El pequeño tiempo
Los niños buscan la fuente del tiempo
para enmudecer
con trapos
su boca gruesa.
Cuentan y descuentan
de sus perlas
las que son más viejas.
Hablan con el tiempo entre sus palabras
y de él no queda nada.
Se burlan de su paso militar con botas relojeras.
Los niños nunca miran el reloj del campanario.
Enganchan los vagones del ayer y del mañana
a una locomotora vieja,
tirada por dos enormes cabras.
Los niños aprietan el cuello del reloj de arena
con la misma sutileza con la que Kronos amasa la tierra.