Capítulo 6

—¿Porqué diablos no contestas?— Llevo poco más de media hora tratando de comunicarme con Caroline y aún nada.

—Tienes mucha prisa en hablar con ella…¿pasa algo?

—No Emma, nada importante. Intentaré de nuevo más tarde. Veo que ya estás lista, no me tardo— me apresuro a mi habitación para alistarme rápidamente. Mezclilla, una camiseta y zapatillas deportivas. El día está demasiado caluroso y con mi cabeza en otra parte (más bien en otra dimensión) salimos en busca de nuestro vestuario.

—Ni lo pienses, no te voy a decir lo que parezco con este vestido— ensancho los ojos a mi otra yo en el espejo luciendo demasiado provocativa, por no decir otra cosa.

—¿Entonces qué?...ya te has probado como veinte y ninguno te gusta— cansina su voz, me mira con reproche.

—Lo siento, pero ninguno me ha gustado— digo girando para comprobar que si me inclino un poco corro el riesgo de exponer el trasero, además en lo que menos puedo pensar ahora es en comprar ropa.

—Disculpen— nos interrumpe la suave voz de la encargada de la tienda— traigo éste otro modelo, tal vez quiera probárselo—. Me maravillo cuando observo la delicada prenda que trae entre sus brazos. Es precioso, un vestido color champán, con un brazo descubierto...de largo un poco más abajo de la rodilla. La vaporosa tela se siente fresca y ligera sobre mi piel cuando me lo pruebo.

—Mira, esto lo complementa perfectamente— Emma entra al vestidor con un delgado cinturón de dorado metal...me lo ajusta a la cintura. Me encanta la combinación de los tonos, esto es lo que estaba buscando, por suerte el vestido llegó a mi— Por fin lo conseguimos— dice por encima de mi hombro al reflejo que nos mira desde el otro lado— pareces una diosa griega.

—Tampoco hay que exagerar— sonrío un poco azorada, me quito el vestido con mucho cuidado, es tan delicado...no quiero romperlo— ¿ Qué nos hace falta?

—¡Zapatos!— decimos al mismo tiempo sorprendiéndonos.

Terminamos de conseguir todo lo que habíamos ido a buscar. Emma resplandece de felicidad, no ha parado de hablar ni un minuto: la Universidad, del chico que le gusta, de sus propósitos venideros cuando termine la carrera. Yo asiento y sonrío...pero el corazón me traiciona. Cuanto deseo ya volver al apartamento para seguir intentando hablar con Caroline.

—Vamos a almorzar, así nos refrescamos un poco, creo que hemos estado en cada una de las tiendas de la ciudad— Hemos estado observando tiendas en el Virginia- Highland toda la mañana...Emma no ha parado de entrar y salir probándose todo lo que hallaba a su paso.

—Hace más de un año que no venía, sabes que me encantan las compras. Además viste a ese sujeto en "Bill Hallman", ¡no te quitaba los ojos de encima!— dice con vivacidad.

—Huy sí... debo haberlo impresionado mucho— digo sarcástica señalando mi atuendo tan poco favorecedor.

—Bueno pues sí, no entiendo como no te diste cuenta ¡Y estaba muy lindo!

—Hum no me fijé— respondo mientras leo el menú, pensando que voy a pedir para comer.

—¿Y qué es en lo que te fijas, qué es lo que estás esperando que sea el hombre de tus sueños?— Ella no tiene ni idea de lo que su pregunta significa para mí...el hombre de mis sueños...

—Tal vez no pienso en nada específico, ¿quieres papas con el emparedado?— busco cambiar el tópico de la conversación.

—Sí por favor... gracias. Pero debes de tener un tipo, no sé...rubio y ojos verdes o cabello negro con ojos azules, son bonitas combinaciones— añade con expresión juguetona— cabello rojo y ojos azules pienso inmediatamente, creo que esa es la combinación que más me gusta. Me sorprendo por pensar en ello, pero así es. Jamás había conocido a nadie como él. Aunque no lo conozco en realidad, puedo percatarme de su fiereza, un guerrero sumamente atractivo, pero más que cualquier otra cosa, su fragilidad oculta bajo ese semblante de hierro. Cuando lloró de rodillas junto al río...eso me dejó cautivada.

—¿No te rendirás con esto verdad?— admiro su perseverancia, creo que está practicando para cuando comience a trabajar, si hay algo que caracteriza a los periodistas es que son molestos y metiches...no se detienen ante nada con tal de conseguir información. Pero yo también puedo jugar lo mismo...me encanta verla frustrada por mi falta de cooperación.

—Nunca— una sonrisa le cruza la cara de lado a lado, suficiencia en su expresión. Suspiro con fuerza...permanezco alrededor de cinco minutos reflexionando. Puedo ver su cara contraída, se está desesperando.

—Te voy a decir solo una cosa— la miro a los ojos con fingida seriedad— que sea bastante alto, digamos metro noventa o más de estatura, cabello rojizo y ojos azules, esa es mi combinación favorita— le guiño un ojo con complicidad.

—¡Ahhhhhh! April ¿quién es?, tienes que presentármelo, debe ser perfecto, y porqué aún no lo he visto...— No puede ser, avivé el fuego...ahora quien la va a aguantar.

—No dije que salga con alguien que tenga esas características— desilusionada deja de dar brinquitos en su asiento— sólo estoy diciendo que es mi combinación favorita— digo mirando a Emma con serenidad.

—¿Será posible que seas tan mala?— me acusa.

—Pruébame— radiante le sonrío...por fin se rinde, ya podemos empezar a comer.

De vuelta en casa dejo mis compras sobre la cama. Emma ya se encuentra en su habitación, aprovecho que estoy momentáneamente sola, así que vuelvo a llamar a Caroline sin tenerla junto a mi escuchando. Después de sonar y sonar como si nadie estuviera en casa por fin alguien me contesta del otro lado, es una voz desconocida y no entiendo nada de lo que balbucea.

—¿Está Caroline ahí? ¡Hola! , Caroline...busco a mi hermana, dígale que soy April— quien quiera que sea habla demasiado elocuente en otro idioma...no me permite hablar, es frustrante. Al final parece que me entiende pues escucho al fondo la voz de mi hermana.

—¡April, eres tú!, hoy no he estado en casa estuve fuera organizando un retiro, no he podido comunicarme contigo, pero creo que pude averiguar algo— habla tan rápido que casi no entiendo que es lo que me está diciendo.

—Sucedió de nuevo...pero ésta vez fué diferente— murmuro de súbito.

—¿Cómo diferente...que ocurrió? dime— espera en silencio mientras le narro con todo lujo de detalle mi experiencia de la pasada noche. Mientras lo hago reparo una vez más en la sensación de extrañarlo mucho...eso me duele y me confunde.

—¿Será posible que sea algo así como un viaje astral? He leído algo de eso y pienso que...

—Puedo decirte que es algo más— me interrumpe— mientras estuve fuera pude conversar con algunas personas...me contaron diversas historias locales sobre los sueños, de personas que logran viajar en ellos, pero ninguna que diga que algún objeto traspasara ese velo, lo que quiero decir es que pienso que no es sólo un sueño, de hecho, creo que soñar es tu forma de llegar a ese otro lugar— parece convencida.

—Wow...eso suena totalmente inverosímil, pero de todas formas toda ésta cuestión está muy lejos de ser lo contrario— musito cavilosa— pero lo que me asusta más es pensar que quiero volver Caroline...siento que debo verlo de nuevo...

—Puede ser peligroso— interrumpe para que no prosiga con lo que estaba diciendo— no sabemos que está sucediendo en ese otro lugar y en realidad tampoco sabes quien es él, aunque algo dentro de ti cree que sí. Me va a dar un derrame pensando en todas las posibilidades pero encuentro todo esto fascinante— la escucho cansada pero entusiasmada con ésta situación al mismo tiempo.

—¿Qué opinas que haga entonces?— pregunto, pero yo ya conozco cual va a ser la respuesta.

—Guárdalo en un lugar bien seguro, no lo uses más, aún no he terminado de buscar información, el grabado en la pieza tiene que significar algo, creo que es un tipo de inscripción antigua pero no concuerda con nada que haya visto hasta ahora pero es mejor que estés alejada de esa cosa ¿ de acuerdo?

—Eso creo— musito insegura, qué triste me siento de repente ¿no volveré a verlo...jamás?

—Me comunicaré contigo en cuanto tenga algo más. ¿Oye...cómo está Emma, no le habrás dicho algo verdad?

—No quiero asustarla ni que me crea loca.

—Genial, no hay que decirle nada, por lo menos no todavía. Pásala al teléfono para saludarla.

 Dejo a mis hermanas charlando, con los ánimos por el suelo vuelvo a mi cuarto. Me tiro sobre la cama viendo el techo mientras medito sobre este asunto. Por alguna razón ese collar vino a mi, tengo que saber más y no puedo hacerlo si no vuelvo a él...a Bastiaan.

*******

—¡Como para alimentar a cien hombres aah!— todos celebran que Caitus y yo llegamos cargados con una gran cantidad de carne cuando volvemos al campamento. Mientras limpio el pavo hablo con Delphos, ya he observado que de vez en cuando éste me trata de sonsacar dónde pasé toda la noche, pero astutamente logro cambiar el tema...no parece notarlo aunque no puedo asegurarlo.

—No nos podemos quedar aquí por mucho tiempo, estaba pensando que podemos ir a Pantalea...buscar un barco que nos lleve hasta allá, primero hay que esperar a Attis y a Filip. Loukanos estará aquí a más tardar tres días— Delphos tiene razón, por más que quiera limpiar mi nombre no va a dejar de ser algo seriamente complicado, tomará mucho tiempo, tampoco podemos quedarnos aquí escondidos por siempre.

—Tu consejo es muy valioso...pero ya los alejé de sus casas, de sus familias...no podría pedirles que dejen también ésta tierra por seguirme— digo mientras niego con la cabeza.

—Bueno, yo por mi parte no tengo a donde volver. Mi maldita esposa me dejó hace mucho ya lo sabes, mis únicos dos hijos no me quieren ver por ningún motivo— dice apesadumbrado, la guerra es destrucción en todos los sentidos, los que no mueren en batalla muchas veces no tienen a donde regresar. Los esposos, a veces tardan años lejos, cuando retornan... sus mujeres ya han iniciado una nueva vida junto a otro hombre. En otras ocasiones...cuando se pasa tanto tiempo lejos del calor del ser que se ama, todo se torna frío... se vuelven dos extraños viviendo juntos en la misma casa, al final todo se acaba— sé que podremos probar que no mataste a tu tío...pero no aquí esperando que la guardia nos caiga encima en cualquier momento.

—Si salimos por el puerto de Lernos hay menos probabilidad que nos encuentren, es el más grande— tercia Talos— los capitanes de los barcos siempre están buscando hombres que suban las mercancías, no pagan mucho, por lo mismo no se fijan a quien contratan, en especial los del extremo sur, ahí se contrabandea como un demonio. Todo el trabajo se hace con rapidez así hay mayor oportunidad de saltarse las revisiones de el regulador, y si eso no funcionara sólo es necesario un buen incentivo, podemos comprar a alguno de esos malditos, no creo que tengamos mayores dificultades.

Los observo pensativo. Tienen buenas ideas, creo que es factible si, pero un nudo se me atora en la garganta al pensar en mi madre. Dejarla de nuevo me duele, ahora más que nunca después de haberla visto tan delicada... justo ahora que íbamos a comenzar una nueva vida. Llevarla es muy arriesgado....imposible diría yo. En su condición no duraría la travesía de cuatro semanas en barco, mucho menos el camino de aquí hasta el puerto, además las sospechas caerían sobre nosotros inmediatamente. No...por más que me pese tengo que dejarla.

—Cuando los otros regresen iniciaremos los preparativos— agrego muy serio— lo que me molesta son las armas, además no podemos llevarnos nada muy grande, tenemos que buscar la forma de pasar desapercibidos, creo que el que más lo necesita soy yo— los demás me miran sujetar mi cabello, siempre he sido fácilmente reconocible...los enmarañados rizos refulgen al sol, sus expresiones pensativas, Caitus que está cerca del fuego levanta el cuchillo que ha estado afilando con una piedra para que todos lo veamos.

—Mi idea no va a gustarte — me dice con semblante luminoso.

—¿Alguna otra idea?— pido a los otros rápidamente, con expresión de urgencia. Recuerdo la última vez que tuve que cortarme el cabello, Eranthe lo hizo, la noche antes de partir. Al día siguiente tenía que reunirme con el contingente para iniciar el largo traslado de los hombres y los carromatos cargados de armas, otros con provisiones de comida de nuevo hacia la frontera.

—Es la más confiable Bastiaan...piénsalo, como si no vamos a esconder a un gigante de pelo rojo.

—No lo sé, pero tenemos algunos días para pensarlo. Ahora si me permiten voy a cocinarles éste delicioso manjar— digo sonriente mientras les muestro el ave desplumada y limpia que sostengo en mi mano.

Más tarde habiendo comido y bebido continuamos hablando de la mejor forma de dejar Esthios sin ser capturados. No todos van a viajar, alguno o más bien dos de ellos deben quedarse para ver por mi madre y sus cuidados, también para mantenernos informados a los demás que vamos a estar lejos. Pantalea es un estado próspero, aunque no está en guerra con Esthios tampoco tienen buenas relaciones políticas. Eso nos da cierta seguridad de que un estado no va a solicitar ayuda al otro para buscar a un asesino prófugo y a sus amigos.

No llegaremos todos juntos por supuesto. Embarcaremos de dos en dos, según la situación lo amerite, si el caso se diera y podemos viajar todos en una sola nave pues mejor. Delphos tiene a unas cuantas personas que podrían ayudarnos, son dos primos suyos que habían luchado con él en Darios, yo los conocí en aquella época, son muy confiables según nos asegura él, ahora trabajan en el mismo puerto, si tenemos suerte podríamos incluso subir nuestras armas a bordo, ocultas entre otras mercancías, eso se hace todo el tiempo, me da mucha más tranquilidad que si tuviéramos que viajar desarmados.

—¿Quien de nosotros estás pensando que debe quedarse?— me pregunta Caitus en un murmullo bajo.

No puedo evitar mirarlo compungido. Ambos ya sabemos la respuesta. No existe persona alguna en la que pueda depositar toda mi confianza más que en aquel hombre que es mucho más que mi ayudante o sirviente. Caitus puede vigilar a mi madre mientras yo esté lejos, mantenerme informado de todos los movimientos de la reina y el general.

—Despreocúpate...yo me haré cargo— musita con firmeza— creo que al final seré yo al que tengan que esquilar como a una oveja— dice con expresión tranquilizadora— además me queda mi familia, buscaré la forma de verlos sin arriesgarlos, no creo que sea tan difícil. El día que te ayudamos a escapar también muchos otros huyeron. La guardia tiene muchos que perseguir, después que acabe ni tú me vas a reconocer— sonríe despreocupado palmeando mi espalda.

—Espero que tu esposa si lo haga, si no vas a tener muchos problemas— palmeo su hombro de vuelta, luego nos unimos a los demás en la conversación.

*******

—¡Wow! hermanita, ¡ mírate!, luces fabulosa— Emma observa detrás de mi mientras yo me miro en el espejo una vez más antes de irnos al evento. Había llamado un taxi y ahora esperamos que el portero del edificio nos dé aviso de su llegada.

—Mira quien lo dice...estás deslumbrante Emma— su vestido negro es sencillo, pero había decidido llevar un hermoso collar de tres vueltas con cadenillas y colgantes muy juvenil, unos zapatos altos que apuesto ya le está estrujando los dedos de los pies. Hago un calculo mental de que no va a llegar a medianoche con ellos aún puestos.

—Estoy emocionada, nunca he ido a un lanzamiento para un libro, ¿ cómo es?...dime.

—Bueno, te va a gustar mucho créeme, habrá mucha gente, es algo así como una fiesta, es muy agradable.

—Creo que ya llegó nuestro taxi— anuncia Emma al oír el intercomunicador, tomo mi bolso de mano y le doy una última mirada a mi reflejo, la actividad como tal me ilusiona mucho, pero aún más el deseo de volver pronto a casa; jamás había anhelado tanto irme a dormir como ahora, es casi ridículo pero también la única forma de estar cerca de Bastiaan. Tengo que hacerlo aunque es precisamente todo lo contrario que me aconsejó Caroline.

Salimos juntas del edificio poco antes de las ocho de la noche. Disfruto muchísimo compartir estos momentos con mi hermana, pronto tendrá que volver a la Universidad y no la voy a ver por un tiempo. No tardamos mucho en llegar, hay mucho movimiento de personas yendo y viniendo, incluso hay una alfombra roja para recibir a los invitados en medio de los flashes cegadores de los fotógrafos.

Emily se encuentra charlando junto a Cassandra y tengo la oportunidad de presentarlas a Emma. La velada ha estado muy bonita, con buena música de fondo y copas de champán a cada vuelta que doy. Emma parece estarlo pasando muy bien, se encontró con unos periodistas que estaban cubriendo el evento y han estado conversando durante bastante rato. Por mi parte me siento algo incorpórea, no sé si por el champán o por la situación irreal y fantástica en la que quiero hundirme al llegar a casa. Jamás me he considerado impetuosa en ningún aspecto de mi vida, pero en este momento siento la excitación burbujeando en mi interior, Bastiaan acapara mis pensamientos, cuento los segundos para poder verlo de nuevo.

Charlo un poco por aquí y otro poco por allá. Como deseo que el tiempo pase pronto, aunque la culpabilidad me aflige cuando veo a Emma bailando descalza con un joven que no había visto, lo está disfrutando mucho y yo estoy aquí queriendo irme, río para mis adentros al ver que no son aún ni las once de la noche y ya ha dejado sus zapatos tirados quien sabe donde.

—¿Quieres bailar?— Me arranca de mis cavilaciones un hombre alto bastante atractivo. Extiende la mano muy caballeroso y sonriente, no puedo decirle que no, así que me ayuda a ponerme en pie, salimos al centro del salón donde hay otras parejas también bailando.

—Soy April...creo que no nos conocemos— trato de sonar afable, la verdad no quiero bailar pero tampoco quiero parecer grosera. Hace un gesto divertido de " ¡Ouch!", arrugando un poco su recta nariz.

—No pensé que estuviera tan cambiado— murmura sin dejar de sonreír esplendorosamente.

—¡No puede ser! ¿Daniel?...estoy sorprendida. Hace cuanto que no te veo ¿Diez años?, mírate estás... eres otra persona—. De verdad estoy muy impresionada, habíamos sido compañeros en la universidad, en esa época yo había sentido por él algo un poco más profundo que sólo amistad...pero nunca lo supo. Se había convertido en todo un espécimen de más de metro ochenta, ojos azules y cabello negro rizado. En éste momento otro par de ojos azules que no son los suyos saltan con nitidez en la pantalla de mi mente.

—¡ Ah...ves que si me recordaste señorita Edwards!— dice encantadoramente mientras me gira con un garboso movimiento, baila muy bien— te he estado observando desde que llegué hace un rato, tampoco estaba seguro que fueras tú— hace su observación evaluándome de abajo hacia arriba, me siento incómoda— te ves impresionante— dice con su sonrisa ladeada.

—Digo lo mismo, y ¿que has estado haciendo? no he sabido de ti en mucho tiempo.

—Bueno...después de graduarme me dieron una entrevista en Nueva York, no tuve mucha suerte, rechacé un par de opciones y otras mejores aparecieron, desde hace cinco años estoy trabajando como editor en jefe en el Times— ¡ Wow...en el Times! ¿y lo dice así como si no fuera algo estupendo?

—Creo que me quedé sin palabras— río torpemente— eso es...impresionante.

—Lo es...no me puedo quejar ¿ y tú señorita Edwards, qué has estado haciendo todo este tiempo?— nos movemos por la improvisada pista de baile, reparo en las miradas furtivas dirigidas a mi acompañante, es evidente que sabe el efecto que tiene en las mujeres, no soy ajena a su forma coqueta de moverse, a la expresión de sus ojos al mirarme...no funcionará conmigo amigo.

—Tampoco me puedo quejar. Me va bien en Banshfield & Hill como editora, hoy vine acompañada de mi hermana— señalo a Emma con la barbilla, mientras ésta se contonea demasiado para mi gusto junto a su pareja de baile. No le voy a dar oportunidad de verme sola.

—¡Oh!, que bueno, me alegra mucho por ti. ¿Y...tú... viniste con alguien más, aparte de tu hermana?— recorre con la mirada a nuestro alrededor, como esperando encontrar a un sujeto con un letrero de " Esposo de April" pegado en la frente.

—Sólo mi hermana— sonrío- ¿Y dime...qué te trae de vuelta a Atlanta?— cambio el tema.

—Estoy de visita...mis padres celebran su aniversario en unos cuantos días. Un conocido me invitó ésta noche y vine a pasar el rato. Puedo acompañarlas... a ti y a tu hermana a su departamento, es decir, no tienen que tomar un taxi, podemos conversar un poco más. O tal vez invitarlas a una copa, hay un lugar muy bueno aquí cerca— hay una nota en su voz que inútilmente trato de descifrar, ¿cómo sabe que llegamos en taxi?

—No te molestes, además no sé a qué hora nos vamos, odiaría hacerte esperar— digo con genuino agradecimiento.

—Para nada es molestia, sería un placer— toma mi mano para besarla en los nudillos. De soslayo noto que Emma se queda boquiabierta mirando a mi acompañante.

—Gracias, pero enserio no te molestes. Supongo que debes volver pronto a Nueva York, debe ser un cargo bastante exigente— cambio el tema de nuevo, ahora un poco nerviosa.

—En realidad creo que he cumplido un ciclo, aparte del aniversario de mis padres también estoy aquí analizando algunas propuestas de trabajo. Vamos a ver que sucede— me guiña un ojo de forma conspicua.

—Pues...suerte con eso. Me alegra mucho haberte visto— añado en tono de despedida.

—Para mi fué toda una delicia haberte visto— susurra inclinado, demasiado cerca de mi oído, siento la tibieza de su aliento cosquillear en mi cuello.

Nos despedimos, tan pronto salgo de su vista, voy en busca de mi bolso y de Emma. Rápidamente le agradezco a Cassandra por haberme invitado, como no veo a Emily por ninguna parte decido que después me disculpo con ella por no despedirme apropiadamente.

—April, ¿ quién es esa criatura tan espectacular?— me pregunta Emma abanicándose con la mano mientras salimos a la frescura de la medianoche.

—Ah...es sólo un excompañero de la universidad— digo tratando de lucir impasible.

—¡Pues parece actor de cine!, cuando te besó en la mano me tragué el chicle por la impresión— no puedo más que reírme con sus ocurrencias, es única.

—Es lindo sí— de un silbido para nada femenino llamo un taxi que va pasando justo en ese momento— vamos.

—Sí claro...lindo ¡es un dios April!. Te juro que no había visto a un hombre más hermoso— pues qué crees pequeña...yo sí, pienso para mis adentros—¿Y te invitó a salir?

—No le di la oportunidad— la corto antes de que me siga bombardeando con sus apreciaciones acerca de Daniel, le doy la dirección al conductor implorando mentalmente que se apresure, ya quiero estar en casa.

—Pues estás loca ¿sabes? se nota que le gustas— sigue con su cabezota dura.

—Seguramente es casado...además no me interesa. ¿ La pasaste bien ésta noche?

—No tengo nueve años April, sé que estás cambiando el tema a propósito.Te dejaré por hoy...estoy agotada. Pero si me gustó ir, me divertí muchísimo, gracias— responde secamente.

—Fué un placer— digo ignorando su expresión seria, le sujeto la mano todo el camino hasta que llegamos.

Nos damos las buenas noches. Ya sola en mi habitación, me cambio de ropa y lavo mi cara y dientes apresuradamente. Es confusa y extraña ésta ansiedad, creo que no me sentía así desde que era una niña y me habían prometido ir por un helado o algún juguete, aunque para nada puedo comparar esos inocentes recuerdos con esto. Busco el collar y me lo pongo con un ligero temblor en las manos, puedo sentir el corazón a punto de salirse de mi pecho. Tardo un rato exageradamente prolongado dando vueltas a los acontecimientos del día, en algún momento por fin empiezo a hundirme en el cansancio y caigo dormida.