7
Sabrina
Traducido por ஓ¥anliஓ
Corregido por Liraz
Me desperté con un sobresalto. Oh, querido Señor, ¿cuánto tiempo estuve dormida? Miré por la ventana y noté que el sol se estaba poniendo. Me acurruqué de nuevo bajo la manta. Al oír un ruido detrás de mí, me levanté de un salto y giré mi cabeza.
—Oh, Dios mío, me has dado un susto de muerte, —le dije a Caston, que estaba a la espera en la puerta—. ¿Cuánto tiempo has estado en casa?
—Oh, alrededor de una hora. He estado observándote dormir. Te veías tan tranquila, que no quise despertarte.
Me sonrojé y negué con la cabeza ligeramente.
—Me gustaría que lo hubieras hecho. Estaba soñando con Mark, y ahora mi estómago está descompuesto al comprender lo estúpida que fui por estar con él alguna vez. Mi mente está reconociendo las cosas que no podía hacer antes.
Caminando hacia mí, apartó el cabello de mi rostro. Volví la cabeza y le besé la palma.
Él tomó mi mejilla.
—Sabrina, todo el mundo comete errores en su vida.
Su mano se deslizó lentamente detrás de mí cuello y me atrajo hacia él. Me lamí los labios en anticipación de su beso. Mis entrañas se apretaron. Sus labios rozaron los míos lentamente, con el toque más dulce. Sentí que mis labios cosquillearon, cuando su lengua lentamente los separó, buscando el calor de mi boca. Lenta y sensual, este beso no era como el de esta mañana. Frenó el beso, apartándose.
Apoyó la frente en la mía, nuestras narices tocándose, y pronunció las palabras que yo estaba pensando.
—Espero que me dejes besarte todos los días a partir de ahora. —Asentí. Yo estaba perdida para las palabras. Este hombre se estaba convirtiendo en especial para mí, rápido. Eso me asustaba, y me excitaba.
Se apartó de mí y miró lo que llevaba puesto. Sonreí y me encogí de hombros.
—¿Qué te puedo decir? Te eché de menos, quería estar cómoda, y no tengo ropa aquí.
Riéndose de mi declaración, me levantó, haciéndome ponerme de pie delante de él, y me dio la vuelta lentamente.
—Bueno, si me permites decirlo, mis sudaderas nunca han lucido tan bien. —Me reí cuando tiró de mí por otro beso. Finalmente, se echó hacia atrás y dijo—: Debes tener hambre. Has dormido todo el día, y Jules dijo que casi no comiste el desayuno después de que me fui.
Asentí con una sonrisa tonta en la cara.
Agarró mi mano y me condujo a través de la habitación principal, hacia el balcón. Tenía una cena dispuesta en la mesa con vistas al estanque a un lado de la casa.
—Oh, esto huele delicioso. Creo que estoy más hambrienta de lo que pensaba. —Las velas parpadeaban en la brisa y los sonidos de los grillos empezaron a medida que el sol se hundía lentamente en el horizonte—. ¿Por qué el cambio? —le pregunté.
Pareciendo perplejo, Caston preguntó:
—¿Qué quieres decir?
—Esta mañana estabas cien por ciento insistente en que esperáramos a que me hubiera reunido y establecido las cosas con Mark y ahora...
Él suspiró. Oh, no. No me iba a gustar lo que dijera, ¿no?
—Bueno, le hice una visita a Mark esta mañana después de que te dejé. Espero que no te enojes conmigo por hablar con él. Quería asegurarme de que no le hice daño ayer, y quería ver cuáles eran sus intenciones contigo. —Abrí la boca para hablar, pero él levantó su mano para detenerme—. Entiendo que no soy tu guardián, y espero que no pienses que me estaba entrometiendo, pero los sentimientos que tengo por ti son tan...
Mi rostro se suavizó. Interrumpiéndolo, le dije:
—No estoy enojada. Estoy reviviendo, en realidad. Para ser honesta, yo tenía miedo de enfrentarme a él.
—Yo nunca te dejaría hacer algo que te pusiera en peligro. Me gustaría estar contigo todo el camino. —Él se inclinó sobre la mesa y me agarró la mano, acariciando el dorso con el pulgar.
—Sólo hay un problema —dije, tratando de contener mi sonrisa.
—¿Ah, sí? ¿Cuál sería ese?
—No tengo ropa. Se supone que tenemos que buscarlas en la casa hoy.
Guiñando hacia mí, levantó mi mano a sus labios, luego me miró detenidamente con sus ojos ardientes y dijo:
—A pesar de que me gusta verte desfilando por ahí con mi ropa, Terrance y mis otros chicos empacaron todas sus pertenencias y las trajeron esta tarde.
Riendo, me lancé de mi silla, atrapándolo con la guardia baja. Sentándome a horcajadas sobre él, agarre su cara y le di un enorme, húmedo, beso en sus labios. Cuando me retiré, se rió de la más deliciosa manera que jamás he oído.
—Usted, señor, es mi caballero de brillante armadura. Me has salvado.
Recogiéndome, me llevó de vuelta a la habitación y me puso en la cama. Su rostro se puso serio.
—Yo no soy tan caballeresco como podrías pensar, pero me ocupo de los que significan algo para mí. —Inclinándose, él devoró mis labios. Sus manos hicieron lentamente su camino por mis costados hasta el extremo de mi camisa. Deslizó sus manos por debajo de ella, y me tocó el vientre desnudo. Se sentía como relámpagos yendo directamente a mi centro. Movió sus besos a mi oído y mordisqueó el lóbulo de la oreja, acariciando con su lengua. Su cálido aliento envió escalofríos por mi espina dorsal. Una mano se movió lentamente hasta ahuecar mi pecho, y la otra se deslizó debajo de la banda de los pantalones deportivos. Sentí una sonrisa en mi cuello, al darse cuenta de que no llevaba nada debajo de ellos.
—Sin pantis, Sabrina. Lo apruebo. —Gemí y arqueé la espalda para tratar de mover la mano más abajo. Su mano se movió al camino opuesto del que yo quería, y gemí—. Todo a su tiempo. Disfruta de la sensación.
Él retiró la mano de mis pantalones y sacó la camiseta por encima de mi cabeza. Bajando la mirada hacia mí había un hambre en sus ojos que hizo que mis jugos fluyeran.
—La perfección que sólo una bailarina puede tener —dijo, mientras acariciaba mi pecho y tomó mis pezones entre sus dedos. Gemí y dejé escapar un grito ahogado cuando los apretó. Bajando la cabeza, tomó uno en su boca y lo mordió. Yo nunca había tenido a nadie idolatrándome con tanta pasión. Todos estos eran nuevos sentimientos y sensaciones. No quería que se detuvieran nunca. Sus labios rozaron ligeros besos por mi cuerpo, deteniéndose en mi ombligo, beso de un lado al otro. Sus manos mantenían mis pezones en picos duros, mientras lentamente bajaba más. Se detuvo justo encima de la cintura de los pantalones. Le pasé las manos por el cabello, con ganas de agarrarme a cualquier cosa. ¿Cómo pudo hacerme llegar a mi punto de ruptura con sólo besarme?
Alzando la mirada hacia mí, dice:
—¿Puedo continuar?
Como si incluso tuviera que preguntar.
—Oh, Dios, sí —Jadeé. Sonreí ante el pensamiento. Preguntarlo no sólo era increíblemente sexy, era un buen cambio de ritmo.
Arrastró mis pantalones hacia abajo, mientras lentamente besó su camino por mis piernas. Retrocediendo hasta mis caderas se detuvo cuando llegó a la única cosa de la que me arrepentí en mi etapa de rebeldía. Un pequeño tatuaje de Tinkerbelle justo debajo del hueso de mi cadera izquierda.
Frotando el dedo sobre él, haciendo cosquillas, él dijo:
—¿Tinkerbelle?
Me sonrojé. Sólo otra persona sabía de este tatuaje. Me encogí de hombros:
—Yo era joven y tonta. ¿Qué puedo decir?
Él lo besó muy suavemente, haciéndome temblar.
—Me encanta la forma en que hueles. Eres embriagante. —Removí mis caderas debajo de él, tratando de hacer que su boca se mueva más cerca de donde lo necesitaba. Quería sentir sus labios sobre mí en mi área más privada—. Desnuda, como a mí me gusta.
Con eso se zambulló, y de inmediato sentí construirse el clímax. Todo lo que él hacía era la perfección. Él lamió y chupó los labios, mordisqueando mi capullo, después con un giro rápido de su lengua me fui por el borde. Él no se detuvo, por lo que me elevó, de nuevo. Moviendo los dedos dentro de mí, extendiéndome, los sentí curvarse para tocar mi punto-G. Dejé escapar un grito que nunca me había oído hacer antes. Me vine con tanta fuerza que me retorcí. Nunca quise que se detuviera.
Lentamente me acarició bajándome de lo alto. Parándose, descartó rápidamente sus pantalones y su glorioso pene saltó libre haciéndome aguantar la respiración. Él era enorme. Nunca había visto un pene así de perfecto antes. Abrió un condón y lo deslizó bajando por su eje duro antes de inclinarse para empezar a moverse por mi cuerpo. Sentí su punta queriendo acceso.
Caston me miró con un fuego en sus ojos que me hizo aguantar la respiración.
—Por favor, Caston... necesito sentirte. —Le supliqué.
Dudando brevemente, él me miró, el hambre en sus ojos me hizo jadear. Nuestros ojos se encontraron y con un rápido movimiento estuvo dentro de mí hasta la empuñadura. Él me extendió más de lo que nunca he estado estirara antes. Arqueé mi espalda y agarrándome a sus hombros. Los músculos se contrajeron bajo mis manos, y clavé las uñas en su piel. Él gruñó, mientras empezaba a moverse. Los ruidos sólo me hicieron alcanzar mi próximo clímax mucho más rápido. La sensación era mucho más profunda que lo que nunca había experimentado. Yo podía sentir mis músculos apretarse en torno a él. Respondiendo a mí, apresuró el ritmo y movió mi cuerpo de forma que él estuviera de rodillas delante de mí con mis piernas sobre los hombros. Sus manos bajaron y jugaron con mi capullo hasta que estuve gritando en éxtasis.
—Vente para mí, Sabrina —gruñó Caston. Sus palabras dieron vueltas en mi cabeza. La acumulación fue tan intensa. En cuestión de segundos de su petición, estuve gritando su nombre, y lo sentí ponerse rígido y aferrar mis piernas.
Los dos nos quedamos sin aliento, mientras se retiraba de mi cuerpo. Me arrastro más cerca, así que estábamos abrazándonos. Él acariciaba mi brazo susurrando dulces naderías al oído. Estaba a punto de quedarse dormida cuando algo me golpeó.
—Caston, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Cualquier cosa, Sabrina.
—¿Cómo sabías que era una bailarina?