Capítulo 7
La chica que puede oír fantasmas
Rose y yo nos quedamos en nuestro lugar habitual, frente a la lápida junto a Padre. Generalmente, nos parábamos al lado de la tumba, pero no había ninguna tumba para este funeral. Se necesita un cuerpo para una tumba, y el cuerpo del Sr. Dreary había sido tomado por el pantano.
Tomado por el pantano. ¡No, Briony, por favor, trata de recordar! No tomado. Las Wykes atrajeron al Sr. Dreary a la parte más traicionera de los Rápidos, donde cayó y se ahogó.
Donde cualquiera se habría ahogado, a menos que pudiera caminar sobre el agua, lo que me atrevo a decir el Sr. Dreary no podía.
Pero no podía olvidar como el pantano sorbió y tragó. Esos no eran los sonidos de una caída.
Padre había preparado un sermón sobre el significado de la vida del Sr. Dreary. Eso es lo que las historias hacen, tratan de crear sentido de la nada. Pero no hay sentido en la vida del Sr. Dreary. Él vivió, olía a sopa enlatada, y murió.
Cuando éramos pequeñas, Rose y yo solíamos jugar un juego llamado conectar los puntos.
Me encantaba. Me encantaba dibujar una línea desde el punto número 1 al punto número 2 y así sucesivamente. Por encima de todo, me encantaba el momento en que el trazo caótico de puntos se convertía en una imagen.
Eso es lo que hacen las historias. Conectan puntos al azar de la vida en una imagen. Pero todo es una ilusión. Sólo trata de conectar los puntos de la vida. Terminarás con un loco garabato.
Pero Padre tiene que intentarlo. Es su trabajo.
Él miró hacia arriba, la multitud guardó silencio. El silencio cae, cae en los Rápidos. Sorber y tragar. ¡Para, Briony! Por favor, trata de recordar: el Sr. Dreary tenía una Bible Ball.
Rose y yo enfrentábamos a Padre; la congregación se reunía detrás. Yo estaba acostumbrada a representar el papel de hija del clérigo, vestida de un negro de funeral desde las cintas
hasta los guantes de encaje. Rose estaba vestida de forma idéntica, pero ella no estaba pretendiendo. Rose no nunca ha aprendido a pretender.
—Negro no es un color —dijo Rose.
Negué con la cabeza.
—¡Silencio, Rose!
La hija de un clérigo asistirá a cientos de funerales. Asistirá hasta dos o tres a la semana cuando la tos del pantano se encuentra al acecho. Había estado parada junto a docenas de tumbas desde que madrastra murió, pero la suya era la única que recordaba. Recordaba el rectángulo oscuro; recordaba sus esquinas, claras y nítidas, como los ángulos de una cama de hospital.
—Me queda el rosa —dijo Rose—. Yo no combino con el negro.
Puse mi dedo en mis labios.
—Padre está hablando.
Pero a Rose no le gusta que le manden a callar.
—El negro no es un color. Quiero mi cinta rosada.
La multitud susurraba detrás de nosotras. Estarían mirando, por supuesto, a la peculiar hija del reverendo. No me importan mucho los que desaprueban. Es a los tolerantes a los que no puedo soportar, los que le sonríen a Rose, a los que hablan con ella muy lentamente y con cuidado. Ellos no se dan cuenta de lo inteligente que es. Sólo están tremendamente satisfechos consigo mismos. ¡Mírame! Gritan todos ellos. ¡Miren que adelantado soy! ¡Qué maravillosamente progresista del fantástico siglo veinte!
—Combino con el rosa.
—Vamos, Rose. —Me di la vuelta, me siguió hasta el cementerio. Yo solía parar en la tumba de Madre, pero no recientemente, no por varios años. Solía parar para hablar con ella y ordenar un poco. Solía recortar la hiedra en su lápida. Pero ahora la hiedra y los líquenes habían cubierto la lápida tallada, que no tenía los querubines de costumbre, sino girasoles y margaritas… las flores favoritas de Madre. Estaban exquisitamente esculpidas.
Yo diría que podrías casi olerlas, excepto que los girasoles y las margaritas no tienen mucho olor. Desearía haber conocido a Madre. Me pregunto si hubiera tomado el mal camino si ella no hubiera muerto cuando nacimos. Ella sabe que soy una bruja, supongo.
La imagino mirándome, negando con la cabeza y suspirando.
No puedo afrontarla.
Madrastra debería descansar también en la parcela Larkin, pero no: al Reverendo Larkin no le apetecía dar a su segunda esposa un entierro apropiado.
Me llevé a Rose a un extremo del cementerio, a un espacio de pequeñas lápidas. Germinaban alrededor de nuestros pies como hongos pálidos. Muchos niños habían muerto por la tos del pantano este invierno. Las lápidas de los recién llegados eran incómodas, colocadas en el borde.
La tierra se inclinó bajo mis pies. Me senté para no caer. La segunda visión se acercaba a mí. No es una segunda visión del tipo ordinario, la que me enlaza a los Antiguos. Es la otra clase, la que me une al mundo espiritual.
El tipo que, hace sólo tres días, me conectó con el cráneo de la Muerte.
El mundo se sacudió como un perro. Trató de lanzarme, pero me aferré a la tumba más cercana. Este tipo de clarividencia nunca es rosa y rayos de luna, sino muerte y sangre y olor a miedo.
Desde la tumba debajo llegó una voz.
—Fue el Boggy Mun quien envió la tos que me mató.
Era la voz de un niño, delgada como la leche desnatada. El mundo giró fuera de su eje y corrió cuesta arriba.
—El Boggy Mun —dijo un segundo niño de la tumba de al lado—. El Boggy Mun, está enojado porque sus aguas le fueron quitadas.
La tierra trató de rascarme, como a una pulga.
—Llévame, y al bebé también —dijo un tercero—. Los últimos minutos, fueron malos, con la muerte alineada en mi pecho.
—Y ahora le pedimos ayuda a la chica que puede oír fantasmas.
¡No me pregunten! No sentía mis manos. La chica que puede escuchar fantasmas. No puedo ayudar… ¡no voy a ayudarlos! Pero las palabras se pegaron a mi mente como papel matamoscas. Le pedimos ayuda.
—Los hombres de Londres, no debieron haber tomado el agua del Boggy Mun.
—Diles que el Boggy Mun mandó la tos del pantano, lo hicieron enojar.
Le pedimos ayuda.
—Y ahora mi hermana pequeña tiene la tos.
Los fantasmas pensaban que yo podía apaciguar al Boggy Mun, quien sacaría la tos del pantano. Pobres fantasmas, bueno no, en realidad no son fantasmas. Son Espíritus Inquietos que no pueden descansar hasta que algo en el mundo de los vivos les haya dado justicia: la venganza de su asesinato, sus pecados confesados.
Sus hermanas pequeñas curadas.
Las voces de los niños se hicieron más agudas.
El Boggy Mun había gobernado el pantano desde antes que nuestro tiempo humano comenzara. Él era el Señor del pantano, del agua y el lodo, y de todos los estados pantanosos de en medio. Podía ser bueno, podía ser salvaje. Podía matar con la tos del pantano, ¿y por qué no, cuando su agua era robada?
Y aun más aguda.
—Ellos no debieron haber tomado el agua.
—Dile a los adultos que la devuelvan.
Hasta que el Sr. Clayborne pusiera un alto a la desecación del pantano, el Boggy Mun golpearía con la tos del pantano, y golpearía y volvería a golpear. Atacaría y atacaría de nuevo… oh, Briony idiota: pregúntale a los niños fantasmas, ¡rápido!
—Mi hermana… ¿tiene la tos pantano?
—Los hombres de Londres no debieron tomar…
—No se vayan… ¿tiene ella la tos del pantano? ¡Por favor, díganme!
¡Por favor, digan que no!
—Los hombres de Londres…
Las voces de los niños se desvanecieron. La gravedad se invirtió. El mundo rebotó para perseguir a su pelota, lo que me ponía enferma, aunque pronto se acabaría. Pero me sentiría enferma de nuevo, si pudiera hacerlo otra vez. Había hecho la pregunta demasiado tarde.
—No tengo la tos pantano. —Rose entró en mi visión. Ella sonrió con su sonrisa ansiosa, que es la única sonrisa que sabe hacer.
—Por supuesto que no —le dije, y Rose se inclinó en un cómodo exceso violento de tos.
¡Qué momento oportuno! Si no fuera Rose, se podría pensar que estaba cayendo en una paradoja.
Pero ella es Rose.
—Es hora de las carnes asadas del funeral—dijo Rose, apretando sus palabras en las últimas migajas de tos.
—Tienes toda la razón, Rose. —Estábamos solas en el cementerio. Incluso Eldric, el recién llegado, sabía que cada buen duelo hace festejos en la Taberna con cerdo asado y pasteles, galletas de funeral, jerez y cerveza. Especialmente jerez y cerveza. Un funeral es una pieza sedienta para los negocios.
Estaba mareada.
—Dame un minuto.
—La gente no puede dar minutos —dijo Rose.
Rose, la Rose literal.
—Es una de esas cosas que dice la gente. Hablamos de eso, ¿recuerdas cuándo Padre trató de captar la atención del camarero?
—¡Rápido! —dijo Rose, todo en un apuro—. ¡Cubre tus orejas!
Me llevé las manos a las orejas, simulando que no podía oír las campanadas de las doce de la iglesia. Rose tiene una relación peculiar con la noción del tiempo: ella no me deja escuchar las campanadas del reloj de las doce. No puedo decir porqué… le he dicho muchas veces que me gusta la hora del mediodía… pero Rose no comprende.
—Es hora de las carnes asadas del funeral.
—Allá vamos, pues. — Le pedimos ayuda, a la chica que puede oír fantasmas.
—Quiero que me leas —dijo Rose—. Quiero una historia donde sea la heroína.
¡Oh, Rose! Me lancé a mi letanía del incendio de la biblioteca y los libros que se quemaron, y luego dijo lo que ella siempre decía:
—Desearía que mi libro se hubiese quemado en el incendio.
¡Aquel maldito libro otra vez! Sólo cuéntame sobre él, querida Rose. Y me ocuparé de que se queme. Pero Rose nunca dice sus secretos. Eso sería romper las reglas.
Le pedimos ayuda. ¡No pienses en eso, Briony!
Rose nunca rompe las reglas.
Pero los recuerdos de los niños fantasmas estaban por todas partes. En el cementerio, el terreno se arrugaba con la muerte. Fuera del cementerio, las lápidas apuntaban a cualquier lado, excepto derechas, como los dientes malos.
Madrastra yacía de una de esas tumbas descuidadas, en suelo sin consagrar al lado de los asesinos y las brujas y los suicidas. ¿Cómo pudo Padre haber estado casado con Madrastra y no saber que nunca se suicidaría?
El cementerio estaba en Gallows Hill, el lugar más alto de la aldea. A lo lejos, el pantano se extendía en un arrugado crepé gris. Abajo estaba la Plaza del Ahorcado, anclada en el extremo sur de la iglesia y la Casa Parroquial. Los otros lados de la plaza ofrecían todo lo que uno puede necesitar en la vida: la Taberna, la cárcel, y la horca. A veces, cuando una persona visita la Taberna, va derecho a visitar lo demás.
El actual ocupante de gallows era Sam Collins, de los Collins río arriba, cada uno de los cuales nació con un dedo de más, mejor para robar.
Los niños fantasmas quieren que le diga a los aldeanos cómo detener la tos del pantano.
Vamos a suponer que lo hago. Así es como me iría.
Se convertiría en la Casa que Jack Construyó 5.
Esta es la chica llamada Briony.
Esta es la chica llamada Brion; quien vivía en un pantano que estaba siendo drenado.
Esta es la chica llamada Briony; quien vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun.
Esta es la chica llamada Briony; quien vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano.
Esta es la chica llamada Briony, quien vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano; del la cual Briony se enteró a través de los niños fantasmas.
Esta es la chica llamada Briony, quien vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano; de la cual Briony se enteró a través de los niños fantasmas; a quienes Briony era capaz de escuchar porque tiene la segunda vista.
Esta es la chica llamada Briony, que vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano; de la cual Briony se enteró a través de los niños fantasmas; a quienes Briony era capaz de escuchar porque tiene la segunda vista; que tiene porque Briony es una bruja.
Esta es la chica llamada Briony, que vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano; de la cual Briony se enteró a través de los niños fantasmas, a quienes Briony era capaz de escuchar porque tiene la segunda vista; que tiene porque Briony es una bruja; que los pobladores del pantano descubrieron cuando tuvo que explicar como lo sabía.
Esta es la chica llamada Briony, que vivía en un pantano que estaba siendo drenado; lo que enfureció al Boggy Mun; quien envió la tos del pantano; de la cual Briony se enteró a través de los niños fantasmas, a quienes Briony era capaz de escuchar porque tiene la segunda vista; que tiene porque Briony es una bruja; lo que los pobladores del pantano descubrieron cuando tuvo que explicar como 57
lo sabía; lo que significa que fue colgada hasta la muerte.
Esta era la chica llamada Briony.
No soy del tipo que se sacrifica.
5 Original en inglés: House That Jack Built. Canción infantil.
—Es hora de las carnes asadas del funeral —dijo Rose.
Bajamos a Gallows Hill, cada una a su manera. Yo ya no soy una chica lobo, pero aun así, soy rápida y Rose es lenta. Es lenta y torpe y tiene miedo de las alturas, a la velocidad y al peligro.
Y ahora le pedimos ayuda, a la chica que puede oír fantasmas.
Esta es la chica llamada Briony; quien quería darse prisa para ir a la Taberna; que se distraería el recuerdo de los niños fantasma; que seguirían volviendo a ella hasta que quisiera gritar; lo que le apetecía hacer de todos modos, porque Rose no sabe caminar aprisa; esto demuestra que Briony siempre está esperando a Rose, y si Briony termina en la horca, será por asesinato.
Esta es la chica llamada Briony.