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Nota de la autora

Entre la caída del Imperio Romano y la Alta Edad Media, las islas Británicas vivieron un periodo de caos e inestabilidad social conocido como la Edad Oscura. Faltos de efectivos, los romanos tuvieron que abandonar Britania a su suerte ante la amenaza de los pictos y escoceses. Un rey bretón, Vortigern, invitó a las tribus germánicas a unirse en una alianza para hacer frente a las feroces tribus del norte. Sin embargo, sus ansias de poder y la brutalidad que demostró, no solo hacia sus enemigos sino también con su pueblo, fueron la causa de su perdición y caída. No pasó mucho tiempo hasta que los anglos, jutos y sajones, las mismas tribus que se habían aliado con Vortigern, se expandieran por toda Britania y sembraran el terror y la destrucción a su paso, saqueando aldeas y ocupando campamentos y fortalezas abandonadas por los romanos. Empujaron a los bretones hacia la costa, y aquéllos que permanecían en sus tierras eran masacrados o convertidos en wealas, galeses, extranjeros sometidos a la tiranía del autoproclamado rey sajón.

Muy poco se sabe de esta época y de cómo vivían sus gentes. Los enfrentamientos entre tribus eran constantes y la vida se convirtió en un acto de supervivencia diaria. Pero a pesar de todo, este periodo significó el nacimiento de nuevas ideas, culturas y naciones, y las historias que se desarrollaron en esos aciagos años acabaron convirtiéndose en las leyendas que perduraron hasta nuestros días.

Ésta es una de esas historias de supervivencia, pasión, valor y esperanza en una de las épocas más oscuras de la Historia.

A.M.