Capítulo 20 - Volver a empezar…

Para este capítulo necesitamos B.S.O.

Busca por favor la canción de Manuel Alejandro “Para volver a volver” interpretada por Siempre Así o por el mismísimo Raphael… y escúchala antes de leer.

(ESPERO)

Para volver a volver

Como has vuelto mil veces,

Para decir que te vas,

Y al final te arrepientes,

Deja tu orgullo correr,

Deja de hablar y te callas.

No digas más que te marchas,

No digas más que te marchas,

Para volver a volver.

Me lo decía mi buen amigo Peter, que la música es su vida, o mejor… su vida es música. La llevamos a flor de piel, por la cantidad de sensaciones que nos transmiten los sonidos con los que sintonizamos. Nos cambian de estado de ánimo, nos hacen ver los colores cuando sentimos más el negro que el blanco y también, nos hacen saltar sin sentido, y nuestra autoestima sube como la espuma de una rica cerveza. Alguna vez lo hemos hecho, abrir las cuatro puertas del coche y salir a bailar en un semáforo con la música a tope. Veinte segundos de felicidad para nosotros y para todos los que estaban cerca, que no pudieron por más que jalearnos y animarnos con palmadas y ademanes. ¡Ole!

Subiendo el volumen los problemas parecen menores, tus posibilidades mayores y el mundo empequeñece mientras tú te elevas sobre él, asegura Peter.

Deja que la música te acompañe,

No digas más que no puedes,

No digas más que no puedes,

Para volver a empezar.

Y si yo escogí a mis amigos, no lo hice por error, ellos nunca han dejado de sorprenderme y de enseñarme. Mi buen amigo Isidro, decidió cortarse las uñas justo antes de salir de casa. Y hasta aquí hubiera sido todo normal si Mar, su mujer, no hubiera estado pegando alaridos, habiendo roto aguas y esperándole con la canastilla en el ascensor… el mismo día que dio a luz a alguno de sus cuatro hijos.

Él en su defensa alegó que ese día iba a dar la mano a mucha gente y no podía ir con las uñas como Paco de Lucía. ¡Con dos cojones! Ante todo mucha calma. ¡Ole y ole!

La música, la tranquilidad y el sentido del humor son filtros que uso para atenuar los envites que nos da la vida y así, darle la vuelta torera. Le quito hierro; va más ligera, más suave. Lo aprendí poco a poco, saboreando cada sorbo.

Y un día cualquiera, con una calada de esas profundas que le doy al alma, me pregunto…

¿Y si cambio de vida?

A lo mejor esto que te ha pasado es una señal y te han hecho un gran favor… quizás sea el momento para romper la baraja.

¿Sabes que hay algunos afortunados que se ganan la vida haciendo lo que les gusta? Qué pasa, ¿ya estás diciendo que eso es imposible? Que no tienes cuerpo para el “porno”… pues oye aunque suene raro hasta para eso hay una oportunidad.

En serio, hay que buscar dentro, muy dentro de ti. Qué te hace feliz, qué te gusta, de qué color es tu talento, qué soñabas con ser de pequeño...

Mi amigo y ex-compañero Chema, hoy va de exaltación de la amistad, cada vez que vuelve de vacaciones me cuenta con todo lujo de detalles, que va a dejar todo y se va a vivir a Vera, que ha encontrado un traspaso de un restaurante, que es un chollo y ya tiene hecho el “business case”. Que tiene suficiente para vivir. Será feliz el día que arranque. Me gustará estar allí.

Hay un día que tienes que dejarlo todo. Sin mirar atrás. No quiero morirme sin haberlo intentado al menos.

¿Y si sale mal? Pues no pasa nada. Siempre se puede volver a empezar. Yo me prometí que si algún día lo perdía todo me iría a Cuba. Les vi sonreír, les vi vivir y les oí cantar y bailar sin nada. Es que vida, amigos, sólo tenemos una. Y por lo menos hay que intentar ser feliz. Y si has llegado a este punto y no te encuentras, ni te reconoces, quizá haya sido el destino el que te ha dado una nueva oportunidad.

Cuando me quedé sólo en casa, además de buscar un trabajo por cuenta propia y ajena, decidí que iba a escribir un libro. Aquí lo tienes. Ya está casi terminado. Que iba a volver a dar clases, pues comencé mi carrera profesional dando clases de Marketing en una subcontrata de otra subcontrata a desempleados mayores de 40 años. Pues llevo desde entonces colaborando con ESIC, la mejor escuela de España de Marketing. Me propuse ser feliz todos los días, esto último he de confesar que no lo consigo todos, todos los días. ¡Pero he mejorado muchos!

Para poder hacer felices a los demás tienes primero que ser feliz tú.

Nos iría mucho mejor a todos, si intentáramos ser felices y por ende hacer felices a los demás.

El otro día mi hijo mayor me dejó preocupado y pensativo. Le pregunté cómo le gustaría que fuese el mundo, ¡vaya pregunta!, con nueve años. En fin, yo esperaba que me dijera algo idílico, tipo… me gustaría un mundo en paz, o en que todos siempre estuviéramos contentos, o algo así, pero me dijo “me gustaría que todo fuera GRATIS”… después de soltar una carcajada, me quedé pensando que estamos transmitiendo valores erróneos a los niños. Esta sociedad no está construida sobre cimientos sólidos.

Luego le eché la “chapa” de lo importante que era ser feliz y bueno. Pero para mí que seguía teniendo “in mente” bajarse alguna de esas aplicaciones del iPad que nunca son gratis…

Conozco unos que lo dejaron todo y se fueron a la Patagonia con sus hijos… no tienen tele, ni iPhone, ni Adsl de máxima velocidad… yo tampoco lo entiendo. ¿O sí? Annibal no tiene WhatsApp.

En fin, que todos conocemos a alguien, que le ha echado “huevos” y ha dado el paso. Sea pequeño o grande y ha cambiado algo y ahora está orgulloso de sí mismo y lo único que se pregunta es ¿por qué coño no lo hice antes?

Piénsalo!

He cambiado un poco la letra…  ahora canta conmigo…

Para volver a volver

Empieza ya de una vez,

Que no te falte el coraje,

Ese que sé que te sobra,

Para nunca volver,

Para decir que te vas.

Y al doblar esa esquina,

Sólo tienes valor,

Para no mirar atrás,

Que ya no cabe la duda,

De que un día te irás

No digas más que no puedes,

No digas más que no puedes,

No digas más que no puedes,

Para volver a empezar.