CHARLA
Una voz en mi oído graves palabras vierte:
—¿Por qué, me dice, no eres, oh tú, la mujer fuerte?
Es bella la figura de la mujer heroica
Cuidando el fuego sacro con su mano de estoica.
Y yo sonrío y digo: la vida es una rueda.
Todo está bien. Lo malo con lo bueno se enreda.
Si unas no parecieran desertoras vestales,
En fuga hacia las dulces, paganas bacanales,
Las otras no tendrían valor de mujer fuerte:
La vida, al fin de cuentas, se mide por la muerte.
Ya ves: con mis locuras en verso yo he logrado
Distraerte un momento y hacerte más amado
El fino y blanco nombre de la mujer que quieres,
Reservada y discreta: espuma de mujeres.
¿Qué más pides? Con algo contribuí a tu vida,
Pensaste, comparaste; voló el tiempo en seguida.
Mas ni con eso tengo yo tu agradecimiento.
¡Oh, buen género humano: nunca quedas contento!