[14] Para los sumerios y acadios, el infierno era conocido como el mundo del otro lado. Tras la muerte los humanos pasaban a residir allí. No era un lugar de premios ni castigos. Simplemente era un lugar gris, sin colores, ni olores, ni sabores. Por ello se realizaban ofrendas de comida y agua a los difuntos en las tumbas, a fin de que pudieran alimentarse desde la otra vida. Los propios demonios del infierno no tenían una connotación maligna, como los del mundo judeocristiano sino que, simplemente, servían los intereses de los dioses castigando a los que ofendían a la divinidad. En ocasiones, incluso, podían favorecer y ayudar a los humanos si se los “convencía” adecuadamente.<<