SOLO SERÁ UN LAPSO

Ponferrada, 13 de julio de 2013

Fue una comida muy especial en la que instituimos el día trece de julio como la fecha anual de reunión. Todos a excepción de Chalupa que regresaría a Elven por unos años.

Karen y Diego pasarían unos días en Santiago de Compostela y después de atender sus compromisos laborales, planeaban volver a verse; bien en Londres, bien en Nueva York.

Sandy y Fígaro regresarían a León para seguir descubriendo los rincones del Barrio Húmedo. Después, viajarían juntos a Florencia. Pronto, su padre y su abuelo dejarían de tomarle el pelo, porque el Ponte Vecchio tendría un nuevo candado.

Edgar nos invitó a todos a la Feria de Albacete. Una ciudad a la que todo el mundo llega llorando, pero de la que nadie se quiere marchar y, el que se va, también lo hace llorando. Por supuesto, Álvaro se apuntó enseguida; tenía tantas ganas de desconectar y salir de marcha que casi nos deja a todos plantados para ir haciendo la maleta.

Chalupa y yo escuchábamos relajados sus planes hasta que tuvimos que contar los nuestros.

—Ana, ¿qué vas a hacer? —preguntó Fígaro.

—Escribir un libro —contesté.

Estaban tan felices que no quise estropear sus maravillosos planes contándoles que Darkness estaba en Ponferrada. En realidad, tenía que escribir dos libros: uno que rellenara los vacíos en la memoria de Darkness y otro para rendir homenaje a un hecho borrado de la historia, a las víctimas, a todos los seres fantásticos que formamos parte de ella y a mi familia: la pasada y la presente. Mi tatarabuelo Tristán escribió una vez: «Los libros de ficción son el lugar perfecto para guardar un secreto. Los lectores sueñan con sus palabras sin sospechar que narran otra realidad».

—¡Un libro! ¡Eso es fantástico! ¿Ya sabes de qué va tratar? —preguntó Diego.

—Contaré nuestra historia. Total, nadie se la va a creer.

—¡Me encanta la idea! ¿Cómo lo vas a titular? —preguntó Sandy.

—Sin ninguna duda Libro Veintitrés.

—¿Libro Veintitrés? ¿Por qué ese título? —preguntó Diego.

—Necesito mantener ese pequeño secreto. Parte de la historia ya la conocéis, pero tendréis que contarme esos momentos en los que no estuve presente. Pero sin prisa, ya os iré llamando.

—¿Todos los momentos? —preguntó Karen sonrojada.

—Sin ahondar en detalles —añadió Diego—, quiero que quede por escrito cuándo me enamoré de ti.

—No hay problema —afirmó Sandy—, leer nuestra historia será como revivirla de nuevo.

—¿Y nosotros qué? Somos los solteros de la orden —dijo Álvaro.

—No te preocupes, de este verano no pasa —aseguró Edgar.

—Pero ¡ya no saldrá en el libro! ¡Quedaremos de pringados! —exclamó Álvaro resignado—. Chalupa, estás muy callado y pensativo, ¿tú qué vas a hacer?

—Viviré en Elven unos años. No podré asistir a las reuniones del trece de julio, pero prometo compensar mi ausencia cuando regrese.

—¿Cuántos años? —preguntó Karen.

—Lo desconozco —afirmó Chalupa—. No depende de mí.

—Entonces, tendremos que darte un montón de besos —aseguró Sandy apenada.

—Tampoco te pases —dijo Fígaro.

—Esperaremos impacientes tu vuelta. —Diego se emocionó.

—¡Qué lástima! —Karen estaba visiblemente triste con la noticia.

—Creedme, no ha sido una decisión fácil.

—¿Qué vas a hacer en Elven? —preguntó Edgar.

—Dirigir varios proyectos científicos y seguir formándome hasta que otro mágico ocupe mi lugar. Después, seré libre para decidir qué hacer con esos avances, pero no os preocupéis, no habrá más Fulmo Magneta.

—¿Recuerdas los otros inventos que te robaron? —preguntó Diego.

—Varios estaban relacionados con distintas formas de obtener energía libre, pero eché en falta el Submarŝipo Magneta Trajno, un tren submarino que aprovecha el magnetismo de la tierra para alcanzar una velocidad endiablada y que será capaz de viajar bajo el mar sin necesidad de construir ni túnel, ni vías.

—Yo prefiero la estrella de Elven —aseguró Sandy—. ¡Esa sí que es rápida!

—Me temo que eso va a tener que esperar —comentó Chalupa.

***

Después de la comida, Chalupa y yo fuimos paseando hasta el castillo de los Templarios. Nos despedimos con lágrimas en los ojos y fundiéndonos en un largo abrazo.

—¿Cuánto tiempo tendré que esperar para que seas tú quien me bese? —Acarició mi mejilla.

Me acerqué despacio, muy despacio, atraída sin remedio por una fuerza sutil, dulce, hermosa, inexplicable, pero antes de llegar a rozar sus labios, a tan solo un milímetro de sus labios, me susurró: «solo será un lapso». Y desapareció.

Pensaba que el mundo se había terminado en ese preciso instante. Tenía el estómago encogido. No podía respirar. Tuve que sentarme para soportar el vacío que se había producido dentro de mí. Tenía doce años, casi trece, y no entendía el dolor que me había dejado su ausencia. Hoy sé que fue amor. Nunca he conocido a nadie como él: que me encontrara tan bella en los momentos más tristes y aciagos, que me comunicara tantas emociones con sus silencios, que me transmitiera tanto al rozar mi mano, que siendo tan inteligente, me explicara los misterios de la ciencia de manera tan sencilla, que sintiera admiración con las pequeñas cosas que hacía yo, que tuviera tiempo de prepararme el desayuno cuando reinaba el caos, que me entregara un folio en blanco con mi nombre y que ese papel se convirtiera en el regalo más romántico y en las palabras más hermosas que me hayan dicho nunca. No pude despedirme de él, no pude decirle lo que sentía, pero enjugué mis lágrimas y me armé de ilusión para poder crecer feliz, mientras esperaba volver a verlo.

Y mientras crecí, soñé. Y recorrí el mundo. Y fui testigo de los acontecimientos más importantes de la historia. Y fui a todos los conciertos de música que pude. Y fui a la ópera. Y leí todos los libros que cayeron en mis manos. Y aprendí a hablar otros idiomas. Y continué siendo una cinéfila obsesiva. Y fui al teatro. Y al ballet. Y conocí otras maneras de vivir. Hice muchas cosas gracias a la estrella de Elven…Y quise de nuevo…, pero nunca amé.

Algunas veces, me he sentido tentada de echar un vistazo al futuro para poder ver a Chalupa, ya lo llamo Quin en mi corazón, pero no lo he hecho: no porque Tristán me dijera que podía ser peligroso, sino porque mi vida ya no sería la misma si dejara de sorprenderme.

 

FIN