Anécdota 3
Pero con diferencia la mejor de todas fue un día que me presenté en un head hunter muy prestigioso de Madrid, siempre con quince minutos de antelación, y me pasaron a la sala de "desespera", digo, la de espera.
Gentilmente me preguntaron si quería beber algo, diles siempre que no. Esto redunda en los gastos del contratante y allí me dejaron, en la glamurosa sala de la calle Velázquez. Y mientras esperaba, que nunca sabes muy bien qué hacer, me dio el mal de Moctezuma. Me pegó un retortijón que yo creí que me cagaba allí mismo. No sé si fue fruto de los nervios, del miedo o simplemente de los alimentos caducados que ya formaban parte de mi dieta. El caso es que vino Dios a verme cuando apareció la amable secretaria a informarme que el Sr. Head Hunter se iba a retrasar unos minutos. Amoratado le pregunté que dónde estaba el baño y sin separar mucho las piernas me transporté hasta el escusado y allí les dejé mi regalo. Nunca me llamaron. Sospecho que hubo comentarios después de mi visita, pues aunque le di con la escobilla esa, el baño no tenía ventilación...