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Caston
Traducido SOS por Marijf22
Corregido por Pily
¡Malditos idiotas! Bastardos borrachos haciendo sentir a Sabrina como si solamente quisiera que trabaje para mí porque estamos involucrados. Ella es una mujer talentosa. ¿Dónde está?
Me excusé, después de decirle a Dan que sus cosas de BH serían embaladas y regresadas a él el lunes. No lo quiero de vuelta en BH nunca más. No tolero cosas así, borracho o no.
Al ver a Jake venir hacia mí sentí un ligero pánico, pensando que algo le había sucedido a ella.
—Jake, ¿cuál es el problema? ¿Dónde está Sabrina?
—Acaba de salir afuera. ¿Me dijo que podría haber un problema con alguien en la cena?
—Solo Dan siendo el estúpido que por lo general es. Por favor, sácalo sin crear una gran escena.
—Muy bien, señor.
Me dirigí hacia la puerta. La vi debajo de la carpa en la terraza. Su pelo recogido en lo alto de su cabeza y su figura era de infarto en ese vestido. La luz de la carpa se filtraba alrededor de ella y parecía como si un ángel estuviera delante de mí.
Abrí la puerta y caminé hasta su espalda. La electricidad de la tormenta combinada con la conexión entre mi amor y yo cargó el aire. Deslicé mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola contra mi pecho.
Rápidamente se secó los ojos, tratando de ocultar que estaba llorando.
—Sabrina, por favor, no tomes en serio lo que dijo. Es un imbécil, que ya no trabaja para mí.
—Pero, Caston, estoy segura de que dijo lo que todos en esa mesa piensan. Nadie ha visto mi trabajo, todavía.
—Ellos no necesitan ver tu trabajo. Soy el único que necesita hacerlo. Es de lo que me ocupo.
—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?
La pregunta tenía una doble intención. Sentí como si no siguiéramos hablando del trabajo. Mi corazón se rompió y mi estómago dio un vuelco.
—¿Qué? —susurré.
Se dio la vuelta en mis brazos. Tenía la cara tan solemne.
—No creo que esto vaya a funcionar. Estoy tan fuera de lugar con tu grupo. Nadie me toma en serio. Todos piensan que solamente estoy contigo por tu dinero.
Más lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. No, esto no está sucediendo.
—No me puedes dejar. —Las palabras lucharon por salir.
—¿Por qué, Caston? Estarías mejor sin tener que lidiar conmigo; Beverly te dejaría en paz, tus empleados no pensarían que estás yendo demasiado lejos, y bueno...
Di un paso atrás, sosteniéndola a una distancia del largo de un brazo extendido. ¿Estaba equivocado acerca de hacia dónde nos dirigíamos? Vi la mirada en sus ojos, y sabía que ella solo estaba tratando de ser valiente. Estaba destrozada por dentro. No podía soportarlo.
Caí sobre una rodilla, metí la mano en el bolsillo de mi abrigo y saqué una caja de terciopelo negro que había colocado allí antes. Sus ojos se abrieron como platos al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
—Sabrina Marie Bennett, sé que no nos hemos conocido el uno al otro durante mucho tiempo, pero la vida es demasiado corta para pasar un solo minuto infeliz sin ti. Has superado un pasado difícil, y yo también. No son las cosas que nos han sucedido en la vida lo que nos define, es cómo las manejamos. Y no quiero que nos enfrentemos a ellas solos. Yo tenía un oscuro vacío en mi vida que tú llenaste, iluminaste mi vida, me diste esperanza para el futuro. Estoy aquí para ti. Voy a estar a tu lado en tus días buenos y malos. Voy a pasar cada minuto tratando de hacer que tus días malos sean buenos. Quiero que estés conmigo hasta el final. Eres mi todo; por favor, acepta mi propuesta, sé mi compañera en la vida... mí... ¿otra mitad?
Las lágrimas caían de sus ojos, pero su sonrisa se apoderó de su rostro. Sostuve la caja del anillo abierta para ella, mostrando los tres diamantes brillantes redondeados en una alineación caret con un puente de diamante negro que adornaba el centro. Los diamantes se curvaban hacia arriba para acunar el diamante central.
Se quedó sin aliento cuando le mostré el anillo. Comenzó a asentir con la cabeza.
—Estás loco, ¿lo sabías?
—Solo por ti. ¿Cuál es tu respuesta?
—Sí, oh, Dios mío, ¡sí! —Me tendió la mano, y yo lo deslicé en su delgado dedo.
De pie, la recogí en un abrazo y la hice girar. Su risa era mágica. Poniéndola sobre sus pies, tomé su cara entre mis manos y le di un beso en los labios. Como si fuera una señal, fuegos artificiales comenzaron de fondo.
Se echó a reír y llorar contra mis labios.
—De verdad piensas en todo.
—Bueno, me gustaría poder tomar el crédito sobre los fuegos artificiales, pero que no fui yo —me reí.
Se echó a reír también, secándose los ojos. Sus labios estaban húmedos e hinchados por nuestros besos. La sostuve entre mis brazos mientras veíamos el espectáculo.
—Desearía que no tuviéramos que volver a mi fiesta. Preferiría devorarte a ti en lugar de al pastel.
—Lo bueno es que yo velo por los mejores intereses de mi prometido —dijo, mientras sostenía una llave que extrajo de su bolso.
—Pero... ¿Cómo...? ¿Qué? —Estaba teniendo problemas para hablar coherentemente.
Se encogió de hombros.
—Me dijiste que siempre quisiste un cumpleaños tranquilo.
La hice girar de nuevo y capturé su boca en la mía otra vez.
—Nadie ha sido capaz de sorprenderme. Tú, querida, me has sorprendido numerosas veces. Te amo, muchísimo.
Le ofrecí mi brazo y caminamos de vuelta al edificio hasta el ascensor, pasando junto al resto de la cena. Quería adorar su cuerpo por el resto de la noche.
Al entrar en el ascensor, nuestros cuerpos chocaron. Sus manos estaban en mi cabello, la apreté contra el bulto en mis pantalones. Tenía que tenerla. Nunca nos separamos en nuestro camino a nuestra nueva habitación.
Afortunadamente, nadie más se unió a nosotros en el ascensor. Cuando las puertas se abrieron, agarré su mano y tiré de ella a lo largo de la sala, tratando de llegar rápidamente a la habitación.
Al entrar en la habitación la sostuve contra la pared. Sus manos deshicieron mi corbata, mientras besaba la línea de su cuello y mandíbula. El dulce sabor de su piel me abrió el apetito. Su piel estalló con piel de gallina. Adoraba la forma en que reaccionaba ante mí.
Deslizó la corbata fuera de mi cuello, y la metí en el bolsillo de mi pantalón. Sus brazos empujaron mi chaqueta quitándomela y la dejé caer al suelo.
Extendiendo las manos en dirección a su culo, lo agarré a través del material de satén de su vestido. Esto me estaba matando. Todavía besándonos, ya que no queríamos separarnos por demasiado tiempo, nos dirigimos a la cama.
Le di la vuelta y la atraje hacia mí, besando a lo largo de la parte posterior de su cuello, a medida que empezaba a deshacer la parte de atrás de su vestido. Los pequeños gemidos procedentes de sus labios eran como música.
Finalmente liberándola del material, se lo bajé por su cuerpo. Estaba desnuda de cintura para arriba. Enlacé mis brazos a su alrededor, atrayéndola de nuevo en mi contra. Una mano encontró y acarició su seno, mientras la otra se movía en torno a su cuello, tirando de su cabeza hacia un costado para darme un mejor acceso al lugar que la hacía hacerse añicos en mis manos.
—Oh, Caston —gimió.
Mordisqueé y chupé su cuello, enviando un temblor a recorrer su cuerpo. Lentamente, se salió de mis brazos y se volvió hacia mí. Su cuerpo era perfecto. Se quitó el vestido, y ahora estaba de pie delante de mí en su tanga negra y esos magníficos zapatos.
Se inclinó para quitarse los zapatos, pero no podía permitir eso.
—Déjate los zapatos puestos —gruñí.
Se pavoneó hacia mí, tirando de su pelo, liberándolo en una cascada de rizos morenos que cayeron sobre sus hombros y espalda.
Apresando los botones de mi camisa en sus manos, poco a poco comenzó a desabrocharlos. Deslicé mis manos en su pelo, besando sus deliciosos labios. No podía conseguir suficiente de ella. Cuando consiguió sacarme mi camisa, supe que no iba a durar mucho más tiempo. La tendí sobre la cama, retirando rápidamente mis pantalones.
Mi pene saltó libre y me arrastré hasta su cuerpo.
—No puedo esperar mucho más tiempo. Te necesito, ahora. Después podré pasar el resto de la noche adorándote.
Le quité el trozo de material que decían ser sus bragas con los dientes, haciendo una pausa para tomar una probada de ella cuando pasé por su montículo. Estaba empapada.
Me arrastré subiendo por su cuerpo, besando su suave piel mientras me movía a lo largo de ésta.
Una vez en su cuello, enlacé mis brazos alrededor de su cintura y giré para colocarla encima de mí. Quería verla tomando el control.
Se sentó a horcajadas de mi pene y lo engulló en un único empuje. Su clítoris golpeó mi piel, se sentía en llamas. Sus músculos se apretaron a mí alrededor. Podía notar que estaba tan cerca como yo. Quería todo de ella. Era mía. No podía esperar para hacerla mi esposa.
Sus caderas hicieron círculos y se movió hacia arriba y abajo de mi pene, recubriéndome con sus jugos. Me senté y enredé su pelo en mi mano, tirando de él. Jadeó, y sentí un flujo por encima de mi pene. Me encantaba lo sensible que era.
—Caston. —Mi nombre sonó apasionado.
—Oh, Sabrina, te amo —gruñí, mientras me empujaba en su interior un par de veces más antes de derramarme en ella. Su propia liberación se produjo tras la mía mientras me apretaba con fuerza.
Se desplomó para atraerme en un abrazo. Seguí sosteniéndola hasta que sentí que los espasmos alrededor de mi pene se desvanecían.
—Me alegra de que hayamos llegado a la habitación. Quería rasgarte ese vestido en el ascensor.
Se rió, luego bostezó. La coloqué en la cama y me levanté. Caminando hacia el baño, me limpié. Cuando terminé llevé una toalla y la limpié, suavemente. Le quité los zapatos, haciendo una nota mental de que definitivamente tendría que usar estos de nuevo, y me metí en la cama junto a ella, atrayéndola contra mi pecho.
Le acaricié la espalda ligeramente con mis yemas, mientras la observaba admirar su anillo.
—¿Te gusta?
Puso su mano sobre mi pecho y me miró.
—Me encanta. Es hermoso Caston. Te amo más que a nada. Gracias.
Le besé la parte superior de su cabeza:
—Duérmete, ahora. Tenemos que volar de vuelta a casa mañana, y tengo la intención de cansarte bastante durante las próximas horas.
Se rió, pero bostezó de nuevo. Apoyando la cabeza nuevamente, solo pasaron un par de segundos antes de que cayera dormida sobre mí.
Así es como debía ser, cómo sería de ahora en adelante.