LA GRAN COALICIÓN
Los líderes de los dos grandes partidos negocian
en secreto la Gran Coalición. Tenemos las
pruebas. La grabación ha sido transcrita
al detalle. No se han omitido ni siquiera
los tacos. El cronista advierte de que algunos
pasajes pueden herir la sensibilidad del lector.
–Yo me quedo Economía.
–Pues Hacienda, para menda.
–Parece una componenda.
–Pues tenemos otra vía:
yo Economía, tú Hacienda.
–¡Hecho! Para mí, Trabajo.
–Vale, pero escucha, majo:
se sigue llamando Empleo,
no me lo cambies de nombre,
que sería hacerme un feo.
–¡Aceptado el matiz, hombre!
–Me toca: Industria me pido.
–¡Acepto! ¡Pacto! ¡Consenso!
–¡Escoba! ¡Arrastro! ¡Y envido!
–¿Que envidas y arrastras, dices?
No me toques las narices,
no te me pongas tan tenso;
para, coño, en tus porfías
que te ofuscas, que te lías,
te me pierdes y te apartas
jugando a diversas cartas.
–Razón llevas, prosigamos.
Un café, y balanceamos.
–Pues hasta ahora el reparto
es ejemplar, claro y justo
y a ambos dos nos da buen gusto:
Hacienda e Industria llevas
y yo Economía, creo,
y exTrabajo, o sea, Empleo.
No va mal, ¿cómo lo ves?
–¿Era así o era al revés?
¿No hicimos una permuta
justo a mitad de la ruta?
–¡Me suena! ¡Ya me he perdido!
–Ningún perdido se pierde.
–¿Me estás faltando, colega?
¿Ya me estás poniendo verde?
–Es un chiste, me ha salido
a lo tonto en esta brega.
Discúlpame y prosigamos,
que un poco lentos estamos.
Me toca. Quiero Justicia.
–¿Para montarme una picia
y enredarme en esa malla
si un escándalo me estalla?
Pues ni hablar del peluquín.
¡Justicia va a mi botín!
–Pues yo me quedo Interior...
–¡Me niego, que eso es peor!
Busquemos una receta
que a ambos nos salve de daño.
–¿Qué propones? –Un apaño,
mas, si lo vestimos bien,
fácilmente lo colamos
a tertulianos, y al vulgo
estos en un santiamén.
Primer paso: fusionamos
entrambos dos ministerios
y le ponemos un nombre
que sobrecoja y que asombre
a los expertos más serios.
–Justinterior nos valdría.
–¡Buena idea, camarada!
–¡La tuya! –¡Gracias! –¡De nada!
–Segundo paso: por turnos,
bien diurnos y nocturnos
o bien de mes o semana,
nos pasamos la peana.
–Estás en todo. ¡Qué bueno!
¡Qué grande, tronco, te admiro!
–Pues sabrás que en ti mi inspiro,
mi espejo eres, en ti entreno.
–No me hiperhalagues tanto,
que me debilito todo.
Prosigamos de otro modo,
que si me mimas, no aguanto.
–Pues llegamos a Exteriores
con sus boatos y honores...
–Pues para ti, y yo Defensa.
Aunque tenga mala prensa
entre una parte del vulgo
con la que a veces comulgo,
me resigno y sacrifico.
Me saldrá a cojón de mico...
–No seas tan mal hablado,
que si nos espía Obama
te ganarás mala fama.
–¡Ay, joder, se me ha escapado!
–¿Retomamos el negocio,
digo las negociaciones,
o nos tomamos, por ocio,
unas cortas vacaciones?
–Las vacaciones mejor,
que el coco ya me echa humo
y me encuentro en grado sumo
cansado, flojo, peor.
–Pues hasta luego, compadre.
–Que descanses tú también.
–Lo estás haciendo muy bien.
–Tú lo haces de puta madre.
(...)
–¿Descansaste? –Mucho. ¿Y tú?
–Mucho también. Y ni mu
a mi equipo he revelado.
¡Y mira que han preguntado!
–A mí ya me ha interrogado
el grande y el mequetrefe
y lo mismo han consultado:
que qué hay de lo mío, jefe;
que qué llevas acordado.
–En fin, humano es hacerlo,
está en juego su futuro.
Desean pronto saberlo,
pues lejos de nuestro manto
todo está requeteduro;
si no contamos, por tanto,
con ellos, caen a una fosa
siniestra, lóbrega, oscura
en desgracia y desventura.
–Prosigamos, te sugiero,
con lo nuestro, compañero.
Ya nos queda poca cosa...
–Educación y Cultura,
Sanidad y Agricultura.
–Pues salimos del engorro
fusionando por ahorro
las dos últimas carteras,
tú te quedas la que quieras,
la que quieras para ti,
y la otra para mí,
y así estamos empatados
en número de entorchados.
–Sea, pues me pido yo
la hace nada fusionada
Sanidad y Agricultura.
–No te digo que no, no,
y Educación y Cultura
para mí. –Gracias. –De nada.
–Esto marcha, esto nos cunde...
–Superamos todo escollo...
–Todo reto, todo embrollo...
–Nada nos frena o confunde.
–¡Estamos hechos un hacha!
–¡Unos hacha en plena racha!
–Mas... espérate un momento
¡si aún nos falta Fomento!
–¡Coño, cierto, qué descuido!
¡Yo la quiero y me la pido!
–Ni hablar, amigo, mejor
que quede en mis manos sabias,
que tú lo harías peor,
y lo siento si aquí rabias.
–¡Mía! –¡Mía! –¡Tuya no!
–Pues tuya, ¡requetenó!
–Pues para tuya, tampoco,
y rompo negociaciones.
–Espera, date a razones,
pensemos ambos un poco.
¿Y si la cogestionamos
y todo prorrateamos:
cargos, UTEs, concesiones,
tasas, inauguraciones...?
–¿Por turnos, rondas y tandas,
igual que en Justinterior?
–No, con algo aún mejor
que irá bien a las dos bandas:
dos coministros iguales
que nos sean muy leales,
que todo tejan entrambos
que todo lo firmen ambos,
y que todo juntos hagan
si la aciertan o la cagan
desde lunes a domingo...
–¡Felicitaciones! ¡Bingo!
¡Qué grande tu inteligencia!
Es la fórmula que yo,
aquí a solas y en conciencia,
y ambos dos, hombres de pro
(y no quiero echarme incienso),
deseaba proponerte,
formularte y ofrecerte
a aplicar en Presidencia.
–¡Acepto! ¡Pacto! ¡Consenso!
–¡Escoba! ¡Arrastro! ¡Y envido!
–¡Por mí así queda acordado!
–¡Por mí queda bendecido!
–¡Todo atado y bien atado!
–¡Un abrazo! –¡Un apretón
de manos, de cuerpos, de almas!
–No prosigas, que me empalmas...
–¿Y si hablamos de fusión?
–¿En la siguiente sesión?
–¡De acuerdo! ¡Garantizado!
–¡Por mí también! ¡Convenido!
–¡Copresidente querido!
–¡Copresidente admirado!