34
—Sire. —Jason plegó las alas a la espalda y esperó a que le dieran permiso para hablar.
Rafael alzó la mano y lo saludó con una inclinación de cabeza.
—Ven, hablaremos dentro. —El extraño sentido del honor de Lijuan era una garantía de que su hogar estaba libre de espías, tanto reales como tecnológicos. La arcángel consideraría una enorme falta de educación inmiscuirse en la intimidad de sus invitados.
Ya dentro, Elena se apoyó contra la cómoda, y Rafael y Jason se situaron frente a ella. El tatuaje del ángel ya estaba casi completo. Era una obra de arte viva que le cubría el lado izquierdo del rostro y que hablaba de ancestros procedentes de tierras muy distantes entre sí. La historia de los padres de Jason era considerada uno de los más importantes romances angelicales. Y durante un tiempo, lo había sido.
—¿Tus hombres han conseguido averiguar algo más? —le preguntó a su jefe de espionaje.
—Sea lo que sea lo que guarda en esa cámara de su fortaleza —dijo el ángel de alas negras con una voz clara y una pronunciación perfecta—, ha sido trasladado hasta aquí.
—¿Uno de los renacidos?
—Sí, pero uno especial. Se ha puesto un extremo cuidado en su protección cuando venía hacia aquí. —Esa pronunciación perfecta se alteró lo suficiente como para revelar la repugnancia que sentía—. Hay informes de una mujer desaparecida en la ruta de la caravana.
—¿Alimenta a su renacido con personas vivas? —Matar humanos no estaba prohibido, pero hacerlo para eso, de esa manera… ni siquiera Charisemnon había llegado tan lejos.
—No hemos sido capaces de encontrar ninguna prueba que lo confirme —dijo Jason—, pero se han producido varias desapariciones a lo largo de la ruta de la caravana… y si hubieran querido muertos, habrían encontrado enterramientos recientes en todos los pueblos.
—Lijuan es considerada una diosa —dijo Rafael, que recordaba otra época, a otro ángel convertido en dios—. Los lugareños no se quejarán de nada.
—No. —El pelo negro azabache de Jason reflejó la luz cuando el ángel inclinó la cabeza para respirar hondo—. Y eso no es lo peor.
—¿Hay más? —La voz de Elena mostró a las claras su asombro.
Jason alzó la cabeza.
—Corren rumores, muchos rumores, de que aquellos mortales de la corte que no son elegidos para la Conversión…
—Madre de Dios… —susurró Elena—. ¿Se les pide que se conviertan en renacidos?
—Al parecer, se convencen a sí mismos al ver a los renacidos más recientes —confirmó Jason—, a aquellos que se mantienen bastante tiempo en un estado físico similar al de la vida a base de alimentarse con carne.
—¿Los jóvenes o los mayores? —inquirió Rafael.
—Los mayores, pero creo que eso no durará mucho. —Jason hizo un gesto negativo con la cabeza.
—¿Por qué? —Elena miró a Rafael. No entendía nada—.
Seguro que saben que tendrían una esperanza de vida mucho más larga si dejaran que la naturaleza siguiera su curso.
Jason respondió antes de que Rafael pudiera hacerlo.
—Es por la promesa de inmortalidad, por la esperanza de que Lijuan encuentre un modo de mantenerlos con vida durante toda la eternidad. Algunos renunciarían a cualquier cosa por eso.
Elena percibió algo en ese comentario, una corriente subyacente muy rica en significados. Miró al ángel que siempre era una sombra y se fijó en su apuesto rostro inescrutable, en esas alas como el carbón que le permitían desaparecer en la noche.
—¿Por la promesa? —Elena negó con la cabeza—. No puedo entenderlo, porque en realidad se convierten en poco más que esclavos.
—Tú nunca has codiciado la inmortalidad —replicó Rafael—. No comprendes las ansias de aquellos que sí lo hacen.
Eso hizo que Elena reflexionara un poco.
—Tal vez sí —dijo, aunque deseaba no comprenderlo—. Mi cuñado ama a mi hermana, pero no esperó a que ella fuera aceptada como candidata. Quería vivir para siempre mucho más de lo que deseaba que mi hermana estuviera a su lado. —Y ahora Beth envejecería mientras su marido permanecía eternamente joven.
Harry había jurado permanecer al lado de Beth y, por alguna razón, Elena estaba convencida de que lo haría. Sin embargo, se preguntó si Beth aceptaría esa devoción. ¿Sobreviviría el amor de su hermana a la idea de haber quedado por detrás de sus ansias de inmortalidad? ¿Aceptaría que, después de su muerte, Harry se quedaría solo y podría conocer a otra persona, amar a otra persona?
Miró a Rafael a los ojos y sintió una dolorosa punzada en el pecho. Sabía que también ella sería testigo de la muerte de su hermana.
No voy a disculparme, Elena. Sería una falsedad… No podría soportar que me dejaras.
La sinceridad brutal de esa respuesta, la emoción que destilaba, sacudió sus cimientos.
Lo olvidé, y luego recordé. Eso duele mucho más.
Beth se convertirá en polvo cuando llegue su hora, pero morirá sabiendo que sus hijos estarán bajo la protección de un ángel.
Elena realizó un breve gesto de asentimiento y enfrentó la mirada de Jason. Se dio cuenta por primera vez de que sus ojos eran negros, tan negros que resultaba casi imposible distinguir la pupila del iris.
—¿Se alzarán los cortesanos contra Lijuan si les demostramos que el renacimiento no equivale a la inmortalidad?
Las alas de Jason emitieron un susurro cuando el ángel las sacudió un poco, pero incluso en ese lugar, en esa habitación llena de luz, Jason conseguía encontrar una sombra con tanto éxito que Elena tuvo que esforzarse para distinguir la forma de las plumas.
—Tal vez consigamos convencer a unos cuantos, pero la mayoría están acostumbrados a considerarla su diosa. La seguirán con los ojos cerrados allí donde quiera llevarlos.
Lo que le proporcionaba a Lijuan un suministro interminable de cadáveres para su ejército de muertos.