Capítulo 11

La sangre se agolpa en mis oídos cuando la veo, con todo lo que está ocurriendo no me pasó por la cabeza que April fuera a aparecer. El golpe que recibo de Geordi me deja un poco mareado pero trato de mantener el equilibrio y las manos ya liberadas quietas detrás de la espalda, no quiero pensar en la espantosa posibilidad de que la vayan a ver. Delphos tiene los ojos bien abiertos siguiendo a April con la mirada mientras ésta se mueve sigilosa tras los árboles hasta estar de nuevo cerca de el montón de armas que Talos y los otros tienen junto a la entrada de la cueva.

Se vuelve para observarme, sé que está muy intrigado. Las explicaciones tendrán que esperar. No culpo a estos hombres a pesar de todo, lo que han arriesgado es demasiado, pero la forma en que lo están manejando es excesiva... me preocupa Caitus que permanece laxo aún tirado en el suelo. ¿ Porqué no externaron lo disconformes que se sentían? Les habría dicho que tomaran lo que quisieran, pero esto...esto me enfurece demasiado. Sin necesitar palabras Delphos y yo ya sabemos lo que hay que hacer, el corazón me golpea desesperado con cada latido. Al mismo tiempo giramos hacia la casi imperceptible sombra de April, ésta se desliza detrás de un espeso matorral, miro como alarga el brazo para asir el mango de una de las espadas. Éste es el momento.

Los demás no me están observando, así que me levanto muy despacio. Aún así Talos se da cuenta y grita alertando a los otros, en un parpadeo se me vienen encima y apenas si logro esquivar la lanza que Geordi asesta contra mi pecho. Medio veo a April lanzar con todas sus fuerzas la espada que Delphos, ya de pie, ataja en el aire. Son tan pesadas que no sé como pudo enviarla tan lejos. Keleos está ahora resistiendo apenas la furia con que Delphos lo ataca una vez tras otra. Talos se vuelve y mira a April, primero desconcertado, luego su expresión cambia por completo y se llena de ira. Ella ya recogió otra espada y la impulsa en mi dirección, pero ésta no logra llegar tan cerca de mí, cae a unos cuantos palmos desde donde estoy enfrentando la lanza que Geordi arremete incesante contra mí, voy girando, me agacho y ruedo, apenas puedo acercarme lo suficiente para rasgarle un costado con mi cuchillo.

Es increíble como los hombres con los que siempre pelee codo a codo para sobrevivir en la guerra son los mismos que ahora quieren matarme. Por fin...estoy justo sobre la espada enlodada en el suelo. Me muevo rápido, Talos ya está casi sobre April pero ella corre hacia las sombras y ya no puedo verla. Logro un golpe contra la pantorrilla de Geordi, no creo haberlo herido muy profundo pero cae gritando y maldiciendo. Lo veo sujetándose la pierna con una horrible mueca de dolor.

Giro a mi izquierda, Keleos está incado y respirando muy agitado con la vista fija hacia arriba. Delphos le da un fuerte golpe detrás de la cabeza con la empuñadura de la espada, cae hacia un lado haciendo un ruido sordo y húmedo. Doy la vuelta rápidamente para dirijirme al lugar donde April corrió para esconderse de Talos. Los nervios me consumen...exclamo a los dioses que por favor no le pase nada, que la protejan. Mi razón de existir está en peligro y todo por ayudarme... no veo ni escucho nada... enloquecido doy vueltas esperando ver alguna silueta moverse alrededor pero sólo escucho las gotas caer sobre el suelo cubierto de hojas empapadas y mi respiración desesperada. Un grito ahogado por la lluvia me paraliza el corazón, corro de vuelta al claro, pues de ahí procede el sonido, no hay palabras que puedan expresar el pánico que siento al ver lo que está pasando frente a mis ojos.

Cuando llego a la linde del bosque me invade el horror convertido en el filo de un enorme cuchillo en la garganta de April. Voltea para verme, sus ojos angustiados son de indescriptible terror. Talos me observa con su fría mirada acompañada de una risa burlona de medio lado. Hace unos momentos no habría sido capaz de imaginar sentir tanta ira, pero ahora cosas innombrables pasan por mi mente... cosas que Talos no ha visto ni en sus peores pesadillas. Pero debo permanecer calmo, un movimiento impulsivo puede significar mi más grande pesadilla.

—Así que era esto ¿ehhh Bastiaan? ahora entiendo porqué el bosque de repente se volvió tu lugar favorito— desliza su asquerosa mano libre y la masajea en medio de las piernas de April haciendo un obseno ruido de satisfacción, ella emite quejidos de angustia, me ruega con sus ojos impacientes. Mi cuerpo se crispa con furia burbujeante... pienso arrancarle esa mano en cuanto April esté segura— Shh...shh mujercita... ¿ no te gusta?... soy mil veces más hombre que Bastiaan, te lo puedo demostrar— le recorre el cuello tembloroso y frágil con su sucia lengua.

—Esto no tiene porque ser así— me agacho y tiro la espada al frente— déjala ir, a mi es a quien odias, ella no tiene nada que ver en esto— miro alrededor, Delphos está de pie enmudecido ante lo que sucede, él conoció a Eranthe hace mucho, sus ojos desorbitados por la incredulidad. Geordi y Keleos están sin sentido, tirados bajo la lluvia, pero otro bulto que estaba también tirado inconsciente hace unos momentos ha desaparecido— llévate todo, pero no la lastimes— le pido con vehemencia.

—Me cansé Bastiaan... llevó años obedeciendo tus órdenes— toma el cabello de April y tira de él con fuerza envolviéndolo en su puño, ella grita de dolor— me gustas mujercita... me gustas mucho, tú y yo nos vamos a divertir deliciosamente luego de que rebane el cuello del muchacho ¿ qué dices?

—¡ Noooo!, suéltame maldito— grita asustada, pero él sólo se ríe con perversa diversión.

No comprendo en un principio lo que pasa. Talos lanza un grito estrangulado, su rostro y cuerpo se convulsionan al precipitarse pesadamente hacia el suelo, April cae al frente y rueda justo a tiempo evitando que la mole herida la golpee al caer. La empuñadura de mi espada sobresale victoriosa de la espalda del hombre, Caitus está de pie con expresión horrorizada. No sé si se debe a que tuvo que quitarle la vida a Talos o porque no puede creer que su señora le devuelve una mirada de agradecimiento y alivio por haberla salvado.

*******

Mi respiración es bastante dificultosa, jamás estuve en una situación así antes, estoy temblando sin control. Bastiaan ya está a mi lado susurrando disculpas mientras me estruja contra él en un abrazo protector. Su mirada atribulada mientras ese hombre me amenazaba con su cuchillo era de absoluto terror. Tardo unos momentos para recomponerme, sus manos me recorren el cuerpo con desesperación, creo que revisa en busca de alguna herida pero no creo que tenga alguna, sólo me siento muy asustada...aterrada y muerta de frío. La lluvia sigue cayendo abundante sobre nosotros.

Me levanta en sus brazos, rodea la hoguera y me sienta junto a la estrecha entrada de la cueva. Se pierde momentáneamente de mi vista pero pronto está de regreso con un bulto de pieles, las extiende para envolverme con ellas, saco mi mano y toco su rostro acariciándolo con suavidad, eleva hacia mi su mirada, un surco de preocupación se forma entre la espesura rojiza de sus cejas. Tiene una herida en la ceja derecha y el labio inferior está partido también, todo un lado de su cara está algo inflamado por la golpiza.

—Estás herido— susurro, por fin recuperando la voz. Lo acaricio levemente con mis dedos aún temblorosos.

—No es nada— responde muy serio con su mandíbula visiblemente flexionada.

—Lo siento... no pude ayudar más... lo intenté— pero la garganta se me cierra dolorosamente.

—¿ Cómo puedes decir eso?— niega incrédulo con la cabeza— si no fuera por ti... morí... mil veces, verte en peligro es más de lo que soy capaz de soportar— me toma el rostro en sus manos fuertes y trémulas, su respiración es temblorosa, me besa con aliviada devoción. Yo también estoy aliviada, pensar que esos hombres lo hirieran gravemente o algo peor...— quédate aquí— murmura ya más tranquilo. Se pone en marcha hacia donde estan los otros hombres, el tipo muerto ya ha sido levantado y colocado cerca del tronco de un árbol, su visión me pone la piel de gallina, por suerte el hombre que me salvó lo cubre con una tela oscura. Los otros dos tipos son llevados al otro extremo, la poca luz no me permite ver que están haciendo con ellos. No sé por cuanto tiempo los veo caminar de acá para allá moviendo bultos, recogiendo cosas y murmurando entre ellos. Los dos amigos de Bastiaan me lanzan miradas recelosas pero hay algo más en ellas aunque no estoy segura... ¿miedo tal vez?

Al cabo de un rato estoy dentro de la cueva, Bastiaan está encendiendo un pequeño fuego, cuando las primeras chispas caen en la hierba seca y amontonada veo su semblante, sus facciones endurecidas y el gesto pensativo, no sé decir exactamente que emociones está teniendo. ¿ Dónde estarán los otros? La lluvia afuera es intermitente, sus amigos están ahí probablemente con mucho frío.

—Hay suficiente espacio aquí para ellos— digo en voz baja señalando hacia la pequeña entrada, intento una sonrisa para aliviar la extraña atmósfera en la que nos encontramos. Desde que lo conozco ésta es la primera vez que no estoy cómoda a su lado. El fuego va creciendo a medida que consume las ramas que Bastiaan coloca encima.

—Ellos...estarán bien, no te preocupes— el equivalente a una sonrisa juega en las comisuras de sus labios, la tensión de pronto se esfuma de mi cuerpo— ¿ Y tú...cómo estás?

—Creo que el susto ya me pasó— respondo ya más tranquila...es verdad— ¿ te duele? — pregunto señalando los cortes hinchados de su cara.

—No...ese es el menor de mis dolores— se escucha apesadumbrado — esto que ocurrió hoy...no esperé jamás una bajeza así de Talos— se sienta a mi lado y me abraza— siento tanto que pasaras por esto... que pusiera sus sucias manos sobre ti — ahora se escucha furioso. Me da un escalofrío al recordar lo que pasó, todavía percibo las manos asquerosas sobre mi. Bastiaan también lo percibe y me rodea con mayor fuerza— si Caitus no lo hubiera hecho...yo mismo le habría arrancado el corazón— de nuevo me recorre un escalofrío al escuchar el filo de sus palabras.

—Ya pasó...estamos bien ¿ cierto?— una sombra cruza su mirada.

—Sí, pero...— suspira frustrado— ahora debo tomar una decisión...Geordi y Keleos, no sé qué hacer con ellos, Delphos y Caitus quieren castigarlos...como se hace aquí en Esthios.

—¿ Cómo es... qué les harían?— pregunto nerviosa.

—Cortándoles una mano, o un pie. La mano para que aprendan que no deben tomar lo ajeno, o el pie... así no hay posibilidad de escapar si tomas algo que no te pertenece.

—Eso es horrible— susurro asqueada — no puedes permitirlo, sé lo que hicieron... me aterra pensar que te pudieron lastimar — me envuelvo más bajo sus brazos ciñéndome con fuerza— debe ser muy duro para ti — murmuro— pero fueron tus amigos... a veces las personas hacen locuras cuando están desesperados.

—¡Hummm!, tienes razón... pero ellos no pensaron en las consecuencias. Ya veremos, mañana— se recuesta junto a mi apoyando la cabeza en mi regazo, luce agotado. Recorro con mis dedos su cuello, su cabello todavía está un poco húmedo.

—Tienen miedo de mi ¿ verdad?

—Creen que eres una aparición — sonríe con los ojos cerrados— es un poco difícil que lo comprendan, necesitan tiempo— no los culpo, mi rostro... ya lo conocían... desde mucho antes. Eranthe... un poco de su esencia vive en mí. Instantáneamente unos celos que no sé de donde provienen me golpean.

—¿ A quien le has hecho el amor todas esas veces Bastiaan? — musito en voz baja— ¿ A mi...o a su recuerdo?— su expresión se endurece ligeramente, despacio abre los ojos y me mira con firme intensidad.

—Mis recuerdos son sólo eso... fragmentos de mi pasado— su respiración es pausada — si lo que en realidad estás preguntando es...¿si la amé?...sí, lo hice, pero ella se fué...su ausencia me dejó vacío por mucho tiempo... ahora de repente llegas a mi April, me llenas...ya no soy más una vacua existencia. Te toco a ti— gruñe sin dejar de mirarme. Acaricia mi rostro con su mano encallecida— te beso a ti... te hago el amor a ti April Edwards... mi mujer...el obsequio que recibí de otro mundo — mientras lo dice se va incorporando lentamente, nada puedo hacer ante sus palabras, sólo deshacerme contra su cuerpo.

Yacemos en el suelo, envueltos entre la suavidad cálida de las pieles, él suelo bajo nosotros es duro e irregular pero nada de eso importa... sólo el ahora... sólo nosotros. Pude perderlo hoy... unas cuantas lágrimas mojan mis ojos. Estamos hambrientos de nuestro propio deseo, se mueve sobre mi en exquisito balanceo, su miembro me invade con fuerza y suavidad al mismo tiempo, gime dentro de mi boca, es enloquecedor...soy prisionera bajo su piel. Apoyado en sus codos se eleva sobre mi, me consumo lentamente, coloco mi pierna sobre su cadera, así puede entrar más profundo... justo lo que más quiero.

—A...pril... a ti te hago el amor— susurra jadeante— siénteme, mi mujer... mi vida— aumenta la intensidad de sus movimientos. Se inclina de nuevo y me besa con urgencia, estoy bañada en sudor, mío o suyo, tal vez de ambos. Veo nuestras sombras bailar en la áspera pared de piedra. Cierro los ojos un momento saboreando cada centímetro de él golpeando poderosamente contra la tierna piel de mi sexo. Mi interior comienza a vibrar, los gemidos incontrolables hacen eco en las paredes rocosas. Juntos alcanzamos el éxtasis con respiraciones erráticas y dulcemente agotadas.

Se deshace cansado pero exultante sobre mi mientras su erección retiembla aún presa del potente orgasmo. De pronto estoy muy soñolienta, no puedo evitar cerrar mis ojos. Lo último que siento es como me acerca a su cuerpo duro y cubierto de sudor para susurrarme con dulzura al oído.

—A ti April, te amo...

*******

Una vez más...¿que nunca se va a acabar ? Siempre es lo mismo, no importa lo mucho que lo intente... no logro llegar a tiempo. Recorro los ya conocidos pasillos envueltos en humo, giro, luego otra vez. Me limpio las lágrimas que arden en mis ojos, casi no puedo respirar, ahí está... trastabillando la recojo y corro con ella en brazos buscando la salida. Me precipito entre la tos y los jadeos ahogados pero ya sé que es demasiado tarde. No sé cómo, pero sé que no es Eranthe... tiene su mismo rostro pero no es ella. Un grito de total desconsuelo me brota desde lo más hondo desgarrando mi alma. No...es April, enloquecido y horrorizado veo el collar clavado contra su piel quemada y ennegrecida. ¿ Porqué me hacen esto?...No, no...no, mi obsequio, mi mujer...me la están arrebatando...

—Shhhh, ya cielo... ya pasó...— está muy oscuro, el cabello se me pega contra el cuello y la cara bañados en sudor, un dolor agudo me golpea insistente en el pecho. April me está susurrando palabras tranquilizadoras. La abrazo con toda mi fuerza, hundiendo el rostro en su hombro, el aroma de su cercanía me apacigua, ahuyenta el fantasma de mi pesadilla. La tengo aquí conmigo, está bien... ella está bien— sólo es un mal sueño, ya pasó ¿ quieres contarme?, dicen que eso ayuda a espantarlas— musita con calma acariciando mi cabello— desearía poder traerte un atrapa sueños— una tenue risa se percibe en su voz.

—¿ De verdad puede atraparlos?

—Eso dicen— ríe con suavidad.

—Quisiera atraparte a ti— inspiro ya más calmado atrayéndola hacia mi— me encanta estar así...contigo— acaricio la tibieza de su cuerpo, sus pechos se endurecen cuando los toco, deslizo mi mano más abajo... la tersura de su carne me deja sin aliento, está húmeda...toda llena de mi. Un ruido me distrae, es un barullo un poco ahogado por la lluvia insistente, ella también lo oye—. No te muevas...voy a revisar — le doy un pequeño beso en la frente y me envuelvo en las ropas que encuentro a puro tacto cerca de mi.

—Ten cuidado por favor— el miedo es palpable en sus palabras.

Salgo al frío de la madrugada. Caitus y Delphos están cerca de sus tiendas, caminan hacia donde estoy, atraídos por el ruido. Pronto me acostumbro a la oscuridad, evalúo con detenimiento buscando el origen del ruido pero... no puedo creer lo que estoy viendo. Me apresuro hacia donde está aún amarrado Geordi, pero lo que me inquieta es que Keleos no está, ha escapado... Me agacho para hablarle al hombre que parece dormido, pero cuando no responde levanto su cabeza, una gruesa línea roja atraviesa su garganta... alguien lo degolló, pero no hay sangre manando de la herida ¿ cómo es posible?

—Bastiaan — la voz áspera de Delphos me saca de la fuerte impresión inicial, me dirijo a su lado— no está— desconcertado sigo la dirección de su mirada, hacia el árbol donde colocamos el cuerpo de Talos anoche, con dificultad lo habíamos subido totalmente envuelto y amarrado a una hondonada por encima del tronco para evitar que alguna bestia lo alcanzara — ¿cómo demonios...?, apenas si pudimos subirlo entre los tres. No creo que Keleos pudiera con el cuerpo él sólo.

—¿Para qué se lo llevaría?— pregunta Caitus con ojos agrandados de preocupación. Marcho con pasos largos hacia donde están los caballos, esto cada vez tiene menos sentido.

—No falta un sólo caballo — murmuro con voz plana.

—No puede ser...¿ cómo se lo pudo llevar así...a pie? no tiene lógica — Caitus escupe nervioso a un lado— no te va a gustar lo que diga...pero ésta noche, han pasado cosas muy raras. Ella aparece y ahora esto...

—April no tiene nada que ver— inquiero inmediatamente.

—No digo que ella sea la culpable... sólo que es extraño— dice con ambas manos elevadas en gesto de defensa.

—Estoy de acuerdo con el chico Bastiaan, éste lugar no me gusta...pienso que tenemos que largamos de aquí mañana mismo. Primero hay que sepultar a Geordi...lleva a tu mujer. De alguna manera avisaremos a Attis y a Filip.

—Ella no puede venir— digo intentando sonar impasible, aunque por dentro me destroza— por eso debo hallar a mi madre—. No tengo más remedio que contarles brevemente todo desde el inicio. Caitus se rasca la cabeza tratando de comprender, Delphos asiente pensativo mientras describo los acontecimientos de las pasadas noches.

—Nunca vi a tu madre usar ese collar que mencionas Bastiaan, de verdad es muy raro. Entonces... ella... esa mujer es...

—¿ Eranthe?...no por completo... son como dos mujeres distintas compartiendo la misma esencia...el mismo rostro. Cuando estoy con ella es...indescriptible. Sólo sé que lo es todo para mi.

—Buscaremos a tu madre, pero después de eso nos embarcamos, estamos tentando a la suerte Bastiaan. La guardia puede encontrarnos en cualquier momento— una sonrisa presumida se despliega en su rostro— claro, no cuentan con que sabemos como trabajan. Sólo espero que Filip y Attis no sean tan imbéciles como para dejarse atrapar— murmura Delphos lanzando un bufido. La verdad es que no quiere sonar preocupado por ellos. Es muy orgulloso.

—Los hallaremos, no te preocupes, ahora démosle sepultura a éste pobre hombre — digo señalando a Geordi con la mirada.

—¿Pobre hombre? enserio no sé como puedes decirlo, nos iban a dejar amarrados aquí sin nada en absoluto, el maldito ya debe estar penando en el mismo averno— concluye diciendo Delphos, escupe con elocuencia a un lado— casi matan a Caitus, lo dejaron peor de como estaba.

—Muy gracioso Delphos, muy gracioso. Mejor acabemos con esto de una vez, me muero de frío— protesta resoplando con fastidio.

Tardamos más tiempo del que pensé en abrir una fosa lo bastante honda para colocar el cuerpo. No teníamos las herramientas necesarias y el clima no ayudó mucho. Terminamos agotados y completamente sucios. Delphos y Caitus vuelven a dormir sin importar que lucen y huelen como cerdos. Pienso en mi dulce April que debe estar dormida, tibia y suave envuelta por el calor de la cueva. Me lavo como puedo con el agua de la que disponemos para cocinar y beber, un poco más limpio me apresuro a su lado. Quedan unas pocas horas para el amanecer y lo que más deseo es estar todo el tiempo que me queda con ella.

Las ascuas apenas se distinguen, levemente rojizas en el extremo opuesto de donde ella está. Las avivo con rapidez, poco a poco la luz tenue y cálida me permite admirarla, su visión encantadora es como una bocanada de aire fresco. Duerme con placidez, su respiración es tranquila; anoche fué tan valiente... si ella no hubiera aparecido para ayudarnos, no sé como habría acabado todo. Un profundo agradecimiento me conmueve, quiero protegerla... de pronto las imágenes de mi pesadilla vuelven para atormentarme. Trato de espantarlas contemplando su rostro, me deslizo muy despacio, su cuerpo me recibe abrasador, me estremezco embelesado por tanta felicidad. Aún dormida se vuelve y me abraza, su cara buscando cobijo contra mi pecho.

—Mi amor — susurro apenas. No quiero despertarla— mi más grande dicha — cierro los ojos y sueño, ésta vez imágenes reconfortantes vienen a mi encuentro. Aguas cristalinas, el calor del sol...y nuestras manos unidas.

*******

La incomodidad y el entumecimiento me despiertan, además me estoy sofocando. Bastiaan profundamente dormido está sobre mi. La cabeza descansa sobre mi vientre, sus brazos pesados me rodean y pasan por debajo de mi cuerpo ciñéndome al suyo, parece que me sujeta para evitar que huya. Verlo así me enternece tanto que todo lo demás se desvanece sin importar. No debe tardar mucho para el amanecer. El desconsuelo es ya un sentimiento demasiado habitual para mi gusto. Huyo de esos pensamientos concentrándome sólo en él...

Me pregunto que fué lo que pasó anoche, el ruido que escuchamos y que lo alejó de mi por tanto tiempo, no quería dormirme pero no pude evitarlo. Luce tan sereno al dormir, me duele que sus hombres lo hayan traicionado y a pesar de todo la opción de castigarlos resulta muy difícil de tomar para él, tiene un gran corazón...

¿ Cómo sería mi vida a su lado?... es decir, quisiera encontrar la manera de atraerlo a mi mundo. Lo puedo imaginar usando un traje, sujetando una taza de café, luego tomando el maletín y despidiéndose de mi para ir a la oficina. No...sin importar qué, ese no sería él, ésta es su vida, ésta es su tierra, una que hierve en peligros y dificultades, pero suya al fin ¿ Sería capaz yo de sobrevivir aquí, cambiar mi seguridad y comodidades para enfrentarme a un lugar desconocido? ya sé la respuesta y no me sorprende.

Se remueve perezosamente como un gato cuando sale de su siesta, se me escapa una risilla contenta. Me veo atrapada en sus ojos y el corazón comienza a latirme a mil por hora. ¡ Dios!...no encuentro suficientes palabras para describir todo lo que Bastiaan despierta en mi.

—Buenos días— le susurro a la vez que acaricio su cabello— ¿dormiste bien?

—Nunca había dormido mejor— dice complacido. Se acerca y me besa con ternura— lamento haber tardado tanto anoche, te encontré dormida cuando volví.

—Espero que no haya pasado nada más, suficiente con...bueno, todo lo otro.

—Nada para preocuparse — una leve tensión crispa su cuerpo, casi no la noto, pero ahí estuvo por una fracción de segundo— hoy mismo salimos para Tisius, es una larga jornada a caballo.

—¿ Es necesario?...me asusta Bastiaan. La guardia...— musito algo temblorosa— por favor cuidate...

—Tengo que ir... debo hacerlo... por nosotros. No puedo vivir así...¿sabes qué es lo que más deseo?— pregunta con ojos luminosos.

—¿ Qué es...lo que más deseas?— digo con travesura.

—Verte bajo los destellos del sol, sentir tu piel caliente bajo la mía, conocer cada rincón de ti, bañados por la luz del día...— me acaricia con tersura, yo también lo deseo, siempre es de noche cuando nos encontramos, qué ironía...el amanecer es nuestro enemigo, uno que no necesita de brazos para arrebatarme de su lado una y otra vez. Permanecemos en un cómodo silencio, disfrutando la presencia del otro. Los tentáculos invisibles de mi enemigo comienzan a extenderse por mi cuerpo, procuro mantenerme serena. Busco su rostro y me aproximo a él.

—Te amo como jamás lo habría imaginado, cuidate mi amor...— ignoro el malestar que se apropia de mi cuerpo y lo beso con intensidad enlazando mi lengua con la suya, mientras me vuelvo humo entre sus brazos. Pestañeo y el techo de mi habitación se ilumina por la luz de un nuevo día, un día más que debo pasar lejos de él.

Sentada frente a mi escritorio intento avanzar un poco en el trabajo. Tengo algunos escritos que quiero leer hoy sin falta. Algunas notas apiladas a un lado caen al suelo cuando alargo la mano para sujetar la taza de café que Camille me trajo hace un rato. Me agacho con fastidio y las voy recogiendo, con frecuencia suelo tomar apuntes de frases que llaman mi atención en algún momento, o si leo un libro que me gusta, destaco alguna oración que simplemente me gustó. Una pequeña nota color rosa sobresale entre las demás, no recuerdo haberla hecho. « También los sueños se sobreviven— Fiódor Mijáilovich Dostoyevski»— murmuro el contenido en voz baja. Tocan a la puerta, me levanto alisando las pequeñas arrugas del vestido, Camille ya se asoma sonriente por un lado.

—Déjame yo lo recojo por ti, Daniel dice que te espera en su oficina— menciona sencillamente mientras de cuclillas recoge los papelillos.

—¿ Cuando, ahora mismo?

—Si, te está esperando — es extraño pero tendré que acostumbrarme, aún no asimilo que Emily no es más mi jefa.

—Bien...gracias Camille, iré enseguida— camino a la oficina de Daniel. Está detrás de su escritorio hablando por teléfono. Me indica con la mano que tome asiento, así que lo hago y espero a que termine de hablar.

—April, espero no hayas estado muy ocupada — una sonrisa gentil aparece en su cara— te mandé a llamar porque ésta noche hay una cena muy importante. Es más que todo una entrega de reconocimientos a los nuevos talentos literarios, el señor Banshfield insiste en que dos representantes de la editorial se hagan presentes.

—Seguro que Emily estará encantada de poder asistir — añado inmediatamente. Mi reacción me apena en cuanto reparo en ella.

—Se lo propuse a ella en primer lugar...pero algunas cuestiones familiares le hacen imposible acompañarme — me mira con la frente ligeramente ceñuda, aún así cierta diversión juega en su semblante— por eso te lo estoy pidiendo a ti, personalmente estos eventos no me entusiasman...créeme, que no te lo pediría si no fuera necesario.

—Es necesario ir... entiendo. Pero debo ir a casa primero a cambiarme, ¿ A qué hora debemos estar ahí?

—Debemos estar ahí a las siete, y en cuanto a cambiarte no veo porqué, luces espectacular como siempre — me examina mientras lo dice haciéndome sentir un poco incómoda— además debo atender algunas cosas antes y necesito de tu ayuda.

—En este momento no tengo mucho que hacer — por supuesto, no es verdad— puedo ir adelantando algo de eso si tu quieres.

—Lista señorita Edwards... mucho— se inclina sobre su escritorio cruzando los brazos sobre su pecho, sabe que quiero evitarlo, esa risita presumida me lo confirma — pero deberá esperar. Creo que es todo por ahora. Nos vemos en unas cuantas horas.

La tarde pasó volando, Emma llamó para decirme que irá a cenar con Sara, así que mi idea de pedirle que me acompañe para no estar sola con Daniel se esfuma. ¿ Porqué me pone tan nerviosa?...nunca fuimos más que amigos y compañeros. Sí, admito que me gustaba... mucho, pero eso ya pasó... hace demasiado tiempo. Bastiaan es mi presente, no podría pensar en nadie más de la forma en que lo hago con él. Al ser pasadas las cinco de la tarde Daniel está esperándome afuera de mi oficina. Lo sé porque el delicioso aroma de su perfume lo anuncia antes de verlo. Su impecable estilo para vestir no me pasa desapercibido. ¿ Qué rayos tendrá en mente? y ¿ qué "cosas" son esas que debe hacer que necesita de mi ayuda. Mejor no le doy tantas vueltas, no quiero ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.

 Un Mercedes Benz color blanco está esperándonos frente al edificio. Daniel abre para mi la puerta del acompañante y me deslizo al interior del lujoso auto. El delicioso aroma a cuero me recibe. Al momento está dentro él también, nos ponemos en marcha hacia el hotel donde se llevará a cabo el asunto en cuestión. Al principio sólo el ruido del auto y el tráfico del exterior es todo lo que hay entre nosotros. Carraspea un poco y luego habla en voz baja.

—¿ Porqué quieres tanto evitarme?— pregunta cauteloso.

—No lo hago Daniel, ¿porqué piensas eso?...— «porque es exactamente lo que haces April, por eso».

—Lo haces. Buscas excusas para mantenerte alejada de mi, para no tener que acompañarme, como hoy por ejemplo— lo dice sonriendo, pero es una risa que no toca sus ojos. El arrepentimiento crece en mi. Me siento mal por él, creo que he sido un poco...no, muy grosera después de todo, suspiro con pesar.

—Daniel yo...siento mucho haberme comportado como una cretina contigo. No era mi intención, eres mi jefe ahora. Creo que tal vez tengo que acostumbrarme al cambio, es que a veces... discúlpame, no he sido yo últimamente. Sé que no es excusa.

—No hay cuidado— sus ojos se apartan momentáneamente de la carretera, busca tranquilizarme con su media sonrisa— sólo quiero crear un ambiente agradable de trabajo, el que tiene que disculparse soy yo, sé... que no me he comportado acorde cuando estás a mi alrededor— ahogo una exclamación— mis comentarios te ponen nerviosa... lo sé. Procuraré no hacerlos más— finaliza diciendo casi en un susurro.

—No lo hagas Daniel... por favor no te disculpes, yo me siento terrible.

—Creo que encontrarte aquí, después de tanto tiempo... fué muy agradable— murmura con calidez en su expresión— enterarme de que íbamos a trabajar juntos...no sé April. Me arrepiento de muchas cosas ¿ sabes?

—¿ Qué quieres decir? — mi voz es escasa, el aire se me escapa de golpe por la impresión producto de sus palabras.

—No me hagas caso, olvídalo...— a juzgar por el leve brillo rojizo en sus mejillas está apenado— ¡ Genial, hemos llegado. Espero que no te importe, organicé una pequeña cena antes del evento, quería que charlaramos un poco, tratar de alivianar las cosas— sale del auto y lo rodea para abrirme la puerta y ayudarme a bajar con exquisita caballerosidad— Haz estado muy tensa señorita Edwards, considera ésta cena como una despedida en la víspera de tus vacaciones— añade como si nada entregando las llaves al valet, un chico delgado que espera paciente junto a nosotros.

—Pero... quedamos en que el jueves aún tendría que volver al trabajo Daniel...no entiendo.

—Hubo un ligero cambio de planes. Hablé con el señor Banshfield y Emily. No tienen la más mínima objeción, eres una mujer muy trabajadora y eficiente, pero necesitas esas vacaciones urgentemente ¿ créeme? así que no quiero retrasarte más— agrega sin dejar de sonreírme. Me toma tan desprevenida, que me deja sin palabras. Tardo unos momentos para procesar lo que me dice.

—Gracias... gracias— sin pensarlo me cuelgo de su cuello y lo abrazo, estoy muy agradecida. Me rodea con sus brazos, algo tímido al principio pero luego me estrecha más fuerte.

—¡ Vaya!...enserio querías esas vacaciones— dice mientras ríe junto a mi oído. Suspira profundamente y murmura algo que se pierde en el aire. Mis ánimos se disparan como un proyectil. Venir a trabajar con mi cabeza perdida en otro lugar muy lejos de aquí ha significado demasiado esfuerzo, no sé como agradecerle.

—Ya quiero probar esa cena— digo repleta de júbilo.

—Te va a encantar— agrega con el rostro iluminado, una espléndida sonrisa le adorna la cara— ven, la mesa ya debe de estar lista— toma mi brazo entre el suyo y entramos juntos al lujoso edificio.

—¡ Hay April!...aparte de guapo es muy linda persona...y tú pensando que era un maldito petulante— exclama Emma con pesar cuando termino de contarle los acontecimientos de ésta noche.

—¡Jamás dije semejante cosa!— digo abriendo mucho los ojos.

—Lo pensaste.

—Como mentalista eres todo un asco, créelo.

—Bueno... no creo que podamos cambiar los boletos, ¿ qué vamos a hacer?

—Ni idea, pero trataré de hacer algo mañana, si no se puede pues ni modo. Pero por si acaso pídele a los dioses su intervención, puede que nos concedan el milagro— me mira con rostro burlón.

—¿ Piensas ir a verlo ésta noche?

—No lo creo, tal vez esto del collar sólo funciona mientras él está en ese bosque— le respondo mientras le doy vueltas al pesado metal que brilla en mis manos aunque en realidad no lo había pensado hasta ahora.

—Pues, yo pienso que no— se sienta junto a mi en la cama— creo que te llevará a donde sea que él se encuentre— manifiesta con total seguridad— porque él es el imán— toma el collar de mis manos para colocarlo alrededor de mi cuello — y tú eres la limadura de hierro.

—Estás muy segura ¿ de verdad lo crees?— pregunto algo incrédula.

—Definitivamente, pero duerme ya y averigualo. Mañana me cuentas— con su pícara sonrisa sale de mi cuarto cerrando la puerta detrás de ella.