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Sabrina

 

Traducido por *Celemg*

Corregido por Andrea95

 

Simplemente no entendía por qué Caston estaba tan tenso. Ya le había dicho que entendía lo que él era, y que podía atender a cualquier cosa que me dijera. Quería detenerme y mirar las hermosas pinturas alineadas en las paredes, pero Caston me había arrastrado a él y estaba casi corriendo pasillo abajo. Finalmente, se detuvo ante una puerta dejó escapar un gran suspiro que nunca había oído. Mirando sobre él, y viendo la preocupación en sus ojos de repente hizo que mi estómago se anude.

Caston alcanzó la puerta y la abrió, conduciéndome en la oscura habitación. Caminé lejos de su abarque, haciendo mi camino en el cuarto un poco más lejos de lo que él estaba y esperando que encediera las luces. Pude ver las fotos alrededor de todas las paredes, clavadas en tablas y tumbadas sin mucha rigidez sobre mesas. ¿Era eso algún tipo de salón de trabajo? Definitivamente no era como ninguna oficina que hubiéramos visto en Rose Builders.

Las luces se encendieron, y jadeé y mis ojos se fastidiaron. Estaba mirando fijo la pizarra de fotos. Esto no podía estar pasando. Mi cabeza daba vueltas, y Caston ni siquiera haría contacto visual.

—No —dije apenas más fuerte que un susurro.

Caston no respondió. Caminé sobre otra madera, mirando las otras fotos. Esto podía estar pasando. Llevé mis manos a mi cara y comencé a sollozar.

—Sabrina —suplicó Caston tratando de confortarme.

—No. —Quité mi mano de él, así él no podría acercarse o continuar su explicación justo ahora. No estaba segura de cómo iba a lidiar con esto. Todas esas fotos eran de mí. ¿Cómo se las arregló para conseguir todas esas? ¿Por qué las tenía? Me hundí en el suelo sientiéndome muy traicionada.

Caston me dio mi espacio. Se sentó en el borde de una silla que estaba cerca de mí, pero aun así lo suficientemente lejos. Podía decir que el quería explicarlo. ¿Lo dejaré? Dije que podía atender cualquier cosa que me dijera, pero esto iba demasiado lejos.

—¿Me acechaste? —dije entre sollozos, levanté la vista interrogándolo—. ¿Por qué?

—Sabrina. —Trató de acercarse, y yo retrocedí.

—No me toques.

—Sabrina, por favor, escucha. —Él no escuchaba. Se sentó en frente de mí y me tiró en su regazo. No quería estar ahí, empujé sus fuertes brazos envueltos a mí alrededor y empujé su pecho, tratando de escaparme de su agarre.

—Suéltame, Caston. No quiero que me toques. ¡Te odio! ¡Me mentiste! Confiaba en ti. ¿Cómo pudiste traicionarme de éste modo?

—Es mi trabajo, Sabrina. Investigamos sobre quienes queremos que sean nuestras próximos representados, Cariño. Recolectamos información y datos. Te vi hace unos meses atrás en tu presentación oficial, y tuve que tenías que ser mi siguiente representada. Mis empleados habían estado consiguiendo fotos e información tuya.

Me detuve, moviéndome con dificultad y giré para mirarlo. Si mis ojos pudieran disparar dagas, creo que le hubieran dado. ¿Él realmente creía que eso estaba bien?

—¿Cómo es esto bueno? ¿Cómo justificas espiar y recolectar datos de alguien sin que ellos lo sepan? ¿No ves cuán jodido es eso?

Puedo decir que mis palabras lo picaron. Bien. Debían. Yo no era una pieza de carne. Su agarre holgándose de mí, y yo despegué súbitamente y me paré, dejándolo arrodillado en el suelo mirando fijo sus manos en su regazo. Me paré y me elevé sobre él.

—Todo lo que me dijiste ha sido una mentira. ¿Por qué?

Él levantó la vista hacia mí con lágrimas en los ojos.

—Sabrina, por favor deja que lo explique. No, no te he dicho toda la verdad, pero, por favor, déjame explicar.

Me alejé de él, sacudiendo mi cabeza.

—Creo que quiero que Terrance me lleve al hotel, ahora.

La cabeza de Caston se abatió cuando pedí irme. Sus ojos suplicaban que me quede y lo deje explicar. Mi corazón estaba roto, pero también se derretía mientras lo miraba.

—Por favor, quédate, Sabrina.

De repente me congelé. No tenía ningún sitio para ir. Un sollozo escapó de mí nuevamente.

Me incliné en el borde de la tabla de trabajo tratando de recobrar mis sentidos. Tomando una respiración profunda y cerrando mis ojos, mi corazón estaba diciéndome que corriera a sus brazos. Endureciéndome a mí misma para responderle, pregunté—: ¿En la fiesta estabas acechándome? —Rogaba que no dijera que sí. No sería capaz de vivir con eso. No estaba segura de poder perdonarlo ahora, no podía perdonarlo si eso era cierto.

—No, Sabrina, no estaba allí acechándote. Realmente, me sorprendió verte allí. No podía creer que estuvieras parada frente a mí cuando me giré alrededor. Luego cuando necesitaste mi ayuda no pude evitar rescatarte. Sentí que eras una señal de Dios diciéndome que eras la única. Eres mi otra midad. ¿Por qué más las cosas caerían en su lugar de la forma que lo hizo?

Envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo. Lágrimas corrían bajo mis mejillas. Sacudí mi cabeza.

—No me importa. Me traicionaste. Quiero irme. Necesito irme ahora. —Caminé hacia la puerta. Agradecida de que Terrance estuviera parado fuera de la puerta haciendo guardia—. Me gustaría irme ahora, Terrance. Por favor, llévame a la casa de Beth. Voy a darte tu dirección.

—Muy bien, Srta. Bennett.

Di un paso fuera de la puerta antes de detenerme y mirar atrás sobre mi hombro. Caston aún estaba de rodillas con su cabeza en sus manos. Podía decir que él estaba llorando. Quería correr de vuelta a él y envolverme en sus brazos.

Hice una pausa, tratando de decidir cuál era la decisión correcta. No, tenía que hacerlo. No podía dejar que otro hombre me mantuviera bajo su hechizo y me manipulara como lo hizo Mark. Enderecé mi espalda y me giré dejándolo.

Seguí la espalda de Terrance a través del corredor y fuera del garaje que habíamos atravesado.

Trepé a la parte trasera del Jeep y traté de no mirar atrás hacia la puerta de entrada. Diciéndole a Terrance que donde íbamos era muy duro. Esperaba que Beth estuviera en casa. Quería ir a su apartamento, en lugar de al hotel. Lágrimas aún corrían por mis mejillas, mientras sentí que el auto comenzaba a moverse. Mirando atrás sobre la puerta vi a Caston parado en la entrada con sus manos en los bolsillos. Puse mi mano en el vidrio como si lo tocara por última vez. Lo dejé allí mientras nos dirigíamos de regreso al amanecer. Fuera de su vida para siempre.

El viaje a lo de Beth fue largo, incluso pensé, que era sólo una corta distancia. Quería estar en cualquier otro lugar, pero en la situación en la que estaba. ¿Qué iba a hacer ahora? Las vacaciones de verano estaban comenzando, y no tenía nadie con quien estar ni ningún lugar para ir.

Terrance estacionó en frente de un pequeño complejo de apartamentos. Mi corazón estaba roto mientras travesaba sobre todo lo que me había pasado en los últimos días. Tuve un novio, lo perdí, encontré un amante, lo perdí. Qué desastre, Ahora sólo tenía a Beth, si ella me acogía ahí. Levanté la vista el edificio frente a mí y di un paso fuera del auto cuando Terrance apareció ante la puerta.

—Sabrina, ¿Puedo acompañarte hasta la puerta de tu amiga?

—No, gracias, Terrance. Voy a estar bien. ¿Era Caston con quien estabas al teléfono en el camino? —Sabía que no debía hacer preguntas no quería respuestas, pero era sólo el gluten del castigo, supongo.

—Sí, Srta. Bennett.

Eso fue todo lo que me dijo. Me pasó un bolso que era más valioso que la ropa que estaba vistiendo. Lo miré con una pregunta mostrándose en mi cara.

—¿Qué es?

—El Sr. Black quiso asegurarse de que tuviera las cosas que necesita en caso de que muchas cosas acontecieran. Me pidió que se las de.

—Bueno, no puedo aceptarlas. —Traté de devolverle el bolso, pero su cara me dijo que si él volvía con el bolso estaría en problemas, así tiré el bolso contra mi pecho para mostrarle que estaba abandonando la pelea. Me miró aliviado y sonrió, sólo un poco.

—¿Hay algo que pueda hacer por usted, Srta. Bennett, antes de irme? —Sólo sacudí mi cabeza para responder—. Muy bien. Fue un placer conocerla Sabrina, y espero que crucemos nuestros caminos de nuevo pronto.

Le sonreí, débilmente. Me hubiera gustado saber todo lo que él había visto entrar y salir de la vida de Caston. Apuesto que él puede escribir un libro. Sólo me agregué a mí misma a esa lista y lágrimas nuevas cayeron de mis ojos. Tenía que entrar antes de perder completamente.

 

—Voy a extrañarte, Terrance.

Caminé alrededor de él y corrí hacia la habitación de Beth. Golpeando en ella, rogaba que estuviera en casa. Nadie respondía, pero creí oír ruidos viniendo de adentro, así que golpeé de nuevo.

—Ya voy, ya voy. No te alteres. —Oí a Beth gritar desde adentro. Miré sobre mi hombro, Terrance aún estaba parado junto al Jeep, incluso aunque le dije que se fuera. Estaba segura de que era orden de Caston, también. Lo saludé con la mano, y me giré de nuevo justo mientras la puerta se abría frente a mí.

La cara de Beth estaba consternada de verme, pero su sonrisa rápidamente se destiño cuando la miré a los ojos. Rápidamente me guío a la habitación antes de que rompiera en su umbral, ella comenzó las interrogaciones.

—Bre, ¿Qué pasa? Oh, Dios mío, por favor dime que él no te hirió, de nuevo. Oh, Dios querido, dulzura. —Sacudí mi cabeza y lloré, incapaz de hablar con ella en absoluto. Forcejeé con Beth mientras trataba de remover el bolso aferrado a mi pecho. Me encorvé sobre él, oliendo a Caston. Eso sólo me hizo llorar más fuerte que lo jamás creí posible. Beth siendo la amiga que siempre fue se sentó, ayudándome a quitar mis zapatos, y acariciando mi cabello y espalda. Me tumbó sobre su regazo y me sostuvo.

—Bueno, sólo me alegra que ya no estés con Mark. Aunque, odio que te lastimen. —Me quedé dormida en su regazo. Estaba emocionalmente seca, no estoy segura cuanto tiempo estuve fuera. Agradecida de no soñar con Caston, o Mark.

Cuando comencé a despertarme, estaba dolorida de dormir en el tosco sillón. Decidí tenderme aún por unos minutos más. Oí a Beth susurrar al teléfono. Me esforcé por oírla, mientras aún permanecía allí, así que ella no vería que me había despertado y terminaría su llamada.

—No, ella aún está dormida… No creo que debas venir hoy… Dios, nunca la había visto así antes, Broc. La he visto alborotada desde Mark, pero esto es peor… No, no creo que sea una buena idea que Mark venga a verla… Porque es un idiota ese es el por qué… no me importa si es tu amigo o no… Broc, ¿En serio ahora? … No, no estoy bromeando… Él es un manipulador, un idiota abusivo. No puedo creer que lo defiendas… Creo que necesitamos un descanso. Obviamente no concordamos en esto. Necesitas pensar tus prioridades. Yo ya lo hice.

Cerré mis ojos pretendiendo estar dormida aún, así ella no sabría que estaba escuchándola. Lanzó el teléfono sobre la mesa, y la oí caminar hacia la cocina. Esperé que estuviera fuera de la sala antes de sentarme. Mi bolso ya no estaba. ¿Qué le había pasado? Comencé a buscarlo frenéticamente. Estaba casi dando vuelta el sillón cuando Beth se apresuró porque oyó la conmoción.

—¿Dónde está? —grité.

El shock atravesó la cara de Beth. Nunca me había visto así antes.

—¿Qué? ¡Sabrina, que demonios!

—Mi bolso, Beth. ¿Dónde demonios lo pusiste? ¡Lo necesito!

—Oh, Dios mío, Sabrina, ¡demonios relájate! Está en la habitación de invitados. ¿Qué te pasa? ¡NUNCA actuaste tan enloquecida antes!

Me senté en la punta del sillón y corrí mis manos a través de mi cabello. Estaba tan agitada, asustada, iba a desmayarme. ¿Qué estaba mal conmigo?

—Sólo necesito el bolso. Demonios, ni siquiera sé lo que hay en él.

—¿En serio? ¡Casi rasgas mi sala de estar por el bolso del que no sabes nada! Necesitas ayuda mental. —Ella rió, y se sentó junto a mí. Echó su brazo sobre mi espalda apretándome a su lado. Le eché un vistazo a la calle lateral—. Mira, voy a conseguir el bolso, y vamos a terminar con esto, ¿Está bien? ¿Estás segura que no estás en nada? No quiero ser molesta si lo estás, sólo dime.

—No, Beth, no estoy en nada. Me siento como la mierda y mi corazón ha sido arrancado. Mi vida está volteándose abajo, y no estoy segura que voy a hacer, o dónde voy a vivir. Estoy segura de que me echaran de la escuela, desde que no he ido en una semana. —Tendí mi cabeza de nuevo y rompí en llanto. ¿Qué me podía quedar?

—Cariño, puedes quedarte aquí tanto como quieras. Ni siquiera tienes que pagarme la renta. Lo sabes. Te lo he dicho antes. —Ella me abrazó, y se paró yendo hacia el corredor a recuperar mi bolso.

Respira, Sabrina. Estoy segura de que sólo hay ropa en el bolso. Tienes que ser una mujer fuerte y vas a encontrar el modo de seguir adelante.

Beth volvió sosteniendo el enorme bolso. Lo puso en la mesa en frente del sillón, y luego se sentó a mi lado. Ambas mirábamos fijo como si fuera a moverse solo. No estaba segura cuanto tiempo estuve sentada ahí. Finalmente, Beth rompió el silencio.

—Bueno, ¿Vas a abrirlo o quieres que yo lo haga?

La miré y tomé un profundo aliento. Inclinándome abrí la cremallera del bolso y la extendí. Parecía haber ropa en el bolso. Mi corazón estaba golpeando fuera de mi pecho, mientras comenzaba a sacar las cosas. Había todo ropa nueva. No había nada que fuera mío allí. Beth estaba boquiabierta, observando mientras yo  sacaba una cosa valiosa tras otra. Tratando de aligerar el estado de ánimo rápidamente dijo.

—Bueno, si necesitas algo de dinero siempre puedes vender esa ropa. Se venderán en bastantes centavos. —Mis ojos comenzaron a mojarse de nuevo y ella continuó—. Oh, cariño, lo siento. No quise hacer que llores. Sólo trataba de suavizar el humor. Por favor, no llores. —Enderecé mi espalda y sacudí mi cabeza para limpiar mis lágrimas. ¿Cuándo tuvo oportunidad de empacar esto, o comprar toda ésta nueva ropa? Llegando al fondo del bolso estaba en shock, el IPad estaba allí. Mi boca cayó abierta, y Beth dijo las palabras que yo no podía—. Santa mierda, él te dio un IPad.

Supe que era el que usé en su casa. Sin una palabra me levanté, dejando a Beth con sus preguntas sin respuesta, y caminé hacia el cuarto de invitados donde me quedaría. Mi corazón latía un millón de veces por minuto, mientras lo prendía, y me senté en la cama. ¿Por qué estaba tan nerviosa? El revelador tono de llegada de un nuevo correo electrónico sonó. Mi corazón latía rápido, y mis manos temblaban mientras cliqueé el ícono de correo. El correo de arriba era de él, Sr. Caston Black. Respiré hondo algunas veces y cerré los ojos. ¿Cómo consiguió meterse bajo mi piel tan rápido? Hice clic en el correo.

 

Para: Sabrina Bennett.

Fecha: 25 de Abril, 2012

De: Caston Black.

Asunto: Por favor.    

   

Sabrina:

Mientras te observaba irte hoy perdí las palabras. Sentí que mi corazón había sido arrancado de mi pecho. Estoy enamorado de ti, Bre. Muy. Te necesito de regreso en mi vida. Mis empleados creyeron que estaba enfermo cuando entré en la habitación y comencé a arrancar las fotos de la pared rompiéndolas. Te quiero, y si no estás bien con ser parte de mi revista, estoy de acuerdo. Te necesito. Por favor, déjame arreglarlo. Por favor, déjame intentar. No estoy seguro de dónde empezar. Debí haberte dicho hace mucho quien era y que sabía quién eras. Nunca quise conocerte de la forma en que lo hice. Se suponía que pasarían tres semanas desde ahora, antes de que mi compañía te enviara una carta formal pidiéndote una reunión. Nunca me he enamorado completamente de alguien. Eres especial Sabrina. Eres mi otra mitad. Por favor, dame una oportunidad. Me mata ya no tener tu confianza. Voy a gastar mi vida arreglando esto por ti. Voy a darte todo el tiempo que necesites. Por favor, sabes que puedes pedirme lo que sea, en cualquier momento.

Te amo, Sabrina.

Caston.

 

Para: Caston Black.

Fecha: 25 de Abril, 2012

De: Sabrina Bennett.

Asunto: re: Por favor.

 

Caston:

¿Por favor? Por favor, una mierda. Confiaba en ti. Ya sabes todo acerca de mí. ¿Cuál era el punto? Aún no veo cómo justificas que espiar personas está bien. No sé si alguna vez podré perdonarte, o confiar en ti de nuevo. Necesito tiempo. Mucho tiempo. Por favor, no me escribas de nuevo. Voy a devolverte todos los artículos. Por favor, envía a Terrance a recogerlos. No los quiero.

Sabrina.

 

Rápidamente lo envié antes de repensar lo que había escrito. Apenas el correo desapareció el pánico me inundó. ¿Cómo pude realmente enviarle ese desagradable correo? Realmente quería tomarlo en mis brazos y decirle que lo perdonaría y que estaría todo bien.

Un suave golpe en mi puerta me quitó del trance. Beth echó un vistazo dentro y vio mi cara.

—¿Qué anda mal, Bre?

—Él me envió un correo rogándome que le diera otra oportunidad. Le respondí el correo básicamente diciéndole que se vaya al demonio. ¿Qué fue lo que hice?

Ella se agachó junto a mí y me apretó en un abrazo.

—Todo va a estar bien. Vas a conseguir otro billonario pronto.

La golpeé en la espalda.

—No es gracioso, Beth —dije, con una ligera risita.

—Aunque, conseguí que sonrieras y rías. ¿Cierto? Vamos a conseguir algo de helado, sentarnos con la cuba entre nosotras y regodearnos en la desgracia sobre los chicos y cuán mierda son.

 

Limpié mis ojos y asentí. Puse el Ipad en la cama, y salí de la habitación con los brazos de Beth a mí alrededor.

—Parece que ambas tenemos tipos para regodearnos en desgracia, ¿No?

Me miró sorprendida.

—Realmente no estaba dormida. Lamento haber escuchado a escondidas.

Envolviendo sus brazos a mí alrededor me apretó fuerte.

—Los hombres sólo apestan. Vamos a conseguir algo de helado.