BUQUE-ESCUELA
Azul gris,
hería tu mole
el plumón blando
de las aguas.
Pero te acunaban,
ignorantes
de tus nidos
de obuses.
Tornillo sobre tornillo,
plancha sobre plancha,
torre sobre torre,
te lanzaba al aire
en un esfuerzo
de catapulta.
Te odiaba,
desde el muelle,
porque te vestías
de cielo,
y mar calmo;
taimado…
Cuando te hollaron mis pies
una nube de adolescentes
uniformados
irrumpió por tus puentes
Habían vuelto a cargarse
las ramas humanas
secadas a cañonazos.
Había más que antes;
y eran más hermosos
que antes:
Cuellos fornidos
de cuerda
prensada.
Ojos tiernos.
Carne dorada
a espuma y sal.
Dientes agudos,
luminosos.
Grandes bocas
húmedas aún
de besos maternos,
abiertas,
pedigüeñas,
como la de los pichones.
Rodaban como frutas
sobre el acero del buque.
Perfumaban el hierro.
Desteñían la pintura.
Hablaban palabras de hombre,
musicales…
Movían los brazos
en círculos
de estrechamiento.
Uno,
con una pajuela,
le hacía cosquillas
a un gato:
su nariz riente,
tras el ojo de buey,
lanzaba gritos
de pueril alegría.
Lúgubre,
de vez en cuando,
sonaba una campana.
… Máscara de hierro
sobre las caras…
y nacía,
hosca,
la fila
sin albedrío.