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La guerra atesora las preguntas,

los movimientos de la negación entre sus fauces.

Aparta de su cara las telas grises

que cuelgan de las nubes desgarradas...

 

Un niño de ojos negros.

Sucias, muy sucias,

su cara,

sus manos.

Escarba en un montón de preguntas olvidadas

durante el éxodo.

 

El niño también huye, como juega,

a la caza de palomas presas en las alambradas.

Levanta con sus pies descalzos el polvo del naufragio.