Capítulo 1
Como si el lunes no fuera por si solo el día más fastidioso de la semana, se podría decir que los dioses se habían encargado de hacer de este en especial, uno de esos que no tiene fin. Primero Roger olvida coordinar la impresión que debió haber comenzado el pasado viernes, la reunión con Emily y los chicos del Departamento de arte, que no tenían ni la menor idea de la confusión en el diseño de la portada de "Ardiente Deseo", cuando se percataron de su error casi se había impreso un treinta por ciento del total, ni que decir que ahora yo tenía que correr contra reloj para poder tener los ejemplares listos en la fecha acordada.
—Mira Emily— suspiro con fuerza — intentaré tenerlo todo listo para fin de mes, debo corregir nuevo material y honestamente no creo que pueda ayudarte en el evento de lanzamiento de «Ardiente Deseo», pienso que quizás Roger pueda ser de ayuda...colaborar contigo en la organización— sugiero esperanzada.
Emily me observa con una mirada de “ ni siquiera lo pienses”— April,— me dice con un profundo suspiro— no te culpo por lo que ha pasado hoy, jamás lo haría... pero por nada del mundo te cambiaría por Roger, muchísimo menos para este evento y lo sabes— su expresión seria— es un gran sujeto...pero admítelo, hoy se saboteó el mismo, no pienso correr ningún riesgo con esto— me dice con firmeza.
—¡Uhg!— no puedo evitar quejarme— haré lo que pueda ¿sí? — agrego apretando los dientes— pero me la debes.
—¡Esa es mi chica!— da una palmada en el aire, suena más aliviada. Odio que siempre logra convencerme.
—Eres la editora en jefe...más fastidiosa que conozco— pongo los ojos en blanco— creo que ya te lo había mencionado— agrego ahora sonriendo, sus ojos chispeantes ensanchados con humor— de verdad no sé como lo haces.
—Sí, supongo que debe ser mi encanto natural...pero tú tienes la culpa por ser tan buena en tu trabajo— dice guiñándome un ojo— Ah por cierto...llegaron unas invitaciones para la firma de libros de Cassandra Williams, le gustaría que fueras, es en una semana— me extiende las finas invitaciones en tonos negros y rojizos. Cassandra es una escritora con mucho talento, pero su trabajo había sido rechazado varias veces por otras editoriales, cuando vino a mi me encantó. Supongo que se siente agradecida porque le dimos la oportunidad que necesitaba.
El resto del día pasa como un borrón. Pasadas las seis de la tarde salgo de la oficina, ya es tarde para tomar la clase de yoga, así que pienso en tomar la siguiente a las siete. El centro de yoga se encuentra a unas cuantas cuadras de la oficina, así que decido caminar. El aire está bastante fresco, me encanta descubrir como la ciudad va cambiando su ritmo para recibir la frenética actividad de la noche. Aquí y allá comienzan a encenderse los letreros, los anuncios de cuanto uno se pueda imaginar, destellando al caer de la noche. Puedo escuchar conforme avanzo al chico del acordeón, siempre toca a ésta hora frente a la acera de la pequeña cafetería donde mi padre solía traernos a comer pastel de chocolate.
—¡Sara hola!, ¿ cómo va todo?— la saludo animadamente con un beso en la mejilla.
—Oye April, te extrañamos el viernes— saluda muy alegre, Sara es mi amiga e instructora— que te parece si salimos el sábado, Cole se muere de ganas de verte y presentarte a un amigo suyo— esto último lo enfatiza con una mirada traviesa, no puedo más que reírme. El hobby favorito de Sara es buscarme citas con desconocidos, para ser honesta es una terrible cupido, pero no puedo decirle eso. Aunque pensándolo mejor tal vez debería, quizás así deje de hacerlo.
—Ah no...ni lo pienses. ¡Por favor ¿no me digas que olvidaste lo que pasó la otra vez?— exclamo poniendo los ojos en blanco— además creo recordar que habías dicho que era la última vez que ibas a andar por ahí buscando un pretendiente para la "amiga más malagradecida y quisquillosa que tienes"— subrayo con mirada acusadora.
—Pues sí, la verdad es que lo eres— me dice descaradamente— no puede ser que los sujetos que te he presentado hayan sido todos tan terribles como dices.
—¡ El último pidió cuentas separadas a la mesera, cuando estaba comiendo el postre me pidió un poco, sin esperar respuesta metió su cuchara en él!— enlisto enfáticamente. Todavía siento el acalorado rubor subir por mi rostro, esa noche la camarera me miraba apenada mientras pagaba mi parte de la cena.
—¿ Enserio lo hizo?...pensé que sólo habías sido exagerada, como siempre andas buscando una excusa para seguir huyendo de los hombres...— la fulmino con los ojos. Por lo menos parece sentirlo enserio, me mira avergonzada.
—Yo...no huyo de los hombres Sara— musito tratando de controlar el tono de mi voz. En verdad me molesta que insista tanto con este asunto.
—Entonces ¿ que esperas que haga?...eres mi amiga, yo sólo...quiero que seas felíz...
—¿Quien dice que no lo soy?— la interrumpo. Al ver la preocupación en su mirada sacudo lejos la tensión que tiñe mi voz, después de todo sé que sus inteniones son buenas— Gracias por preocuparte, pero estoy bien— le doy un abrazo, sonrío para tranquilizarla— si empiezas la clase de yoga antes de que seamos ancianas prometo pensarlo— digo tratando de dejar el tema de lado, paso mi brazo por encima de su hombro, juntas nos dirigimos al salón.
Agradablemente adolorida por la clase de yoga, tomo un baño. Me gusta poner el Ipod y meterme en la tina llena de espuma, tomar una copa y simplemente pensar. Enumero varias cosas que tengo pendientes, pero antes que todo, primero, tengo que llamar a Emma, estudia periodismo en la Universidad Estatal de Georgia, es muy buena estudiante, no me preocupa en absoluto pues siempre ha sido muy responsable y demasiado madura para tener solo veinte años. Luego de que nuestros padres fallecieron sentí mucho miedo, era una situación que me superaba, estaba llorando sola en mi habitación después del servicio fúnebre cuando Emma entró y se sentó junto a mí en la cama. Se veía triste y llorosa, comenzó a acariciar mi cabello, me dijo que todo iba a salir bien— « La muerte a veces trata de separarnos, pero el amor es más fuerte, su memoria siempre estará con nosotros y eso nadie nos lo puede quitar, además Caroline y yo todavía te tenemos»— murmuró a pesar de que ella estaba viviendo la misma pérdida. La confianza y seguridad con que expresó esas palabras hizo que sintiera profunda vergüenza de mi misma, su entereza me fortaleció. Después de ese día, decidí que sin importar lo que pasara debía ser fuerte, pues ellas confiaban en mí, no quería defraudarlas.
Ellie Goulding llena el espacio con su hermosa voz, canta “ Beating Heart ". Hace mucho tiempo que no siento una ilusión, la melodía evoca en mi ciertas carencias amorosas que a propósito evito pensar, alguien que haga latir mi corazón de esa manera… muy a mi pesar debo reconocer que Sara tiene algo de razón, pero el proceso de empezar a salir con alguien, tratar de conocerlo no me llama la atención, además no todos debemos hacer lo mismo, tal vez yo soy de esas mujeres que pueden quedarse solas y solo salir de vez en cuando sin nada que la ate, algo así como sexo en la ciudad... como Samantha Jones pero menos zorra. No había notado que la canción había terminado, en su lugar estaba sonando " River of Dreams" de Billy Joel. Esa canción siempre me ha encantado, es muy alegre, el cambio de ritmo me saca del casi deprimente estado meditativo en el que estaba entrando, « el río es ancho y es demasiado difícil de cruzar»— dice la letra— «caminando en mis sueños». Termino mi baño tarareando la canción. Ceno algo ligero para luego irme a la cama, tengo mucho que hacer mañana y quiero empezar temprano, así que nada de television por hoy. Supongo que luego me puedo poner al día con el capítulo estreno de Halt and catch fire. Doy unas cuantas vueltas pensando en todo lo que tengo que hacer, por suerte la inconsciencia me atrapa, llevándome hacia la deliciosa neblina del sueño.
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Lo primero que siento son sus brazos alrededor de mi cintura. Me atrae con fuerza hacia él, puedo sentir la calidez de su aliento cerca de mi oreja. Con un movimiento ligero comienza a acariciar mi abdomen… bajando lentamente hasta mis muslos, enviando esas dulces sensaciones que sólo él puede generar en mi. Desliza los dedos por debajo de mi camiseta…los sube muy despacio. Inclinado sobre mí besa mi cuello, siento sus besos tan ligeros...suaves como una pluma, un débil gemido escapa de mi boca entreabierta, su cercanía es arrolladora.
Embelesada por sus caricias comienzo a pasear mis manos a lo largo de su espalda, siento sus músculos tensándose con poderoso deseo. Hace un movimiento suave y rápido a la vez...después de un parpadeo estoy debajo de él, sostenido sobre sus codos me mira…la pasión cruzando sus ojos, yo también lo observo fijamente anhelando más de su contacto, sentirlo más profundo dentro de mi. Acaricio su rostro…delineando con suavidad su fuerte mandíbula…su barbilla, no puedo evitar ser atrapada por la intensidad de su azúlea mirada…brillando cual zafiro a pesar de la leve oscuridad de la habitación. Muy despacio me besa, cierro los ojos hundiendo mis dedos en la suavidad dorada y rojiza que es su cabello. La rigidez de su excitación choca contra mi vientre…eso me enciende aún más, su cuerpo también hambriento...deseándome.
Estoy mareada, consumida por completo en el hechizo de su boca. Se levanta sobre sus rodillas, puedo ver la desnudez de su pecho tonificado erguirse sobre mi, extiendo mis temblorosos dedos hacia el borde de la suave tela que cubre la mitad de su cuerpo, descubro casi sin aliento la magnificencia que hay debajo. Desde mi posición, puedo admirar las perfectas líneas que marcan su cuerpo, puedo sentir enloquecido el ritmo pulsante de mi deseo expandirse.
Quien dice que en este mundo no hay nada perfecto se equivoca. Su cabello rizado llega a la altura de los hombros, acaricio con mi pulgar la pequeña cicatriz que cruza su mejilla derecha a la altura del pómulo, me pregunto como se la hizo, una incipiente pelusa rojiza de varios días cubre su precioso rostro, me descubro admirándolo...conteniendo la respiración.
La comisura de su boca se eleva ligeramente en una mueca de risa contenida, debo lucir como una boba mirándolo así, inmediatamente bajo la mirada pero el detiene el movimiento poniendo su dedo bajo mi barbilla, levanta mi rostro. Con la misma suavidad de antes nos fundimos de nuevo en el beso. Ágilmente remueve mi ropa…yo hago lo mismo desenvolviendo la prenda que apenas lo cubre, ¿ ya había mencionado lo perfecto que es cierto?
A través de las sombras distingo la dureza de su erección, su sólido pene elevado es toda una visión… estoy sin palabras. Tratando de restablecer mis funciones neuronales busco recomponerme, lo que más deseo en este momento es demostrarle cuanto lo amo...cuanto ansío tenerlo dentro de mi, alargo los brazos para atraerlo a mi lado. Mientras acaricia mis pechos con sus suaves labios yo recorro la exquisita redondez de su trasero, sus piernas son como dos columnas macizas colocadas a ambos lados de mi cuerpo.
Inesperadamente siento sus dedos acariciar mi sexo, el acompasado movimiento de su toque me sumerge en un estado febril y placentero. Repentinamente se eleva por sobre mi, nuestras miradas se interceptan, percibo la sombra de la tristeza cruzar sus ojos de un azul más oscuro ahora.
—¿Donde estás?— susurra con desesperación. No entiendo a que se refiere— quiero llegar a ti…pero no puedo— dice en voz tan baja que debo esforzarme para poder escucharlo.
Al percatarme, el amanecer entra ya por la ventana de mi cuarto, su luz dibujando cálidos trazos de ámbar por donde pasa. Doy la vuelta extendiendo el brazo…buscando…pero el otro lado de mi cama está frío y solitario...como yo.
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Me levanto aún soñolienta, siento como si no hubiera dormido casi nada, preparo un poco de café para tratar de recargar las baterías, como una barra de cereal para luego correr a bañarme pues debo estar en la oficina un poco más temprano. Emily quiere que la ayude con lo del evento, así que tengo que hallar la forma de multiplicar mi tiempo, por suerte para ella, yo amo mucho mi empleo.
Mientras enjabono mi espalda no puedo dejar de pensar en mi sueño. Las imágenes llegan a mi borrosas, más que verlas, puedo recordar lo intenso de mis sentimientos mientras todo pasaba…lo sentía demasiado real. Nunca había soñado nada parecido. Si bien, a veces soñaba con mis padres, era doloroso y los extrañaba. Pero esto fué por completo algo muy diferente. Salgo de la ducha aún pensativa, me alisto con celeridad. No suelo usar mucho maquillaje y milagrosamente mi cabello decide hoy darme una tregua, así que lo dejo caer suelto sobre mi espalda.
Debo admitir que Roger me ha dejado impresionada, al medio día ya habíamos adelantado bastante del trabajo. Estaba terminando de revisar unos papeles cuando Camille vino a mi oficina.
—Oye April ¿sales a almorzar pronto?, no quiero ir sola y necesito charlar contigo— no sé porqué, pero presiento que algo la preocupa. Su expresión es tímida, algo aprehensiva— seguro, espérame un minuto— respondo con una ligera sonrisa.
Salimos del edificio y caminamos un par de cuadras hasta un pequeño restaurante italiano que suelo visitar con frecuencia. El clima es soleado, una suave brisa lo hace fresco, muy agradable. Yo ordeno una ensalada de pollo y hongos, Camille sólo pide una bebida.
—¿ Camille sucede algo?— pregunto con delicadeza. Me mira incómoda con sus grandes ojos negros— te noto preocupada— agrego. Es una mujer alta y bastante atractiva, su piel como el ébano, las trenzas de su cabello la convierten en una belleza muy exótica.
—¿ Ah sí? bueno... supongo que no soy muy buena disimulando— una nerviosa sonrisa se forma en sus labios, tal vez lo que va a decirme no es tan malo después de todo—. Tú conoces a Roger hace bastante tiempo...estaba preguntándome si sabes si sale con alguien...— ¡ajá!, con que era eso— me sentiría realmente estúpida si comenzara a coquetearle y él estuviera con alguien más, la verdad no sé cómo...— se queda mirándome, esperando que yo capte por mi misma el resto de esa oración.
—¡ Vaya Camille!— no puedo más que sonreírle, me siento felíz por ella— eso es fabuloso, pero te aseguro que tú también le gustas, ¿ no te has dado cuenta?— sus orbes ensanchados por la sorpresa me arrancan una sonora carcajada, los pocos comensales a nuestro alrededor voltean curiosos para mirar en nuestra dirección— te aseguro que el sentimiento es mutuo, él es muy tímido ¿sabes?, creo que aquí es donde entras tú…sin ninguna pena vas a tener que buscar dar el primer paso— mientras lo digo también pienso que no soy la consejera más adecuada, después de todo mi vida sentimental brilla por su ausencia.
Ya más tranquila y bastante animada, decide ordenar algo para comer, charlamos el resto de la hora que nos queda para almorzar. Le comento que voy a salir el próximo sábado con unos amigos, casualmente podríamos invitar también a Roger, así mato dos pájaros de un tiro, Camille y él pueden disfrutar el rato juntos y conocerse mejor, yo me sentiré más cómoda al estar rodeada de más personas y no tendré que estar sola con el amigo de Cole.
El resto de la semana pasa demasiado rápido, sin inconvenientes. El sábado por la mañana me reúno con Sara para ir de compras. Debía ir al supermercado desde la semana pasada y lo he estado posponiendo, mi refrigerador es prácticamente un adorno más en la cocina. Quedamos en que pasarán por mí poco antes de las nueve, nos encontraremos con Roger y Camille afuera de Halo, uno de los clubes más populares de la ciudad. La velada ha estado muy agradable y divertida. El amigo de Cole no resultó tan terrible como temía, de hecho es un sujeto muy simpático, hemos charlado amenamente, en ningún momento se ha comportado como otros cretinos que conocí antes. Aydan y Cole son colegas y amigos desde hace cinco años cuando comenzó a trabajar en uno de los mejores despachos de abogados. Es atractivo, lo reconozco, pero ni todas las muecas mal disimuladas de Sara, ni los pisotones por debajo de la mesa de su esposo van a funcionar. No estoy lista para entablar una relación.
Salimos de Halo pasadas las dos de la mañana, bastante animados y pasados de copas también, es muy agradable ver a Roger tomar la mano de Camille para luego marcharse en un taxi juntos.
Ya en las afueras de mi edificio me despido de todos trantando de disimular lo mareada que estoy. Trastabillo un poco al salir del auto, Aydan debe de haberlo notado pues insiste caballerosamente en acompañarme adentro. Cuando llegamos al elevador le digo que no es necesario que suba conmigo, hace un mohín pero acepta de mala gana. Con un beso en la mejilla nos deseamos buenas noches, o más bien buenos días según se vea.
Por fin en casa. Me hundo en los pantaloncillos de la Universidad y una camiseta. No puedo conciliar el sueño, así que enciendo la televisión, paso los canales pero no hay nada en especial que ver. Debo haberme quedado dormida en algún momento. Despierto repentinamente, mirando a mi alrededor, aún debe ser de madrugada, la televisión está apagada aunque no recuerdo haberlo hecho. Acomodo de nuevo la cabeza sobre la almohada para seguir durmiendo.
Sus brazos me toman desprevenida posándose alrededor de mi cabeza, su cuerpo sobre el mío…como un escudo protector, acaricia tiernamente mi nariz con la suya. Cuando abro los ojos, veo que me observa con una expresión juguetona en el rostro. Le devuelvo una sonrisa cargada de alivio, temía que hoy no iba a tener oportunidad de verlo y eso me estrujaba el corazón…más allá de lo que pensaba posible.
Se sienta en la cama, su espalda contra la pared, con brazos fuertes me eleva para colocarme a horcajadas sobre él. Siento el calor de su cuerpo pasar a través de la ropa, lo abrazo demasiado ansiosa. No hay lugar sobre ésta tierra en el que deseo estar más que en sus brazos, aquí me siento segura…amada. Hundo mi rostro en el espacio junto a su cuello, absorbo profundamente su aroma, sudor y hojas, un aroma que evoca en mi recuerdos de un bosque lejano…a la sal del mar. Cierro los ojos para dejarme llevar, los latidos de su corazón golpean firmes, constantes contra mi pecho, acaricia mi espalda casi reverente…repleto de ternura, tenerlo envuelto con mi cuerpo es embriagador.
Una suave brisa revolotea en las hebras de mi cabello…abro los ojos. Estamos completamente desnudos sobre una cama de hojas, rodeados de sombras, veo árboles elevados a nuestro alrededor. Puedo escuchar no muy lejos el ruido del oleaje, suave y tranquilizador.
El cielo sobre nosotros está iluminado por miles de estrellas, titilantes como joyas en un manto de terciopelo índigo. Una pequeña fogata refulge junto a nosotros iluminando su anguloso rostro, estoy tan absorta que no lo pienso dos veces para lanzarme a atrapar su boca con un beso. Estoy arrodillada sobre él, tirándo suavemente de sus cabellos mientras pierdo el aliento en la dulce humedad de su boca. Recorre mi cuerpo del cuello hacia abajo, hasta mi trasero con manos desesperadas frotándolas en la sensible piel. Un gruñido áspero brota desde su garganta…me siento frenética. Me elevo sobre las rodillas para admirarlo. Su exquisito cuerpo está debajo del mío, la gloriosa extensión de su miembro se eleva hacia mi… lo tomo en mis manos, acariciando suavemente, arriba y abajo. Cierra los ojos gimiendo, su boca formando una O, el rostro se contorsiona con distintos gestos…todos ellos de placer, mueve las caderas jadeando…los sonidos de su deseo producen en mi sensaciones nuevas…indescriptibles, mi interior comienza a retorcerse, mi cuerpo clamando por el suyo.
De pronto nuestros jadeos se ahogan en un beso hambriento, entrecortada mi respiración…asolados mis sentidos, el contacto con su ardiente piel es lo único en lo que puedo pensar. Me libero del beso buscando aire. Su mirada intensa me hechiza, coloca su palma extendida en medio de mis pechos, al bajar la mirada veo suspendido un colgante, tiene una piedra roja incrustada en el centro, detalles apenas visibles grabados a su alrededor que no sé identificar. Frunciendo el ceño lo miro inquisitiva, preguntándome el significado de aquella joya. Impasible su rostro recoge un mechón de cabello, metiéndolo detrás de mi oreja.
—Búscame— dice con un susurro suplicante que se vuelve lejano, lo veo permanecer quieto en el mismo lugar, su rostro luce triste a la vez que extiende su mano para atrapar la mía…soy yo la que se está alejando a pesar de que no quiero.
Abro los ojos…despacio. La sábana está revuelta a mis pies. Me siento aturdida por el recuerdo del sueño. Sentándome en el borde de la cama, quito el enredo de cabello sobre mi cara, cuando me levanto algo pesado golpea sordo contra mi pecho. Lo tomo con la mano temblorosa. Una piedra granate intenso… incrustada en un óvalo dorado. Centellea resplandeciente en mi palma…iluminada por la cálida luz de la mañana.