Sofía
Coloco la última fotografía sobre el mueble del nuevo salón. Oliver y yo decidimos comenzar nuestra nueva vida como matrimonio alejados de esa casa que tan malos recuerdos me traían de mi supuesto amigo.
Al final conseguí que Oli me dijera la verdad sin esconderme nada. Le costó más de media tarde lograr serenarme. El llanto por mucho que intenté que cesara, cada vez que recordaba las intenciones de Hugo, iba en aumento.
Al día siguiente, acompañada de mi amor, nos reunimos con Carla. Entre llantos le relaté la verdadera identidad del que hasta hacía horas era como un hermano. Por mucho que los dos insistimos en que no pasara sola la noche, nos despidió entre lágrimas y nos agradeció haberle abierto los ojos.
Con la ayuda de Alejandra y Aitana, adquirí en propiedad un apartamento en el mismo edificio donde ellos cuatro residen. Sabía la ilusión de Oliver de poder estar cerca de sus hermanos, por eso no me tembló la mano a la hora de firmar la escritura y dejarlo todo listo a falta de que él estampara su rúbrica.
Nuestra primera noche en nuestro nuevo hogar la pasamos en familia. Nada en el mundo hará que olvide la cara de felicidad de los hermanos Suárez al verse juntos otra vez. Aunque en esa ocasión, cada uno con su respectiva mujer.
De momento disponemos de lo básico, nuestra oficina de turismo lleva abierta un par de meses y nuestra economía es escasa, pero somos felices con lo poco que tenemos siempre que estemos juntos.
Observo con felicidad el marco recién depositado en su lugar, los hermanos Suárez sonríen abrazados a la cámara. Las tres parejas viajamos a Santander; Oliver y yo por nuestra luna de miel; Abel y Aitana para celebrar su próxima paternidad; y Diego y Alejandra aprovecharon para anunciar su próximo enlace.
Tras quince mágicos días en mi Santander natal, los seis disfrutamos de las espectaculares vistas que ofrece la ciudad, de sus espléndidas playas, sus concurridas y alegres calles y su exquisita gastronomía.
Con añoranza regresamos a Tenerife a retomar nuestros quehaceres diarios, prometiéndonos que cada año volveríamos por la misma fecha para celebrar la unión de la familia.
Miro el resto de fotografías que adornan el mueble; en algunas estamos solos, en otras nos acompaña la familia, otras son del interior de LaGhata con el resto de amigos y familiares.
—Mi vida, es la hora. —Me llama mi amor desde el estudio.
Apresuro mi paso para no llegar tarde, antes de sentarme frente a él, beso con pasión a mi guapo marido.
—¿Lista?
—Sí. —Anuncio y me conecto al nuevo mundo que acaba de inaugurar Slava, el juego que nos ha brindado la oportunidad de ser felices.
Cuando comunicamos a nuestras respectivas tribus nuestro enlace, ninguno salió de su asombro. En este nuevo mundo, a parte de los amigos de nuestras antiguas tribus, se han unido nuestros familiares y amigos a petición nuestra. Deseamos disfrutar del juego luchando juntos como hacemos a diario en nuestra vida cotidiana. Oliver ha bautizado a la tribu con el nombre de uno de mis pueblos, Conquistando El Mundo.
Fin