CAPÍTULO 32
El sorteo había tenido lugar trece días después de la muerte de Ginny, y la investidura tendría lugar trece días después del sorteo. La predicción de Oliver había resultado correcta. Aparte de los pocos minutos que había compartido con Maisie a su llegada, las familias la habían tenido secuestrada. Lo que me había dicho me había sorprendido. No podía creer que algunos miembros de nuestra familia pensaran que la barrera me había elegido a mí como ancla. Reí para mí mientras guardaba unas pocas cosas para mi estancia en el Mansion, no en mi vieja cartera, sino en uno de los elegantes bolsos de viaje de Ellen. Esta había palidecido cuando le había dicho que pensaba llevar mi cartera y prácticamente me había tirado el bolso a la cara. Y, aunque vivíamos muy cerca del hotel, Oliver había pedido un taxi para mí.
Llamaron a la puerta.
—Tu carruaje aguarda, Cenicienta —dijo la voz de Oliver.
—Dile al taxista que ya bajo. —Cuando tomé el bolso y me dirigí a la puerta, mi imagen en el espejo me atrapó por sorpresa. La mujer que veía allí parecía feliz. A pesar de todo lo que había pasado en los últimos tiempos, sentía sinceramente que todo acabaría bien. Cuando terminara la investidura, pasaría tiempo con Maisie. Nos pondríamos al día y terminaríamos de aclarar las cosas. Y luego me llevaría a Iris de allí una temporada. Mi primer pago del fideicomiso había llegado a mi cuenta bancaria en mi cumpleaños y la cantidad me había dejado atónita. Había dinero de sobra para irnos las dos a París, o quizá a Florencia. Nos sentaría bien a ambas.
Tío Oliver había decidido trasladar su negocio a Savannah. Ya se quedaría en casa. Eso sería bueno para todos, especialmente para Ellen. Oliver podía ser algo egocéntrico, pero cuidaría de ella hasta que se recuperara. Peter… Bueno, pensaríamos en algo. Aunque no estuviéramos juntos, criaríamos bien a nuestro hijo. Colin Taylor Tierney sería una bendición para la familia, sería el nuevo comienzo que tanto necesitábamos. Sonreí a mi imagen y bajé al taxi. Al salir le di un beso rápido en la mejilla a Oliver y luego le guiñé un ojo al taxista cuando me tomó el bolso y me abrió la puerta.
—Está muy cerca —dije—. Me siento terriblemente sibarita.
—Un poco de sibaritismo de vez en cuando no tiene nada de malo. Disfrútelo, señorita. —El taxista cerró la puerta, guardó el bolso en el maletero, se sentó al volante y salió a la calle. Mostraba mucho más cuidado que un conductor normal. Me miró por el espejo retrovisor—. ¿La ruta turística? —preguntó.
—Por favor —contesté. Él giró el vehículo en dirección contraria al Mansion y comenzó a zigzaguear para rodear las seis manzanas más próximas. Cuando nos acercábamos a Pulaski Square, volvió a mírame por el espejo—. Oh, casi lo olvido. —Me tendió por encima del asiento un paquete pequeño pero envuelto de un modo hermoso—. Su hermana me pidió que le diera esto.
—Gracias. —Lo tomé. La caja estaba envuelta con papel aterciopelado azul medianoche y atado con un solo lazo plateado. Deshice el nudo y abrí la caja. Encima había una nota de Maisie. La abrí y leí: «Aunque no puedas estar aquí conmigo, si llevas esto, podré sentir tu presencia».
—¿Va todo bien ahí atrás? —preguntó el taxista.
—Sí, todo está perfecto. —Le sonreí y saqué el colgante de la caja. Besé la hermosa piedra, que reconocí como azurita. Redondeada y pulida, parecía una bola del mundo pequeña. Cuando me puse la cadena alrededor del cuello, cerré los ojos y sujeté la piedra con fuerza en la mano. Pensé en Maisie y le envié todo mi amor.
Cuando abrí los ojos, el taxista seguía mirándome por el espejo retrovisor, pero sus ojos marrones se habían vuelto de un azul zafiro. El rostro debajo de la gorra del taxista se había metamorfoseado en otro completamente distinto. Yo habría reconocido aquellos ojos y aquella cara en cualquier parte.
—¿Jackson? —pregunté dando un respingo.
—Ella te dijo que volvería. —Él me sonrió por encima del hombro. Sus ojos eran alegres, enloquecidos, y estaban llenos de odio. Intenté abrir la puerta, pero no pude.
—No comprendo —dije. Él giró el automóvil en Barnard y aceleró al cruzar Liberty Street, pisando el acelerador a fondo. Yo grité cuando se metió en el tráfico en dirección contraria.
Él rio. Los vehículos pasaban a través de nosotros, sin producirnos ni un cosquilleo.
—Estaré encantado de explicarte algunas cosas. Empezaremos con cómo estamos ahora algo fuera de sintonía con el mundo al que estás acostumbrada. Esos talismanes que te fabricó tu amiguito el gólem no funcionarán aquí. Y puedes intentar huir de mí si quieres, pero jamás llegarás a casa sin mí. Verás, a mí me gusta esto. Podemos ver y oír lo que sucede en el otro mundo, pero nada ni nadie de allí puede tocarnos. A menos que alguien lleve el compañero de ese colgante que acabas de ponerte alrededor de tu bonito cuello. ¿Quieres adivinar quién puede ser ese alguien?
—Maisie —dije, atónita una vez más por mi estupidez, por mi disposición a dejarme engañar.
—Eso es, chica. —Él seguía conduciendo. Los puntos de referencia familiares que pasábamos me sorprendían, pues volvíamos en la dirección por la que habíamos ido—. Tu hermana te ha puesto una trampa.
—Pero ¿por qué? —pregunté.
—Eso es una larga historia, pero supongo que tenemos tiempo. A menos que prefieras que te manche la cabeza con sangre y te arroje a las sombras como hicisteis Jilo y tú conmigo. —Me miró de nuevo por encima del hombro.
—Lo único que yo te he hecho ha sido quererte, Jackson. Eso se lo hicimos a Wren, no a ti. Teníamos que pararlo.
—No lo entiendes, ¿verdad, chica? —preguntó él—. Yo soy Wren.
—¿Tú eres Wren? —pregunté, totalmente confundida.
—Así es —trinó con la voz de falsete de Wren, antes de volver a adoptar la voz de Jackson—. Y, gracias a tu hermana, pude por fin salir de ese cascarón demasiado pequeño. Maisie me ayudó a crecer. —Me guiñó un ojo—. Por supuesto, toda buena mujer debería ayudar a su hombre a crecer, pero en este caso de un modo literal.
Me eché hacia atrás en el asiento, atónita, y paramos delante de mi casa. Parecía bastante tranquila desde la parte delantera, pero yo sabía que había mucha actividad en el interior. Él paró el motor y salió del vehículo.
—¿Volvemos a entrar a saludar a la familia? —peguntó. Abrió la puerta de mi lado y tiró de mí con brusquedad, esforzándose por hacerme daño. No me resistí. Me dejé llevar por su energía en lugar de intentar combatirla.
Entramos por la puerta sin pararnos a abrirla y me descubrí deseando no haberle dicho a mi familia que Jilo había unido su esfera a la alacena de sábanas y toallas. Si el portal hubiera existido todavía, quizá habría podido usarlo para escapar. La idea de huir a la esfera de Jilo y no de ella me resultó divertida y, a pesar de mi miedo, o quizá a causa de él, me eché a reír.
Jackson me sacudió como si fuera una muñeca de trapo.
—Esto te parece gracioso, ¿eh? Pues dejarás de reír cuando veas lo que he planeado para ti.
Mi risa se secó bajo su mirada de odio. Iris y Oliver pasaron delante de nosotros, tan cerca que podría haber estirado el brazo y haberlos tocado. Empecé a llamarlos, pero la fuerza con la que me agarraba Jackson me hizo pensarlo dos veces. Ahora le tocó reír a él.
—Adelante —dijo. Me empujó a un lado—. Grita. No te oirá nadie.
Se colocó de un salto delante de la cara de Oliver.
—¡Eh, marica! ¿Puedes ayudar a tu sobrinita? —Oliver pasó directamente a través de él, y Jackson se partió de risa—. Creo que tendremos que asumir que eso es un no. —Me empujó a la biblioteca a través de la pared del vestíbulo y aterricé al lado del sofá—. Interesante, ¿verdad? Puedes atravesar las paredes, pero el suelo te sigue sosteniendo. Eso, Mercy, es porque estás haciendo magia. Estás tan segura de que el suelo te va a sostener, que lo hace. Es tu magia lo que te sostiene. —Bajó la mano y tiró de mí hacia arriba—. Siéntate si quieres. Estoy seguro de que tu magia te lo permitirá y estarás algo menos ridícula de lo que estás ahora.
Doblé las rodillas hasta que sentí el material del sofá debajo de mí. Lo sentía tangible y real, y sostuvo mi peso.
—Te equivocas —dije, a pesar de todas las pruebas de lo contrario—. Yo no tengo poderes, no puedo hacer magia.
—Oh, ahórrame esa historia lacrimógena —aulló él—. Y déjame que te cuente una historia.
Arrastró una silla hasta situarla delante de mí y se sentó a horcajadas de modo que casi quedamos nariz con nariz. Sus ojos no eran humanos, el azul en ellos estaba hecho de llamas frías.
—Érase una vez una bruja mala llamada Ginny —empezó a contar— y una fulana llamada Emily. La fulana se acostó con muchos hombres, pero solo uno de ellos era especial para ella. El problema era que ese hombre le pertenecía a su hermana. Sé que esto quizá te resulte familiar, pero espera un poco. —Me guiñó un ojo—. La fulana sabía que el esposo de su hermana quería hijos y, por alguna razón, su hermana solo había podido darle uno. Por supuesto, tú y yo sabemos que la bruja mala había puesto fin a los niños, porque tenía miedo de que los niños nacidos de la mezcla de esas dos estirpes concretas fueran más fuertes que ella, reunieran a las trece familias y ella volviera a convertirse en la nada que sabía que era. Cuando la bruja mala se enteró de que la fulana se había quedado embarazada, esperó su momento. Fingió creer que el padre de las niñas bastardas era el esposo de la otra hermana de la fulana, pero sabía la verdad desde el principio.
»Sabía que el chico nacido de la unión legítima era poderoso, pero no representaba un peligro real. La bruja de la predicción era una chica. Una niñita bonita, dulce y rosita, por así decir. Pues bien, cuando la bruja se dio cuenta de que la fulana iba a dar a luz a dos niñas, empezó a prestar atención. Sintió que la primera no iba a ser mucho problema. Tenía poder, sí, pero no tanto como para fastidiar. La segunda, sin embargo, era algo especial hasta para las brujas Taylor. Ginny supo que esa era la que había sido anunciada y decidió no dejarle ver nunca la luz del día.
»Hizo todo lo que pudo para terminar con ella durante el embarazo, pero era demasiado fuerte. Se mantuvo viva y mantuvo también viva a su madre. Y Ginny sentía que el poder de la pequeña aumentaba cada día que pasaba. Así que secuestró su poder. Tuvo que hacerlo por pasos. Primero empezó a pasarlo de la hermana fuerte a la hermana más débil y después, cuando hubo conseguido que la energía saliera de su dueña, lo envió lejos. Lo encerró en otra dimensión, lo bastante cerca para poder acceder a él personalmente, pero lo bastante lejos para que pudiera pasar a través de un brujo o una bruja Taylor sin que él o ella se dieran cuenta. A decir verdad, en este momento está a nuestro alrededor. Aquí fue donde Ginny envió tu poder. Hizo lo posible por matarte de hambre y podría haberlo conseguido si tu tía Ellen no te hubiera dado el impulso que necesitabas para sobrevivir al parto.
Ginny había robado mis poderes y había intentado matarme. No era raro que mi madre no hubiera sobrevivido a nuestro nacimiento. Tenía un montón de razones nuevas para llorar, pero saber que no era responsable de la muerte de mi madre fue como una ola de absolución que me liberó de la culpa que había llevado dentro desde que podía recordar. Curiosamente, ese fue uno de los momentos más felices de mi vida.
Las proporciones de la habitación cambiaron de pronto y Maisie apareció delante de mí. Jackson estaba a varios metros de distancia, colgando en un ángulo que debería haber sido imposible pero no lo era.
—Me mantenía bajo su control —Maisie continuó la historia de Jackson sin interrupciones—. No porque yo fuera un prodigio, sino porque me veía como una bomba de relojería. Imagínate mi sorpresa el año pasado cuando me encontré con sus diarios viejos. Ella guardaba notas muy concienzudas sobre mí. Tendría que haberlas escondido mejor. Romper los conjuros que cerraban los cuadernos fue un juego de niños. Ella no podía deshacer la transmisión de energía que había establecido entre nosotras. No podía tomar lo que me bombeaba a mí y pasarlo a otro lugar. Sin darse cuenta, me había convertido en un ancla para tu poder. Si el poder empezaba a regresar a ti, la presa entera acabaría estallando y ella estaba dispuesta a no pararse ante nada para evitar que eso ocurriera. Te sorprendería saber hasta qué punto te odiaba. Escribió algo sobre cómo intentar encontrar el modo de alterar el tiempo para ir al pasado e impedir que fueras concebida.
—Estaba loca. No hay otra explicación. Pero Maisie, ¿cómo puedes hacerme tú esto? Tienes que parar todo esto. Tienes que dejarme marchar.
—No, la verdad es que no tengo. Verás, así es como me voy a vengar finalmente de Ginny y de ti.
—¿De mí? Pero ¿por qué?
—Por haberme robado mi vida. Ginny encauzó tu poder a través de mí. Me convirtió en un monstruo.
—Al menos a ti te quería —dije, sin saber ya si eso era cierto. ¿Ginny podría haber querido a Maisie de verdad y haberla usado de aquel modo?
—Como un reflejo de su ser retorcido, tal vez, pero por ninguna otra razón. No me perdía de vista y tú podías vagabundear libre, hacer amigos, conocer chicos y encontrar el amor. —Me hizo una mueca—. Tuve que ver cómo conquistabas el corazón del único hombre al que yo podría haber amado.
Empecé a decir que Jackson no era ni siquiera real, solo una versión adulta y retorcida de Wren, pero entonces, de pronto, vi la verdad.
—Peter —dije.
—Sí, Peter —repuso Maisie, furiosa—. ¿No te has fijado, Mercy? La mayoría de los hombres normales ni siquiera se acercan a nosotras. Y hasta los brujos me tienen miedo por esta cosa en la que me convirtió Ginny. Nunca he podido saber por qué, pero a Peter la magia le deja impávido. Fluye a través de él y le da igual. Podría haberme amado, y lo habría hecho si no hubieras estado tú. Intenté quitártelo y lo peor de todo es que ni siquiera se dio cuenta de que lo intentaba. Yo no quería estar más tiempo sola.
—Y por eso empezaste a transformar a Wren en Jackson.
—Sí —admitió Maisie. Movió la cabeza—. Lo hice, pero eso requería más energía de la que poseía. Requería una energía como la tuya. Una parte de ti reconoció tu energía en él e interpretaste esos sentimientos como amor.
—Es irónico, ¿verdad? —preguntó Jackson. La distancia entre nosotros se había disuelto y estaba a mi lado. Se inclinó, me besó en la mejilla y a continuación apretó sus labios contra los míos. Me retiré asqueada.
—Todo fue bien un tiempo, pero Ginny se dio cuenta de lo que había hecho —prosiguió Maisie su relato—. No podía decírselo a la familia, así que decidió disolver a Wren por su cuenta.
—Me convocó allí pensando que podía controlarme —intervino Jackson—. Pero no pudo. Disfruté mucho matándola.
—Pero ¿qué sacas tú de todo esto? —le pregunté.
—Saco vivir —contestó Jackson—. Saco vivir en tu mundo, y eso es lo que siempre he querido.
—Cuando la energía del ancla entre en mí, ese mismo poder que me dijiste ayer que me darías por propia voluntad, por fin seré lo bastante fuerte para deshacer lo que hizo Ginny. Liberaré el poder que te robó y con él ayudaré a Jackson a incorporarse plenamente a nuestro mundo. Y luego no anclaré la barrera, la controlaré. Reuniré a las trece familias, sí, pero estarán bajo mi mando. Y, cuando controle plenamente nuestra realidad, conseguiré también que Peter me ame.
—Pero, si liberas mi poder, ¿qué le va a impedir volver a mí? —pregunté. La expresión de mi hermana me provocó un escalofrío. Estaba atónita.
—Tú no lo entiendes, ¿verdad? Cuando libere tu poder, tú ya no existirás para que vuelva a ti —miró a Jackson—. Se me acaba el tiempo aquí. Prepárala y asegúrate de que esté en la posición correcta.
Hasta donde yo sabía, no me había movido ni un centímetro, pero de pronto me encontré desnuda y atada a uno de los árboles que crecían en el jardín de mi casa. Tenía las manos en alto, atadas por encima de la cabeza. Una segunda cuerda de cáñamo basto me sujetaba fuertemente la cintura y tenía una tercera por encima de las rodillas. La corteza del árbol era rugosa y se me clavaba en la piel de la espalda. Pero lo peor era la tosquedad de la cuerda con la que estaba atada.
Jackson estaba de pie a mi lado con una sonrisa serena.
—¡Qué mártir tan hermosa vas a ser! —dijo.
Brujos y brujas se movían a nuestro alrededor. Pasaban a través de Jackson sin ni siquiera darse cuenta de que estábamos allí. A pocos metros de distancia vi a Emmet hablando con Ellen. Maisie se acercó a ellos, y Ellen se inclinó y le susurró algo al oído. Una expresión de sorpresa y furia cruzó el rostro de Maisie, pero la ocultó rápidamente con una sonrisa y abrazó a nuestra tía.
Jackson me miró con lascivia mientras utilizaba el dedo índice para dibujar símbolos y trazos en mi cuerpo con un líquido caliente y pegajoso. Aunque hubiera estado ciega, su olor me habría dicho que era sangre y me encontré rezando una plegaria por el espíritu de la pobre criatura que había sido sacrificada.
—Tu hermana es especial, ¿verdad? —preguntó—. Me sorprendió mucho cómo lidió con Connor. Este estuvo a punto de estropearlo todo cuando descubrió que Ginny había compartido sus secretos, y Maisie consiguió lidiar con él desde otra dimensión sin que nadie se enterara.
—El fuego —dije.
—Eso es —Jackson me sonrió—. Tenía que ser fuego, porque sabíamos que acabaría con él sin dañarte a ti. Necesitábamos conservarte con vida para la ceremonia de hoy.
—Pero ¿cómo podíais saber que los elementales de fuego no me harían nada? —pregunté.
—Los hechizos protectores que te puso el gólem incluían protección contra el fuego, natural o mágico. Pero, en mi opinión, el hechizo era innecesario. Si alguien, incluida tú, tuviera la menor idea de quién eres en realidad o de lo que estás hecha, se daría cuenta de que no es necesario protegerte de las llamas. Baste decir que el fuego te reconoció como algo propio. Y parece que te sanó mucho mejor de lo que lo podría haber hecho Ellen. Cuando te vi tirada en el suelo en aquella postura, pensé que no volverías a andar nunca.
—No puedo creer que ella haga esto —hablaba para mí misma, pero él contestó de todos modos.
—Oh, créelo —dijo—. Pero no te preocupes, ella no conseguirá el resultado que quiere, así que tú serás la que ría mejor al final. O pensándolo mejor, no lo serás, porque tendré que matarte antes de que puedas reír, pero has sido una chica muy buena y me siento generoso. Al final, las mentiras son bastante sencillas. Lo complicado es la verdad. Es como una cebolla y siempre hay otra capa si sigues pelando. —Rio para sí. Seguía trazando dibujos en mi cuerpo, pero se detuvo de pronto—. Vaya, ¿qué tenemos aquí? —preguntó—. Parece que esta vez voy a tener dos por el precio de uno.
Supe que había captado a Colin y sentí un dolor profundo por mi hijo, que ni siquiera había nacido. Mi rostro se llenó de lágrimas y Jackson las secó con sus dedos ensangrentados.
—Oh, vamos, vamos —dijo—. No vivirás para dar a luz a este, pero a través de tu muerte te convertirás en la madre de miles. Tú viste a tus hijos, Mercy, mis hermanos y hermanas. Cruzaste su mundo cuando fuiste a visitar a Jilo.
—Tú eres… eres una de las sombras —conseguí decir entre lágrimas.
—Sí —repuso. Me dio un beso gentil en los labios—. Imagínate cómo me sentí cuando casi fui destruido por los míos. La sangre dulce con la que me manchaste los excitó y confundió. Si hubieran estado más hambrientos y yo no tan bien alimentado, habrían podido destrozarme antes de que me diera cuenta de lo que hacían. Verás, tú eres mucho más lista que esa hermana tuya. Ella nunca se ha cuestionado que yo pudiera ser otra cosa que el niño que soñó tu tío.
Me felicitó levantando el pulgar y sonrió de un modo que mostró sus dientes blancos rectos.
—Tengo que decirte que llevo milenios esperando este día. Tu nacimiento, la intervención de Ginny… Fue un milagro. ¡Deseamos tanto vivir en vuestro mundo, Mercy! Pero solo hay poder suficiente para que salgamos unos pocos cada vez. Cuando los brujos activaron la barrera, quedamos atrapados entre dos mundos, sin estar del todo en ninguno de ellos. Cuando excavaron los túneles cerca del hospital Candler, se llenaron con tal cantidad de dulce desesperación y dolor que nos vimos atraídos a ellos; pero alimentarnos de esa exquisita agonía no nos permitió extraer ni una fracción del poder que necesitábamos para atravesar el velo. Había demasiados de nosotros, y la barrera era demasiado fuerte, así que esperamos el momento. Solo podíamos salir unos pocos cada vez, e incluso entonces, por poco tiempo. Aprendimos que podíamos extraer fuerza de los sueños de los humanos dormidos y con el tiempo empezamos a conocer a trabajadores de la magia que nos ayudaban a cambio de hacerles pequeños favores. Nos daban pieles que podíamos usar en tu mundo, pero las pieles nunca duraban mucho tiempo.
—¿Las sombras son buu arpías? —pregunté, tan sorprendida como si me hubiera dicho que eran duendecillos.
—Sí, así es como nos llaman en el sur, pero hemos tenido muchos nombres diferentes. ¡Qué demonios! Tú no podrías pronunciar nuestro verdadero nombre si te lo dijera. Ya está, he terminado. —Volvió a meter el dedo en la sangre y lo lamió. Arrojó el recipiente al suelo—. Tuve mucha suerte un día, cuando conocí a una doctora raíz en ciernes llamada Madre Jilo Wills. Ella me prometió que si vigilaba a los Taylor y le contaba lo que viera, me enseñaría a tejer mi propia carne. Encontraría el modo de darme energía suficiente para que nunca tuviera que regresar al mundo intermedio. Su plan empezó por hacerle creer al niño Taylor llamado Oliver que yo era su amigo especial. Después de eso, su deseo de tenerme cerca sería suficiente para mantenerme en vuestro mundo. ¡Oh, qué orgullosos estaban tus abuelos de Wren! Me consideraban la prueba evidente de que su Oliver era el brujito más brillante y poderoso del mundo. Pude extraer energía suficiente de ese pequeño bastardo para vivir bastante bien un tiempo —dijo.
Se apartó a admirar los dibujos que había hecho sobre mi cuerpo.
—Pero todos los pequeños crecen y Oliver no tardó en perder interés por mí. Con la ayuda de Jilo conseguí sobrevivir al periodo de sequía, pero era como vivir de hierba después de años alimentándome de ternera. Las cosas empezaron a mejorar cuando nació tu primo Paul y cuando tu madre os dio a luz a vosotras. Ginny hizo lo que pudo por encerrar tu energía aquí, pero no hizo un buen trabajo y a veces se filtraba una poca aquí y allá. Alimentándome de tu poder, pude hacerme más fuerte. Verás, desde que llegaste al mundo, has sido tú la que ha hecho posible mi existencia. Deberías estar orgullosa, porque soy tan hijo tuyo como ese coágulo que hay en tu vientre. Pronto tus otros niños quedarán también libres de su prisión. Y todo gracias a ti y a tu lunática familia.
Me puso una daga delante de los ojos.
—Esta es la hoja que acabará con tu vida. No temas, está afilada y prometo que será lo más rápido e indoloro posible. Tu muerte es el gran final del plan de tu hermana. En cuanto tenga lugar la ceremonia de investidura y la energía del ancla se haya aposentado en ella, me hará una señal y yo te clavaré esta daga en el corazón. En ese mismo momento, ella liberará tu magia y esta se unirá a la sangre viva más parecida a la tuya. Al final, siempre es cuestión de sangre, ¿verdad? —preguntó—. Maisie cree que ella será la sangre más parecida, pero…, bueno, ahora hemos llegado a la parte de mi plan que probablemente te resulte más desagradable.
Tomó la daga y hundió la punta justo encima de mi pecho. Grité de dolor y después de asco, cuando acercó los labios a la herida y succionó la sangre de mi cuerpo.
—Necesito hacer esto en cada uno de estos puntos —dijo. Tocó algunos de los lugares que había marcado en mi cuerpo, pinchó rápidamente cada uno de ellos con la daga, acercó la boca a las heridas y succionó profundamente. Gimió de placer—. Oh, chica, sabes de maravilla —dijo, con los dientes rojos detrás de sus labios ensangrentados—. Tu sangre arde en mí —declaró, cada vez más embriagado. Sus labios buscaron las heridas una y otra vez, y mi visión empezó a nublarse por el dolor y la pérdida de sangre. Entonces, de pronto, se apartó.
Los sonidos que me llegaban de la otra dimensión no eran plenamente audibles y estaban fuera de sintonía con las imágenes visuales que podía captar, pero aunque mis fuerzas estaban disminuidas y mis sentidos debilitados, sabía que la ceremonia de investidura había empezado. Sentí la hoja afilada de la daga de Jackson posarse directamente encima de mi corazón.
Oí que la voz de Maisie gritaba: «¡Paren!», una, dos y tres veces. Luego todo se convirtió en fuego.
Sentí que el poder de la barrera rechazaba a Maisie. El suelo tembló en los dos mundos y su energía reverberó alrededor de ella, e hizo titilar su imagen como un espejismo. Después, en un abrir y cerrar de ojos, ella desapareció.
Los brujos que habían formado el círculo a su alrededor parecían escandalizados y horrorizados, pero mantuvieron la disciplina y siguieron con las manos unidas. Del centro del círculo se elevó la bola de luz más hermosa que yo había visto en mi vida. Giró en un ángulo que no era posible en un mundo con solo tres dimensiones y se apartó de esa realidad. La bola rozó el costado de Emmet al desaparecer del mundo de los brujos y entrar en el mío, cada vez más grande y brillante.
Yo sentía todavía la punta de la daga de Jackson apoyada en mi carne, y él intentó apuñalarme con un último movimiento desesperado. Pero la esfera se expandió a nuestro alrededor, y quemó la sombra que se había disfrazado de Jackson. El rugido de las llamas ahogó sus gritos de rabia, angustia y enojo antes de que se convirtiera en ceniza. La daga que sostenía cayó al suelo delante de mí y se clavó en la tierra.
Hubo un relámpago de luz brillante, un resplandor que se apoderó de mi cuerpo, y sentí que el poder de la barrera entraba en mí; pero antes de que pudiera asentarse en mi interior, antes de que yo pudiera experimentar el arrobo que palpitaba dentro de mí, me golpeó una segunda ola, la de mi propio poder. Me sentí ahogada por una sensación que estaba en algún lugar entre el éxtasis y la vuelta a casa.
Cuando se apagó la luz, cuando remitió la euforia, ya no estaba atada al árbol. Estaba en el centro del círculo de brujos atónitos, en una zona de tierra quemada en la que nunca volvería a crecer ni una brizna de hierba.