El verano de 1920, F. Scott y Zelda Fitzgerald, tres meses de casados y hartos de la tediosa Nueva Inglaterra, deciden jubilar su destartalado coche para embarcarse en un simulacro de odisea desde Connecticut a Alabama en busca de las «galletas y melocotones» propios de la infancia de Zelda. El crucero de la Chatarra Rodante, documenta una desventurada y simpática picaresca salpicada por momentos cómicos, desesperación y peligro de muerte, donde el coche resulta ser tan recalcitrante e impulsivo como sus pasajeros.