MONCLOA. SÁBADO. OCTUBRE

Otoño de 2013. Sábado de trabajo y de fútbol

en el Palacio de la Moncloa, en plena crisis

del espionaje masivo de Estados Unidos

a sus países aliados.

Moncloa. Sábado. Octubre.

En concreto, el veintiséis.

Son las cuatro de la tarde

y la cosa está que arde

–Parot, Mas, las yanquiescuchas...–,

cuando en el Marca descubre

que hoy se disputa a las seis

el Barça-Madrid de otoño.

–¡Mecachis, pardiez, recoño!

¡Y yo con la agenda llena!

Tiene muchas cosas, muchas,

de aquí a la hora de la cena.

Relaxing café con leche

es lo que ahora me hace falta...

–se anima solo en voz alta

mientras se enciende un buen puro

soñando con un futuro

más tranquilo en Santa Pola

sin Soraya, sin Arriola,

sin aznares ni botellas,

sin barones –ellos y ellas–,

sin aguirres, sin nadales,

incluso sin cospedales.

Fantasea en grado sumo,

fuma con deleite tanto

que con los aros del humo

se corona como un santo.

Mas hete aquí que en su oído

le sobresalta un pitido

desde el teléfono rojo,

(aquí en azul tuneado,

es decir, apepeado).

–Pueshhh... ¿Lo cojo o no lo cojo?

Lo coge al fin con temblor.

–Le paso al emperador

–le dicen de centralita.

–¿Llamará a darme la cita

que le pedí hace la torta?

–como un niño se ilusiona,

se entusiasma, se emociona.

Mas una alarma le corta

la fantasía a Rajoy:

–La intérprete libra hoy,

que es sábado de guardar.

–¿Cómo voy a conversar?

¿Sabré entenderlo al Obama

para una vez que me llama?

–Un momento, con buen tono,

al teléfono azul dice,

y luego por interfono

ordena a su gabinete

que en menos de un periquete

a Jorge se localice...

–¿A Valdano, presidente?

–se trastabilla el suplente

del sábado por la tarde.

–¡A Valdano dios le guarde!

¡Qué genio, qué jugador,

qué dribling y qué regate!

¡Qué disparo, qué remate,

qué míster, qué entrenador!

Su clara visión me asombra,

a su modestia me humillo,

a su clase me arrodillo,

a su paso me hago alfombra.

Con su labia, yo me ofusco...

pero a ese Jorge no busco.

Veo que está usted en bragas,

pues busco a Jorge Moragas.

–Perdóneme, presidente,

mi torpeza de suplente.

Al Jorge que tiene en mente

lo busco inmediatamente.

(Este suplente, se siente,

en rima va deficiente).

La tarde ya declinaba

y se acercaba la noche,

fría, triste y otoñal.

Moncloa se aletargaba

ya no se oía ni un coche

pasar por la general.

–¿Sigue usté ahí, presidente?

–le dicen de centralita.

–Un momento, señorita,

ya sé que Obama me espera

pero mire, hay un suplente

que créame que es la pera:

está tan pez, tan en bragas,

¡que no me encuentra a Moragas!

Entreténgame a Barack,

dele usted conversación.

Dígale, dese usted maña,

que esta es una gran nación,

que aquí hacemos Marca España

y que Rajoy es un crack,

pero que tiene un suplente

los sábados por la tarde

que aunque la cosa va que arde

el pobre está tan en bragas

que ignora quién es Moragas...

En fin, apáñese usté

con su inglés casi perfecto,

trátelo con mucho afecto.

Hablen del weather, no sé...

refranes y sentences hechas,

que si izquierdas y derechas

y que si tal y pascual

que la segunda ya tal...

Imíteme usted si quiere

no me importa si me imita

pero, oyere lo que oyere,

no diga «Fin de la cita»,

no piense el bueno de Obama

que me estoy yendo a la cama...

Mientras esto el presidente

decía a la señorita

que atiende la centralita,

pues ocurrió que el suplente...

–Se piensan que estoy en bragas,

pero he encontrado a Moragas.

¡Me gano muy bien mis pagas!

¡Soy un hacha que te cagas!

Está en la línea, en efecto,

Moragas, caro y dilecto:

–Presidente, a tu servicio,

a tus órdenes y mando.

Me he venido, en merendando,

por afición, no por vicio,

a ver al Madrid, sin Mou,

perder aquí en el Camp Nou.

Me han hecho en el palco un hueco,

vigilo el viento que sopla,

no se me escapa una copla,

no se me despista un eco...

–¿Qué oyes y ves? ¡Cuenta, cuenta!

–el presi ya se impacienta

y a soltar todo le invita...

–El Artur va que levita,

el Oriol se pega el pisto

y al president come el tarro.

Al Duran antes lo he visto

platicando con Navarro.

Y ahora al Pere, con Herrera.

Y al Joan, en fin, con Rivera.

Y el Albert veo que inicia

su charla con nuestra Alicia.

Incluso un mando del SUP

se ha acercado al de las CUP.

¡En mi país, presidente,

nos tratamos toda gente!

–¡No hombre, Jorge, no hombre, no!

¡Que todos se hablan ahí,

eso ya me lo sé yo!

Me lo cuenta el CNI,

me lo informa y me lo larga.

¡Hasta lo de La Camarga...!

Te decía «cuenta, cuenta»

por lo del campo de juego,

que eso sí es desasosiego.

¿Qué tal va Bale? ¿Y Cristiano?

Como me llamo Mariano

que ni Pichichi ni Liga

se diga lo que se diga

serán este año culé.

¡Que se joda Zeta Pe,

y se chinchen, así mismo,

esos del soberanismo

que del Barça y de su nombre

se apropiaron por entero!

¿Cómo vamos? ¿Uno a cero?

¡Qué fastidio! ¡Vaya, hombre!

–Un momento, presidente...

Alexis... la vaselina...

y la bola, cosa fina,

adeeeeentro muy suavemente.

¡Un golazo que te cagas!

¡No la para esa ni Buyo!

–¡O te reportas, Moragas,

o voy y te destituyo!

Pase que seas culé,

mas, con la que está cayendo

con eso del referendo...

–¡Ojo, peligro, que Messi...!

Se la quitan, está lento,

le faltan fuerzas y fe...

Al contragolpe... un momento...

Cristiano y... ¡gol de Jesé!

¡Y mi enhorabuena, presi!

Dos a uno en el descuento.

–¿En el descuento van ya?

¡Mecachis, casi las ocho!

¡La noche avanzada va!

Si yo, Jorge, te buscaba

porque Obama me llamaba.

Se habrá quedado relocho.

Atento, que te lo paso

y me lo vas traduciendo...

¿Sigue usté ahí, señorita,

al pie de la centralita,

al Obama haciendo caso,

al Obama caso haciendo?

–Aquí sigo, presidente,

(y yo aquí, añadió el suplente)

pero el que no está es Barack.

Como usía, él es un crack

y habla un español, ya ves,

mucho mejor que mi inglés.

Un castellano de antes,

de los tiempos de Cervantes.

Que le da muchos saludos,

que le rinde pleitesía,

que admira, y no es cortesía,

sus aforismos agudos.

Que recuerdos a Moragas

y que qué es estar en bragas.

Que quién es ese Valdano

que le decía el suplente.

Que si cabe tanta gente

en un palco tan enano.

Que si Joan es Joan Herrera,

que si Albert, Albert Rivera.

Que no se oía muy bien

y preguntaba también

quién comía a quién el tarro:

¿Mas, Oriol, Duran, Navarro?

Que de Camarga y Alicia

tiene mucha más noticia

Y que diga a Florentino

que a Iker trastea el vecino,

que lo ate con mucho tacto.

–¡Qué sagaz eres, Barack!

¡Este Obama es que es un crack!,

–exclamaba el presidente

y refrendaba el suplente.

–Ay, joder, se me olvidaba!

–dijo la de centralita.

Obama, personalmente

le llamaba, presidente,

porque en persona quería

desmentir rotundamente

que la NSA o que la CIA

en Spain hagan escuchas.

Este mensaje le envía,

en rotundo castellano:

«¡Falsedades, paparruchas!

¡Desmiento todo de plano!

¡Mentira y gorda, Mariano!».