8
Sabrina
Trad.ucido S.O.S por ஓ¥anliஓ
Corregido por Liraz
Sentí a Caston contener la respiración y su cuerpo se puso rígido a mí alrededor después de hacer esa pregunta. ¿Por qué eso le había afectado tanto? Se aclaró la garganta y dijo:
—Yo ayudé a limpiar el armario en la habitación de Mark. Yo fui el que se encontró tu bolso de danza.
Oh, ¿cuán estúpida podría ser? Por supuesto, así fue como él lo supo.
—¿Caston?
—¿Sí, Sabrina?
—Gracias, otra vez.
—Ahora duerme. —Me atrajo más cerca, y caí dormida en un sueño pacífico.
* * *
Mark y yo habían estado juntos durante casi un año. Era guapo, si sólo veías la superficie. Sentí las miradas de reojo de las chicas que pensaban que yo debía sentirme como una reina, después de haber enganchado a Mark Baker. En raras ocasiones, muy raras, podría ser agradable y dulce, pero la mayor parte del tiempo él era aterrador. En realidad no era demasiado malo cuando colaboraba con él.
Me recosté en la cama en la casa de la fraternidad e hice algunos ejercicios de estiramiento de pierna, mientras esperaba a que volviera a casa de la práctica de fútbol. Había estado en un estado de ánimo últimamente y yo estaba tratando de darle una sorpresa y estar allí justo cuando llegara a su casa para darle un masaje y hacerle la cena. Cerré mis ojos y mi mente vagó de nuevo a la última semana de verano, cuando Mark me llevó a una cabaña en el lago para unas vacaciones de último minuto antes de que se pusiera en marcha nuevamente la temporada de fútbol. Estábamos completamente solos. Él era muy atento e incluso me compró flores. Era casi como si fuera el Mark con el que estaba saliendo. La última noche allí fue la más increíble. Una cena con velas en el patio y Mark estaba adulando todo mi cuerpo. Me sentí tan preciada. Cuando terminamos de comer, poco a poco se inclinó, besó mi mejilla, y me susurró al oído:
—Tengo una sorpresa para ti, bebé. —Me volví para mirarlo a los ojos y sonrió. Sentí mis mejillas cada vez más caliente mientras me miraba a los ojos tan profundamente—. Espera aquí.
Mark me dio otro beso y caminó al interior. Estaba nerviosa. Era tan diferente a él. Empecé a inquietarme cuando vi su sombra aparecer en la ventana de la cabaña mientras se abría camino de vuelta a mí. Después apareció en el umbral. Él era más que una silueta. ¿Qué estaba llevando? Oh guao, era un estuche de guitarra. ¿Podía tocar? Se acercó y puso su silla justo en frente de mí.
—No sabía que tocabas la guitarra.
—En realidad nunca le dije a nadie antes. Ninguno de los chicos lo sabe.
Se veía tan lindo cuando se sonrojaba. Él se estaba abriendo para mí. Todas esas duras palabras que me había dicho durante este año pasado parecían desaparecer. Me estiré hacia adelante y aparté el cabello de sus ojos. Parecía avergonzado.
—¿Por qué esa cara? —le pregunté.
Él levanto la mirada y sonrió.
—Tenía miedo de que pensaras que era un estúpido por tocar la guitarra.
—De ninguna manera, Mark. Gracias por compartir esto conmigo. No puedo creer que estés en este momento diciéndome esto. Además, los que tocan la guitarra son SEXYS.
Él se echó a reír. Me hizo sonreír al escuchar su risa.
—¿Puedo tocar algo para ti?
Asentí y me recosté en mi silla. Él sacó su guitarra ajustándola, así que estuvo afinada. No pude dejar de notar cuán magnífico lucia en esta iluminación oscura. Su cabello todavía estaba un poco húmedo por nuestro nado temprano y llevaba una camiseta blanca y pantalones vaqueros negros. Luego, lentamente, comenzó a rasguear, y mi corazón comenzó a revolotear. Él estaba mirando hacia abajo en la guitarra y no hizo contacto visual conmigo. Fue perfecto. Yo lo miraba con asombro mientras él cantaba. Su voz era increíble. ¿Por qué no compartía esto con nadie más? Cuando terminó, alzó la mirada hacia mí. La expresión en sus ojos hizo que mis rodillas temblaran. Lentamente puso la guitarra a un lado y se pasó las manos por el pelo. Puse una mano en cada lado de su cara y lo hice mirarme.
—Eso fue realmente hermoso. Tienes mucho talento y deberías compartir este regalo con los demás. Gracias por compartirlo conmigo. No reconocí la canción sin embargo. ¿De dónde es?
—Yo la escribí. —susurró tan bajo, que apenas lo oí.
Me incliné hacia delante y le di un beso muy suavemente. Él me miró y me recogió, llevándome dentro a la habitación y en realidad me hizo el amor esa noche. La única vez en este año que realmente pareció preocuparse por mí y tomarse su tiempo. Me gustaba este nuevo Mark.
Sonriendo para mí misma por este recuerdo me hizo acariciar mi estómago al pensar en lo que pasó esa noche, y lo que nuestras vidas iban a ser como ahora debido a ello.
Me desperté con el portazo.
—Hola, bebé. Acabo de soñar con. . .
—¿Qué hay para cenar? Sabes que me gusta mi comida lista cuando llego a casa de la práctica. He arriesgado todo para tenerte aquí. Al menos podrías hacer las cosas bien. Hazlo ahora, y cuando vuelvas necesito una liberación. La puta práctica fue una mamada hoy.
Suspiré. El tranquilo e increíble recuerdo se perdió, una vez más. Me levanté y recogí sus bolsos donde los dejó caer en el suelo y recogí la ropa que tiraba mientras caminaba hacia la cocina de la casa de la fraternidad.
* * *
Me desperté de mi sueño. ¿Qué hora era? Mis ojos se abrieron lentamente, cuando el sol estaba empezando a asomarse a través de las ventanas. Sentí los brazos fuertes a mí alrededor, y me acurruqué más en el abrazo de Caston. Podría acostumbrarme a esto. Le oí gemir, y sentí que se levantaba en su codo y mirar hacia mí.
—Buenos días, Bre.
Me reí y rodé sobre mi espalda. Se veía delicioso. Pase mis dedos en su pelo y tiré de él para darle un beso.
—Mmmm, buenos días a ti. Bre, pensé que insistías en Sabrina, ¿Cass? —pregunté con una risita.
—¿Cass? —negó con la cabeza—, he cambiado de opinión. —Me sonrojé, y me incliné para besarlo de nuevo. Lo profundizó esta vez, y sentí su erección presionando contra mi muslo.
—Podría acostumbrarme a despertar de esta manera.
—Yo también, Bre, yo también.
Lentamente dejó que sus manos recorrieran por mi cuerpo, y cuando llegó a mi sexo, su dedo se deslizó en mis suaves pliegues. Su toque al instante me puso húmeda. Él jugó con mi clítoris, mientras sus labios rozaban mi cuello, la sensación me hizo temblar. Dejé escapar un gemido, cuando se envainó a sí mismo. Estaba tan lista para él. Cuando se empujó al interior, el estiramiento fue alucinante. Poco a poco comenzó a moverse. Cerré los ojos y arqueó la espalda hacia él.
—Sabrina. Bre, por favor, mírame.
Me quedé inmóvil, Mark nunca quiso que yo lo mirara cuando estábamos teniendo sexo. Le pedía que me mirara, pero él gritaba, o simplemente se iba si yo lo hiciera. Con el tiempo, dejé de pedírselo. Me daba vergüenza que quisiera sentir esa conexión. ¿Cómo podía mirar a Caston a los ojos después de que me hubieran dicho por mucho tiempo que no debería? Sentí que mis ojos comienzan a empañarse detrás de mis párpados, sin saber qué hacer.
Abrí los ojos y miré profundamente en su alma. Se estaba dando a mí con su mirada. Inclinándose me besó con ternura, y me relajé en su abrazo.
—Ahí está mi dulce chica —susurró.
Sus movimientos se aceleraron y no iba a durar mucho más tiempo.
—Oh, Caston, por favor. Quiero que acabemos juntos. No puedo esperar demasiado... —De repente, sentí que comenzaba a sacudirse, y fue mi perdición. Gritó mi nombre, y devoró mi boca mientras terminábamos.
Yacimos en los brazos del otro, y él me acarició el brazo con suavidad.
—¿Tienes hambre, Sabrina? —preguntó.
Como si fuera una señal mi estómago gruñó. Me reí:
—Supongo que sí.
—Vamos levántate y consigamos algo para que comas entonces. —Él se apartó, y anhelé que regresara su toque tan pronto como ya no estaba.
Rodé sobre mi estómago, mirando a Caston poniéndose los pantalones de chándal. Me golpeé los ojos y dije:
—Prefiero tener un poco más de ti para el desayuno.
Caston rió. Se acercó y golpeó mi culo.
—Levántate. Por mucho que me encante lo que estás ofreciendo, necesito recargar también. Me estás agotando.
Le sonreí y me sonrojé. El cachete de mi culo picó cuando me golpeó, pero al instante me puso húmeda y lista para él. Nunca podría cansarme del contacto de este hombre.
Una vez que estuve decente, Caston tomó mi mano y caminamos juntos por las escaleras a la barra del desayuno. El sol brillaba hoy, reflejando mi estado de ánimo. Estaba segura de que nada me podía molestar. Nos sentamos en los lugares que Jules había establecido. Yo no podía dejar de sonreír. No me había sentido tan bien desde. . . desde antes de conocer a Mark. Es increíble cómo llegué a acostumbrarme tanto a ser infeliz, desarrollé una nueva definición de lo que feliz significa encajándola en mi nueva realidad. Supongo que no me di cuenta de eso, hasta que se me presentó como un regalo que sacó a la luz lo que me he estado perdiendo.
Tenía la sonrisa más grande en mi rostro. Me parecía que no podía dejar de mirar a Caston mientras comíamos el desayuno.
—¿Qué? —Se rió—. ¿Tengo algo en la cara?
—No —le respondí, riendo como una colegiala—. Solo que estoy tan feliz. Me siento como si un peso de una tonelada se ha levantado de mis hombros y soy una nueva persona.
Una sonrisa apareció en el rostro de Caston. Alargó el brazo para meter un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Me alegro de oír eso, Bre. Sólo va a mejorar. Te lo prometo, ¿de acuerdo?
Asentí y volví a mi desayuno. Cuando terminamos, me levanté y recogí los platos y comencé a limpiarlos. Caston caminaba detrás de mí, enrollo sus manos alrededor de mi cintura y me besó en el cuello. Me estremecí.
—Eso hace cosquillas, pero, por favor, no te detengas.
Sentí su sonrisa en mi piel, mientras movía mi cabello y se mantuvo besando más arriba mi espalda y mi otro hombro.
—Sabes que yo contrato a alguien para limpiar los platos, ¿no es así?
—Sí, pero no quiero ser una carga para Jules, ya que por lo general sólo se ocupa de ti.
—Mmmm, sabes maravilloso Sabrina —tarareó, mientras seguía besándome. No estaba segura de cómo no rompí algún plato en el fregadero. . . apenas podía concentrarme—. Es fin de semana. ¿Qué te gustaría hacer? Te llevaré a cualquier lugar al que quieres ir.
Capturó mi boca con la suya cuando me di la vuelta para mirarlo. Mis manos estaban mojadas de los platos, pero no pude resistir empujarlas por su cabello. Sus manos agarraron mi trasero, levantándome y envolví mis piernas alrededor de su cintura. Él me acercó a la barra de desayuno y me sentó.
—Oh, eso está tan frío —dije, riendo por su beso.
—Creo que necesitamos calentarlo entonces, ¿verdad? —gruñó Caston.
Cuando sus manos empezaron a empujar mi camisa, alguien se aclaró la garganta en la puerta. Mi cabeza se levantó de golpe, y empezó a darme vuelta. Me pareció oír a Caston murmurar «joder» en mi pecho.
—Bueno, creo que no volveré a comer en tu casa nunca más, a menos que desinfecte el mostrador primero. Caston, querido, ¿dónde están tus modales? ¿Cómo te eduqué?
—Madre, tengo veintiséis años, esta es mi casa. Puedo maldecir y hacer tanto como me plazca. —Quise morir. No me daría la vuelta para ver a la mujer de pie detrás de mí, y desee simplemente poder fundirme con el suelo. Incluso Caston aún no había mirado hacia ella. Llevó las manos hasta mi rostro y me besó en la nariz—. Estaré de vuelta enseguida. Por favor, no vayas a ninguna parte.