EL BOSQUE EN EL JARDÍN

¿Qué será de nosotros. Volvimos, entonces, sobre nuestros pasos o de esa rápida escena familiar

los atolondrados actores fuimos falsos testigos y, mientras se nos obligaba a prometer

que desistiríamos de repetir la aventura, ella que todo lo había tomado de nosotros

ligándonos a su destino nos abandonaba a la miseria del nuestro?

Nuestros padres nos reservaron un despertar olvidadizo. El pozo fue cegado

y en el camino de la selva se levantaba una tapia; en un jardín como otros, nada que recordara

la migración de los pequeños salvajes.

Y se nos cuenta acaso entre el número de los ausentes

que es forzoso admitir en toda reunión, una especie de fantasmas

pero de esos que nadie invocaría, pues siempre están allí, en su lugar

esperando el momento de aparecer en escena, sólo por un momento que nadie les disputa

y que nadie quisiera disputarles.