Relato 6
Estamos Perdidos

"¿Estamos perdidos?"

—Claro que no.

—He visto una estrella fugaz. Pide un deseo.

—Mmmmmmm ya.

—¡Por dios mira a la carretera!

—Jajaja miedoso. Anda saca el mapa de la guantera.

—El mapa, una linterna y una copa de vino. Qué más puedo desear.

—¿Una cerveza?

—Noooo, estas conduciendo.

—Pues un té caliente.

—Menudo contraste. Bien ya tengo el mapa.

—¿Qué tal si intentas localizarnos? Hace más de veinte kilómetros que hemos dejado el pueblo y no he visto ni un solo desvío, solo carretera y debería haber... estoy casi segura.

—¿Solo casi? Oye, por qué vienen siguiéndonos dos coches.

—Deben de estar tan perdidos como nosotros.

—¿Nos siguen porque están perdidos? Pues están bien jodidos.

—Oh vamos, ¿qué puede pasar?... ¡pero qué! Será...

—Luces largas.

—Me deslumbran con las luces largas.

—Es el primer coche que vemos en más de media hora.

—A excepción de los que llevamos detrás, y ya son tres. Estaría bien tener uno delante nuestro, de repente siento que una gran responsabilidad reposa sobre mis hombros.

—Más de media hora....

—¿Qué?

—El coche, el que iba en dirección contraria a la nuestra. Verás ese tío nos llevaba ventaja ha llegado a su destino ha visto algo, y acojonado, se ha batido en retirada. Piénsalo.

—Siiiiiii, qué crees, ¿una panda de asesinos caníbales mutantes? Jajajaj

—No debería provocar risas a la conductora, mi seguro no cubre accidentes por risas.

—El mío tampoco.

—Creo que lo de los caníbales mutantes es una teoría posible, sí, perooooo, ¿qué tal marcianos?

—¿Marcianos de...? ¡ahhhh mas luces largas! ¿Marcianos de Marte?

—¿Sabes que tienes unos ojos increíblemente bonitos?

—Graaaacias, ¿sabes que si me pones nerviosa corremos riesgo de tener un accidente?

—Por dios... no puede ser, estoy mirando por el retrovisor y... ya tenemos cinco coches detrás nuestro, somos como una puñetera caravana.

—Todos de cabeza a tropezarnos con una posible invasión alienígena.

—A ti se te dan bien los idiomas, espero que les digas que venimos en son de paz.

—Nooooo, les diré que hemos venido a convertirlos en comida para peces. ¿Qué tal el mapa?

—Estamos a punto de encontrar un desvío.

—Yo también he leído el cartel que acabamos de pasar.

—Solo quería asegurarme.

—(unodostrescuatrocinco)El quinto desvío en la rotonda.

—Te he oído contarlos, es divertido, cuentas muy rápido, uno-dos-tres-cuatro-cinco, y aguantas como la respiración. Ah mira, tres coches nos han dejado, han abandonado la caravana.

—Me siento absolutamente desdichada por ello.

—Te has quitado un peso de encima.

—Siiii, de hecho tres pesos de encima.

—¿Y por qué marcianos de Marte? Siempre son de Marte, tantos planetas para elegir y han de ser de Marte, la verdad es que no entiendo esa fijación. ¿Qué tiene Marte?

—Señor, Marte tiene unos apartamentos de un lujo que ni se imagina, con vistas, hay spa, jacuzzi en todas las habitación, en la recepción le atenderá nuestro amabilísimo hombre vegetal, ¡y no vea lo bien que huele!, y en cada planta....

—Nos han abandonado, los dos que quedaban. Estamos solos.

—Es el momento, ahora pondré la radio.

—¿La radio?

—Ya sabes, si nos tenemos que topar con un ovni, la radio ha de estar puesta, es como un rito.

—Las radios atraen a los ovnis.

—Ohhhh ya lo creo que sí como la luz a los mosquitos.

—¿Depende de la emisora o en general?

—Bueno... es una pregunta que preferiría contestar después de la publicidad.

—Espero que no intentes venderme algo.

—Nooooo.

—Porque lo compraría todo.

—No sabes decir que no.

—Sí, es decir no.

—De un momento a otro se apagará la radio, las luces y el coche irá perdiendo velocidad hasta pararse por completo.

—Y veremos un cucurucho gigante pasar por encima nuestro.

—Con tres gigantescas bolas de helado que nos dejaran quemaduras en la cara al mirarlas.

—Si salimos del coche.

—Claro, hay que salir, y saludar, lo principal es la amabilidad.

—¿Y si aterrizan? Lo que quiero decir es... puede que quieran llevarnos a su planeta.

—¿Llevas pasaporte intergaláctico?

—¡Ah! ¡Lo olvidé!

—¡Es para tortearte!. ¿Qué más te has dejado en casa?

—Una lista larga e interminable.

—¡Jamás hay que salir de casa sin el pasaporte intergaláctico! ¿Podrías perder el vuelo espacial? ¿Y qué harías?

—¿Coger el siguiente?

—Con qué tranquilidad te tomas las cosas...

—Deberías ver cómo me río histéricamente por dentro.

—Ohhhhh abre la boca, quiero verlo.

—Túuuuu mira a la carretera y confía en mi palabra.

—¿Palabra de boy-scout?

—Por supuesto.

—Voy a girar a la derecha, conozco un atajo.

—¿Un atajo? Me tomas el pelo, ¿quieres salir de la autovía y coger ese camino de tierra?.

—Lo seeee pero llegaremos antes, confía en mí.

—Confío en que sepas que no tengo experiencia tratando con muertos vivientes.

—¿Acaso has visto alguno?

—¡Mira!

—Solo era un hombre.

—¿Paseando en mitad de la noche? ¿En una carretera perdida de la mano de dios? Seguro que era un puto zombi.

—También tienen derecho a pasear, y a respirar aire puro.

—Quieren mi cerebro.

—No sé por qué.

—JaJa, lo he cogido.

—Jajajja. Te cogerán y te mooorderán y te comerán.... como un pedazo de pollo frito.

—Entonces me convertiré en zombi e intentaré morderte a ti también.

—Pero serás un zombi lento y yo soy muy rápida despistando el peligro.

—Dime que no te estás quedando sin gasolina.

—Lo dices por el indicador.

—Lo digo por el indicador que parpadea en rojo insistentemente.

—No pasa nada, no pasa.....

—Tendremos que caminar

—No puedo creer que estemos tirados en ninguna parte. ¿Y era un atajo? ¿Tienes suerte con el móvil?

—No hay cobertura

—Deja que pruebe yo.

—Puedo ver una casa, ¿la ves?

—Tampoco logro señal. Sí veo la casa.

—Vayamos caminando hacia ella, usaremos su teléfono y pediremos ayuda.

—No veo luz en esa casa.

—Sigue caminando. Una casa en medio del monte, alguien debe de vivir en ella.

—La casa tiene dos plantas, parece haber sido construida hace un par de siglos y no veo luz alguna.

—Entremos.

—¿Estás loca? ¡Si no hay nadie!

—La puerta parece estar abierta.

—No puedo creer que estés poniendo un pie en el interior de esta casa.

—Quizás los fantasmas que la habitan tengan té, pastas y cuenten buenas historias.

—No es un buen momento para hablar de fantasmas.

—Pues diría que es el momento perfecto, mira, una vela, deja que la encienda.

—Muy bien, ya hemos entrado, no hay nadie y todo está tan muerto... como la misma casa. ¿Podemos irnos?

—¿No has oído eso?

—¿El qué?

—Ese ruido.

—Por dios no juegues conmigo, no te imaginas lo acojonado que estoy.

—Mmmm me hago una idea Pero me ha parecido oír a alguien, una voz que provenía del piso de arriba.

—Será un perro, o un gato, o una rata...

—Una rata zombi.

—Sí una de esas.

—¡Subamos!

—¿Lo dices en serio? Oh dios mío, lo dice en serio. ¿Pero qué haces?

—Suuuubiiiiir lasssss escalerasssss, sígueme valiente, descubramos misterios.

—Solo porque sabes que no sé decir que no. Y para protegerte de los fantasmas, feos, huesudos y vengativos que seguro esperan en la segunda planta.

—Protegerme, claro, igual es porque llevo yo la vela.

—Ah me has pillado pero te avisaré si alguno se nos acerca por detrás.

—¿Tienes miedo?

—¿Yo? Joder pues claro.

—Mira eso, esos cuadros que rodean todo el pasillo.

—Esos rostros parece que nos miran.

—Te miran todos a ti.

—JaJa muy graciosa

—Mira hay dos habitaciones.

—Las puertas están cerradas, eso suele significar que no quiere uno que se le moleste.

—Pero no hay nadie...

—¡Pues vámonos!

—¡Mira, es el cuarto de un niño! Hay una vieja cuna y las paredes están pintadas con arco iris.

—Si ya lo veo, oye.... ahora soy yo el que ha oído algo.

—¿Intenta asustarme caballero?

—No, de verdad, he oído algo, abajo. Creo que era la puerta.

—Hay unas hojas en la cuna, parecen páginas arrancadas de un diario.

—En serio creo que...

—“Enero de 1974, nace mi primogénito, su madre, Elena, ha muerto en el parto, entre terribles dolores, me hace prometerla que cuidaré de él, hasta el fin de los días, y al principio lo intento. Lo intento, de verás que lo intento.”

>”Han pasado semanas desde la muere de mi mujer, he contratado a una niñera que cuida del bebé, me insta a verlo, pero en él, no puedo ver más que la muerte de su madre, su asesino, veo al bastardo que mató a mi mujer.”

>”Noviembre de 1974. El tiempo transcurre y la insistencia de la niñera, ahora mi amante hace que empiece a preocuparme más por ese niño... por mi hijo... la palabra, de algún modo me repugna y quisiera.... que dios me perdone, pero quisiera que despareciera.”

>”Febrero de 1975, he discutido con María, piensa que dejé caer al bebé al suelo a propósito. Y lo cierto es que no está equivocada, fueron mis manos, se sintieron débiles y tan solo.... lo soltaron.”

>”Abril de 1975. He tenido que matarla, estaba en la bañera desnuda cuando abrí la puerta, me dirigió una sonrisa y un beso, yo me acerqué a ella, le enjaboné la espalda y luego.... hundí su cabeza en el agua con aroma a jazmín. Pequeñas burbujitas saliendo a la superficie, pronto dejó de respirar. Cuando me paro a pensar en ello.... fue... fácil. Y ahora ya puedo matarle a él. A ese pequeño demonio que me persigue y que robó el aliento de mi mujer. Voy a matarte pequeño aborto.”

—La puerta.

—Y.... ya no hay mas, ahí acaba lo escrito. Admito que ahora estoy algo asustada, ¿qué dices de la puerta?

—La puerta no estaba cerrada, yo la dejé abierta.

—Bueno pues vamos y la abrimos. ¿Ves? ¿Pero qué? No se abre. ¡Vamos se acabaron las bromas! ¡Abre la puerta!

—Te prometo que yo no tengo nada que ver.

—La ventana, salgamos por la ventana.

—¿Quieres que saltemos dos pisos de altura?

—¿Se te ocurre una idea mejor?

—Mira.

—Vamos, ya está bien.

—No mira el pomo de la puerta, se mueve.

—Voy a abrir la ventana y salimos de aquí, pero ya.

—Estoy contigo, abrámosla.

—¿Estás bien?

—Me duele la rodilla.

—Vamos, apóyate en mí.

—Tú siempre tan caballeroso.

—Tú siempre tan aventurera.

—Estamos en la parte trasera de la casa, y mira eso.

—¿Eso es?

—Parecen pequeños montículos. Son…

—Sí. No son montículos, son un montón de pequeñas tumbitas.

—Joder.

—Sí, Joder. ¡Salgamos de aquí cagando leches!

—¿Y tú rodilla? Ya casi estamos.

—Va bien, mira, ¡un coche!

—¡Ha parado al vernos!

—¡Oh dios, gracias!

—¡Por favor ayúdenos! El coche se quedó sin.... estamos perdidos y no se imagina lo que hemos visto, tiene que llevarnos a la ciudad, tenemos que ir a la policía.

—¿Estás bien?

—Me duele, pero creo que no es nada.

—Seguro que no lo es, estamos a salvo, estamos bien, ya ha pasado. Ahora solo nos queda llegar a casa y todo irá bien, eh... ¿por qué? Eh amigo, ¿por qué da la vuelta? Por ahí no volvemos a la autovía, de allí venimos nosotros y... eh.. para, ¡para! ¡Hijo de puta he dicho que pares! ¡NO!