento era como encontrar una aguja en un pajar.
Tanya parecía más frágil que nunca, sentada en primera fila, mirando al infinito, como si estuviera en otra parte. Se fijó que sentado a su lado, había un hombre que no dejaba de mirar el reloj, como si tuviera prisa por irse a otro sitio, Jose pensó que sería su abogado, aunque no podía estar seguro.
También le llamó la atención una joven situada al fondo de la capilla, detrás de ellos, en una esquina, llorando en silencio. Era muy guapa, sospechaba que sería modelo. Quizás fuera la modelo de la que Laura le había hablado, la supuesta amante de Lorenzo Blair.
Cuando terminó la misa, todos los presentes fueron a buscar su coche para seguir al féretro hasta la tumba donde iba a ser enterrado.
Al llegar, Laura y Jose se colocaron en un lugar muy apartado, la cantidad de gente que había y el poco espacio entre las tumbas les imposibilitaba acercarse a Tanya para darle su apoyo. Pero, por otro lado, era un buen lugar para contemplar la escena completa.
Laura se dio cuenta de que Daniel Valcárcel estaba con ella, parecía mantenerse en pie gracias a que él la sujetaba por la cintura. Se le pasó por la cabeza, que quizás fuera él el que aparecía en las fotos encontradas por la policía en el despacho de Lorenzo.
En cuanto Lorenzo Blair fue enterrado, Tanya empezó a andar en dirección a su coche, esta vez iba apoyada en otra mujer que Laura supuso sería de la familia. En ese momento, dos hombres trajeados, que como ellos habían estado en un segundo plano durante todo el entierro, se acercaron a ella. Uno de ellos le indicó que tenía que acompañarles a comisaría. La cara de sorpresa de Tanya no le pasó inadvertida a ninguno de los presentes. Todo el mundo se quedó en silencio a su alrededor, por lo que pudieron oír perfectamente la profunda voz del policía que la estaba acusando del asesinato de su marido y leyéndole sus derechos.
Laura se sobresaltó al oír las acusaciones, miró a su amiga que mostraba desconcierto y se había quedado pálida. Se apoyó en Jose y le susurró al oído. —No me lo puedo creer, la están deteniendo.
Cuando llegaron a casa, Jose llamó a algunos compañeros para enterarse de lo ocurrido y saber si tenían más información de la que les habían dado la última vez, suponía que ya tendrían el informe de la autopsia y la identificación del hombre de las fotos.
Mientras, Laura iba de lado a lado del salón, dándole vueltas a todo lo ocurrido. Estaba convencida que Tanya era incapaz de asesinar a su marido, y estaba segura de que alrededor de Lorenzo había mucha gente que tenía tantos o más motivos que Tanya para asesinarlo, sólo había que indagar un poco más profundamente de lo que parecía haber hecho la policía. El problema que veía, es que si ya tenían a una sospechosa de asesinato, para ellos la investigación debía de estar cerrada. El móvil del crimen lo habían encontrado en el despacho de Lorenzo, los papeles del divorcio y las fotos, pero, ¿tendrían pruebas?, si era así, su amiga iría a la cárcel y no se encontraría al culpable. Esa opción no quería ni planteársela.
Jose bajaba por las escaleras mientras Laura lo observaba, creía ver en su cara frustración, parecía que tenía información nueva, pero no buena.
—¿Y bien? ¿Te han dicho algo? —Laura estaba muy intranquila, no podía dejar de pensar en su amiga en la cárcel. Jose asintió, la cogió de la mano y se la llevó al salón para sentarse y contarle todo lo que había descubierto.
—Se confirma la muerte por envenenamiento. Se ha encontrado cianuro en el cuerpo de Lorenzo Blair, y hay restos en una de las dos copas que encontraron en el despacho. En la otra copa se han encontrado las huellas y restos de ADN de Tanya. —Laura iba a decir que eso no quería decir nada, todos sabían que habían estado tratando el tema del divorcio, pero Jose no la dejó hablar—. Ya saben quién aparecía junto a Tanya en las fotos que hallaron en el despacho de Blair, Daniel Valcárcel. —Laura no se sorprendió, empezaba a entender muchas cosas.
—¿Y? —Laura quería la confirmación de lo evidente. Recordaba la discusión entre Tanya y Daniel en la fiesta, de la que había sido testigo de lejos, quizás, ¿una discusión de amantes? Se estaba empezando a sentir muy angustiada, todas las pruebas corroboraban la culpabilidad de su amiga.
—En las fotos aparecen manteniendo relaciones sexuales. —Sus sospechas se convirtieron en realidad. Aun así, Blair le había sido infiel en multitud de ocasiones, según decía todo el mundo, que ella también tuviera un amante no quería decir que fuera una asesina, por ahora sólo tenían pruebas circunstanciales, se decía a sí misma. Aunque se daba cuenta de que todo apuntaba a Tanya, había móvil y había pruebas, la policía tenía suficiente para que pasara mucho tiempo entre rejas. Tenía que hacer algo, aunque no sabía el qué.