32
Se encontraban en el salón del impresionante ático de Sandrine. Increíblemente no había mostrado animadversión por reunirse de nuevo con ellos. Estaban los dos mirando por la ventana las preciosas vistas del parque del Retiro, cuando notaron que alguien había entrado en la habitación. Se dieron la vuelta y se encontraron con una Sandrine que parecía algo más animada que la vez anterior, aunque seguía vistiendo una vieja sudadera y unas mallas. Ambos pensaron lo mismo, llevaba tiempo sin molestarse en salir de casa.
—Buenas tardes Sandrine. Te agradecemos que nos recibas de nuevo. —Ella asintió y con un gesto les indicó que tomaran asiento, por lo que ellas se sentaron en el sofá y Jose se sentó frente a ellas, en una butaca. Se colocaron exactamente igual que la otra vez, se fijó Laura, quien se sentía algo incómoda, no podía olvidar que en su anterior visita la había acusado de ser amante de Blair. Jose continuó hablando—. Ya conocemos la relación que mantenías con Blair.
—Directo al grano. —Dijo con una sonrisa forzada—. Sorprendedme.
—Blair era tu padre. —Sandrine no mostró sorpresa.
—Efectivamente. —Laura a su lado sintió lástima por ella, su dolor se reflejaba en sus ojos, aunque intentaba disimularlo con una dura pose.
—Lo que nos gustaría saber. —Jose seguía hablando—. Sé que es una intromisión en tu vida privada, y obviamente, si no quieres contestarnos, no tienes por qué hacerlo. Pero nos gustaría saber por qué lo mantienes en secreto. Es decir, aparte del reconocimiento de quién es tu verdadero padre, también hay una herencia que te corresponde. —Sandrine soltó una fría carcajada.
—Una herencia que ni quiero ni necesito. —Sandrine se relajó en el sofá, si ya sabían que era hija de Blair, no veía motivo para no contarles el resto, esperaba que así la dejaran tranquila—. Yo ya tengo un padre, quizás no es mi padre real o biológico, pero es la persona que ha estado a mi lado toda su vida, hasta su muerte. Cuando mi madre, poco antes de morir, me contó la verdad, como os podéis imaginar me quedé destrozada, todo lo que yo creía era una mentira. Ella estaba a punto de morir, por lo que no tuve fuerzas para enfadarme, en ese momento no me importaba nada más que pasar los últimos momentos con ella. Pero pensé que Blair había tenido una hija y merecía saberlo, y yo sentía curiosidad por conocerle. La verdad, es que no pensé que nos lleváramos bien, creía que iba a ser un simple trámite, nos conoceríamos, sabríamos de nuestra mutua existencia, pero cada uno con su vida como hasta ahora. Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que quería conocerme mejor, que era su única hija. Así que empezamos a vernos regularmente. Por supuesto tampoco podía confiar en la primera hija que se le presentara, ¿no? Como ya sabréis, nos hicimos unas pruebas de ADN para confirmar la paternidad. —Hizo una pausa para secarse las lágrimas que ya empezaban a desbordársele de los ojos—. Quería incluirme en el testamento, sí, pero tampoco quería dejármelo todo a mí, no quería dejar a Tanya en la calle. Aunque a estas alturas parezca del todo increíble, él aún la amaba. El caso, es que mientras solucionaba este tema, pensó en abrirme una cuenta en la que dejó bastante dinero, todo a mi nombre, y me compró este ático. —Laura abrió la boca sorprendida, ella pensaba que estaría alquilada, y sin embargo era de su propiedad, debía de costar varios millones de euros—. Creo que por haber disfrutado de mi padre unos pocos meses no necesito más. Un emporio como el que tiene me daría muchos quebraderos de cabeza para los que no estoy preparada. Siempre he estado contenta por haber conseguido lo que tengo con mi esfuerzo, ahora me ha caído esto del cielo, no quiero más. Lo que preferiría es que mi padre siguiera vivo. —Se le volvieron a inundar los ojos de lágrimas.
—¿Un emporio? —Preguntó Laura.
—Sí. Todas las empresas que conforman MediaCorp eran de su propiedad. No era un mero director de la sucursal en España, para él eso era su entretenimiento. Disfrutaba dirigiendo la compañía, y le encantaba España, era como su jubilación anticipada. —Sandrine se dio cuenta de la sorpresa en los rostros de sus invitados—. Sí, no había mucha gente que supiera esto.
—Una cosa más, ¿crees que temía por su vida? —Continuó preguntando Jose una vez recompuesto del desconcierto inicial por la revelación de Sandrine. Ella se quedó pensativa unos segundos antes de contestar.
—Antes no, ahora pienso que quizás sí. Cuando decidió dejarme dinero y comprarme este piso, pensé que era por prevención, mientras se redactaba el nuevo testamento. Ahora pienso, que quizás sí pensaba que estaba en peligro. No lo sé.
—Muchas gracias Sandrine. Has sido de una gran ayuda. —Jose ya se estaba levantando, por lo que Laura hizo lo propio.
Ya en el ascensor Laura se sintió más relajada.
—Lo tiene en un pedestal. Blair amaría a Tanya, pero también la maltrataba. Eso sin contar que en el divorcio quería dejarla sin nada, aunque Sandrine diga que no tenía pensado hacer tal cosa. No era tan buena persona como ella le pinta.
—Ten en cuenta que en el fondo era su padre, y estos meses con él debieron ser de ensueño para ella. Por lo que nosotros sabemos, con ella se portó como un buen hombre. No llegó a ver el lado más amargo de la vida de Blair. —Jose la miró a los ojos—. Nosotros tenemos que ser imparciales si queremos hacer una buena investigación. —Laura asintió, sabía que a veces no se comportaba de forma objetiva respecto a Blair.