Capítulo 20

 

 

 

Whitney recibió el reporte oral de Eve en su oficina. Ella estaba en mangas de camisa, y ésta tenía pequeñas salpicaduras de sangre seca.

-Fue liberada Peabody del centro de salud?

-La estaban preparando para darle de alta cuando me vine. Va a necesitar un par de días de licencia médica.

  -Veré que tengo lo que necesita. Dwier y Price están en custodia y serán mantenidos incomunicados hasta que la situación se resuelva. Tenemos la casa en Albany bajo vigilancia. Cuando usted termine aquí, Donald Dukes estará detenido. Estamos de acuerdo en que no debería ser arrestado hasta después de su redada en la reunión de esta noche?

  -Si, señor. Dwier y Price sólo eran soldados. Dukes es uno de los generales. –El comandante, recordó Eve. –Es probable que él permanezca en contacto con los otros miembros claves de su organización. Lo dejaremos sentado hasta que hayamos quebrado su respaldo. Señor, como Dwier ha implicado adicionalmente al alcalde Peachtree, solicito permiso para un interrogatorio formal.

-El alcalde ha aceptado un arresto temporario en su domicilio. Sus transmisiones entrantes y salientes están siendo monitoreadas. Por consejo de su abogado ha admitido la .... trasgresión sexual, pero continúa negando toda asociación con Pureza. Políticamente, está terminado.

  -Políticamente. –empezó Eve.

-Si. No es suficiente. Estoy de acuerdo. Como sea, la operación de esta noche tiene prioridad sobre el interrogatorio a él. Vamos a embolsar a la mayoría, si no a todos los otros miembros en esta barrida, destruyendo esencialmente esta organización. Esta es la primera orden de la operación.

-Cuando la oficina del alcalde es una fachada para terroristas, es una pieza importante de la operación, comandante.

-Y que diferencia hará para cerrar este caso que usted lo interrogue ahora, o espere hasta mañana?

Ella quería atraparlo ahora. Quería saborearlo en su garganta. –Lo haría si él tuviera información adicional.

-Le aseguro que con su flota de abogados, tendría que arrastrarlo largo y duro para no sacarle más que su nombre. Usted no tiene tiempo que perder hoy. El está en hielo, Dallas. Cayó. Conténtese con eso por unas pocas horas más. Le doy mi palabra que como mucho a las diez de mañana, estará con usted.

-Si, señor. Gracias.

  -Ha hecho un trabajo superior con ésto, a pesar de un número de difíciles obstáculos. –El dudó, estudiándole el rostro. –Me gustaría hablar de algo que dijo el jefe Tibble esta mañana. Usted se merece las barras de capitán, Dallas.

-Ellas no me preocupan.

-A la mierda. Esto es entre usted y yo, en esta habitación. Usted se merece llevar las barras. Se las ganó. Si sólo fuera cuestión de méritos, las llevaría. Lamentablemente no sólo es materia de méritos. Su edad es un factor a considerar. Cuantos años tiene, Dallas, treinta?

-Treinta y uno, señor.

El rió. –Tengo camisas más viejas que usted. Tengo que esconderlas de mi esposa, pero las tengo. Aún así, es algo que debe ser considerado, incluso usado como ventaja, en algunas circunstancias.

-Comandante Whitney. Soy consciente de que mi vida personal es un factor en este asunto. Que mi matrimonio con Roarke, quien es observado en algunos sitios, ciertamente algunos dentro del departamento, con sospecha –a menos que nos sea de utilidad- y que eso es más un obstáculo para mi ascenso en el rango que el alcalde usando a un proveedor ilegal de sexo y bailando el mambo en ropas de mujer, sería para sostener su futuro político. El jefe Tibble esta en lo cierto. Esa fue mi elección.

-Espero que esté igualmente consciente de que su matrimonio no es visto como un obstáculo en esta oficina.

-Lo estoy.

-Ni tampoco para el jefe. Si dependiera de mí, usted tendría las barras.

-No es un problema para mi. No me parece tan importante. Nunca seré capaz de jugar el juego con la misma pasión que pongo en el trabajo.

-Descubrirá que es diferente. –Su silla crujió cuando él se echó hacia atrás. –Le llevará unos pocos años más de calle. Pero pensará diferente. Vaya a casa, límpiese. Prepárate. Luego vaya a atrapar a esos bastardos.

 

Eve decidió seguir las órdenes exactamente. Al minuto de llegar a casa se dirigió a la ducha. Hubiera deseado poder lavarse la frustración y la ira tan fácilmente como la sangre y el sudor.

Apoyando las manos en las baldosas, bajó la cabeza para que los chorros de agua golpearan sobre ella, lavando los pequeños dolores.

No pensó. Por veinte minutos, bajo el rocío, se permitió ponerse en blanco. Calmada, se paró en el tubo de secado, dejando que el aire caliente girara y cayera sobre ella. Envuelta en una toalla, regresó al dormitorio.

 Y vió a Roarke.

-Siéntate, Eve.

  Su sangre desapareció. –Peabody.

-No. No, ella está bien. De hecho, está en camino hacia acá. Necesitas sentarte.

-Tengo una operación mayor en unas pocas horas. El equipo de investigación merece estar en el golpe. Deben ser informados.

-Eso puede esperar a que tomes unos momentos para tranquilizarte. –El la levantó en brazos.

-Hey! Que eres tú, un maldito conejo? No tengo tiempo para sexo.

-Si yo pensara que es sexo lo que necesitas, estaríamos en la cama. –En vez de eso, la dejó caer en sofá, sentándose junto a ella. –Date la vuelta. Cierra los ojos.

-Mira, Roarke ... oh, Dios. –Sus ojos aletearon cuando él hundió dedos y pulgares en sus hombros.

-Tienes aquí nudos del tamaño de mis puños. Podría darte un calmante, pero mejor tratemos con ésto.

-Si? Bueno, si no sigues con esto al menos quince minutos, te voy a patear el culo.

El bajó la cabeza, besándola en el hombro anudado. –Te amo, Eve. Cada pulgada obstinada de ti.

-No me siento obstinada. Me siento .... –Se sintió a si misma llenándose otra de dudas y odio. –No estoy segura de lo que hago. Tienes que saber que estás haciendo lo apropiado. Como no vas a saberlo? Ese cretino de Dwier, sabía lo que tenía que hacer. Sin ninguna duda, ni una pizca. Sólo trataba de salvar su piel, y a su mujer.

-Mucha gente cree que hace lo correcto, cuando están equivocados. Teniendo dudas eres humana.

-No como esta. No cuando empiezas a dudar del núcleo. No fue así como este grupo llegó a la gente? A los que empezaron a dudar del núcleo, a no creer en él. Negocié con Dwier por el caso hoy. Le di a un mal policía una salida porque quería cerrarlo.

-Tuviste que hacer una elección.

Ella se estiró y aferró su mano. El había sido una de sus elecciones. La mejor elección de su vida. Al menos ahí no había tenido dudas. –El dijo .... dijo que estaban haciendo una colecta para Halloway, como un memorial. Como si hubiera sido lo correcto.

Roarke envolvió con manos la cintura de ella, atrayéndola contra él y la dejó hablar. –Estaba sentada ahí, mirándolo, escuchando sus justificaciones de mierda, la propaganda programada y recordó como me había agradecido Colleen Halloway. Me agradeció y yo estoy pateando fuera a una de las personas responsables de la muerte de su hijo.

Ella levantó las rodillas, apoyando la cara sobre ellas. –Estaba viendo lo que sucedió con Hannah Wade. La veo yaciendo boca abajo en su propia sangre. Y él dijo que fue muy malo lo de ella. Dijo que fue un accidente. Pero que sólo consiguió lo que se merecía porque era una prostituta. Quería hundirle los puños en la carne, golpearlo hasta el desmayo. Pero usé mi influencia con el procurador para conseguirle inmunidad, por lo que él no va a pagar por eso. Por nada de eso. Estoy defendiendo a los muertos, o estoy caminando por sobre ellos?

  -Tú sabes la respuesta. –El la forzó a darse vuelta. Sus mejillas estaban húmedas otra vez. –Tú sabes la respuesta en tu corazón.

-Solía saberlo en mi estómago. En mis huesos. Y no se que clase de policía voy a ser si no lo siento más de esa forma.

-No conozco a este Dwier, pero conozco esto: él tal vez no termine su vida en una celda, pero nunca se va a sentir libre de nuevo. Te conozco a ti, Eve. Lo que hayas hecho, lo hiciste por Halloway, por Hannah Wade, y el resto. Retienes tus propias necesidades por las de ellos.

-No se si fue lo hice. Pero espero por Dios que lo valga. –Usó las manos para secarse las mejillas. -Los voy a quebrar esta noche. Y mañana, voy a enviar a Peachtree al infierno con ellos.

Ella suspiró y se echó el cabello hacia atrás. –Para hacer eso, tenía que sacarme esto de adentro.

-Quieres noticias positivas?

-Me ayudarían.

-Terminamos la ID completa del virus. Lo hemos duplicado. Lo que quiere decir que podemos crear un escudo permanente contra él que nos permita un acceso completo a los datos de las unidades que nos quedan.

-Puedes rastrearlo hasta la fuente?

-Podemos. Lo haremos. Nos va tomar un poco más de tiempo, pero estamos en camino, bien firme en este momento.

  -Bien. Pediré una orden. Una que sirva. –agregó, pensando en la Juez Archer. –Todos los equipos de Dukes –los que hayan dejado en casa- serán confiscados. Necesito que hurgues en sus transmisiones. Alguien le dió la orden de empezar, y en donde. Conseguiremos también los de Dwier y Price. Sólo por si se guardaron algún nombre.

-Vamos a estar ocupados.

-Tú y Jaime pueden dedicarle un tiempo esta noche mientras hacemos la operación.

-Recuerdo que dijiste que el equipo investigador estaría en el operativo.

-No puedo llevar al chico a una operación. –Se puso de pie, yendo hacia el armario. Tú eres mucho más valioso para mi en el laboratorio. Esto no es cuento, y para probarlo, no voy a ordenarte que te quedes. –Sacó una camisa y se volvió. –Te lo estoy pidiendo.

-Es raro de tu parte. –El se puso de pie. –Seré tu rata de laboratorio entonces, por un rato más.

-Lo aprecio.

-No te pongas esos pantalones con esa camisa. En que estás pensando?

-Voy a un operativo, no a una fiesta.

 -No es razón para que no te veas de lo mejor. Veamos, que es lo mejor que puede vestir un policía en estos días para atrapar a una organización terrorista mayor? No puedes quedar mal con el básico negro.

-Es una broma? –preguntó ella cuando él seleccionó otra camisa.

-El sentido del buen gusto nunca es una broma. –El le alcanzó la camisa, deslizándole un dedo por la hendidura de la barbilla. –Pero es bueno verte sonreír otra vez, teniente. Oh, y ponte las botas negras, no las marrones.

-No tengo ningún par de botas negras.

El se estiró y sacó un par en lujoso cuero negro. –Ahora tienes.

 

 

***

 

 

 

A media cuadra de la Iglesia del Salvador, Eve estaba sentada en el vehículo de vigilancia y discutía con Peabody.

-Mira, tienes suerte de estar aquí al menos. Estás bajo permiso médico.

-No, no lo estoy porque no me lo firmaron.

-Yo te lo firmé.

-Yo me firmé el alta.

Eve le mostró los dientes. –Te olvidaste el “señor”.

  La mandíbula de Peadoby se estiró. –No, no lo hice.

  -Que tal si te pongo una nota por insubordinación?

-Adelante. –Peabody cruzó los brazos sobre el pecho. –Puedo manejarla. Como puedo manejar esta operación.

Eve resopló. –Tal vez tienes razón.

 Junto a ella, Feeney desvió su mirada del monitor hacia Eve. Y pensó: oh-oh

  -Estoy emparchada. –clamó Peabody, relajándose un poco al ver la apertura. –Estoy lista para el servicio. Esto no va a ser un gran problema.

-Supongo que sólo reaccioné un poco exagerado. –Eve levantó las manos y se puso de pie. –Tú debes saber como te sientes, verdad?

-Absolutamente. Señor. –dijo ella.

  -Bueno, entonces. –Eve palmeo el hombro de Peabody suavemente. Y Luego apretó. Observó que el color de su ayudante desaparecía, observó que su boca caía laxa en una shockeada y dolorida O. –Y ahora como te sientes?

  -Me siento un poco...

-Bien emparchada? –Observó el sudor perlar la frente de Peabody. –Lista para el servicio?

-Estoy ...

-Siéntate. Cállate.

-Si, señor. –ante el gentil codazo de Eve, las piernas de Peabody se aflojaron. No estaba segura si había puesto su cabeza entre las rodillas o si Eve lo hizo, pero de cualquier forma lo agradeció.

-Te quedarás en el vehículo de vigilancia y asistirás a McNab. Algún problema para usted, detective? –dijo ella, mirando a McNab.

  -No. No, señor, teniente. –El palmeó la espalda de Peabody. –Estás bien, cariño?

  -Nada de cariño! –Eve se tiró del pelo. –No hay cariño en una operación. Por Cristo santo. Sigan así, sólo sigan así, y haré que uno de ustedes sea transferido a Queens.

Giró sobre si misma, dejándose caer junto a Feeney otra vez. –Cual es el estado?

-Unos pocos pájaros tempraneros llegando. Bastante tranquilo todavía. –El bajó la voz. –Buen trabajo ahí. Ella no estaba recuperada todavía. Esa chica tiene agallas.

 -Habrá otras operaciones. –acordó Eve, y estudió el monitor. –Siempre hay otras operaciones.

La iglesia era pequeña, un edificio sin pretensiones que en sus comienzos podrían haber sido blanco. Ahora era gris, un blando y sórdido gris que alardeaba de una sencilla cruz negra. No tenía torre y sólo algunas ventanas diseminadas en el frente.

Eve sabía lo que vería adentro. Había estudiado los planos y la filmación que Baxter había tomado. Este se había vestido como un durmiente callejero, y se había metido adentro. Aunque no logró llegar al sótano, había conseguido un buen cuadro del nivel principal.

  Y había recogido diez créditos del diácono quien finalmente lo había mandado afuera otra vez.

Había cincuenta bancos, veinticinco de cada lado. Un altar al centro y mirando al frente. Había dos puertas para salir del área del culto. Baxter había logrado simular equivocarse de camino con una, logrando una rápida visión de un área de oficina antes que el diácono lo pescara y lo sacara con un escándalo.

El equipamiento de la oficina era de última línea y varios niveles por encima de lo que una pequeña iglesia vecinal podía afrontar.

  Había tres puertas al exterior. Al frente, al costado este, y la de atrás que llevaba al sótano.

Todas estaban cubiertas. Cuando se movieran, pensó Eve, rodearían el edificio como los anillos a Saturno.

-Estoy pescando más conversaciones ahora. –le dijo Feeney.

Eve levantó su audífono y se lo puso.

  Era una conversación sobre deportes. Que pasa con esos Yankees? Mujeres intercambiando recetas y hablando del cuidado de los niños. Alguien mencionó una liquidación en Barney’s.

-Jesús. –Feeney sacudió la cabeza. –Parece un maldito encuentro de la asociación de padres.

-Un que?

-Asunto de la escuela. Padres, maestros. Que clase de terroristas son?

 -Gente común. –dijo Eve. –Es lo que los hace tan peligrosos. La mayoría son sólo Joes normales buscando una forma de limpiar las calles. Miré un video con Roarke. Esas cosas del Viejo Oeste. Tipos malos pateando culos en la ciudad. La ley no puede detenerlos porque le han pateado el culo a la ley también. Así que la gente se junta, pone algunos dólares y contrata a esta banda de pistoleros –que gran palabra, no. Pistoleros.

Ella la saboreó por un momento, tomando algunas de las almendras acarameladas de Feeney. –De todas formas, contrataron a esos tipos para correr a los otros tipos. Y lo hicieron. Pero entonces los pistoleros decidieron, hey, nos gusta aquí, así que vamos a quedarnos y hacer las cosas a nuestra manera. Que crees que sucedió? Pues que la ciudad terminó bajo sus pulgares.

-Sólo cambias un arma por otra.

  -Si, y además perdiste los dólares, un montón de gente que quiso defender sus propiedades fue herida. Termina cuando llega este tipo de U.S Marshall, -lo que deberían haber hecho en primer lugar. Y después de un montón de tiros, gente cayendo tirada al suelo, siendo arrastrado por los caballos y esa mierda, él limpia el lugar.

-No tenemos los caballos, pero vamos a limpiar este lugar esta noche.

-Maldito si lo haremos.

  Esperaron. Conversaciones aburridas, largos silencios, rápidas actualizaciones desde las otras unidades estacionadas alrededor del perímetro. Trabajo de policía, pensó Eve, bebiendo café negro y monitoreando, eran horas de esperar, montañas de papelerío, ratos de increíble aburrimiento. Y momentos, extremos momentos donde podías caer de la vida a la muerte.

  Le dio una mirada a Peabody. Instantes, pensó, y pulgadas. Y destino.

-Están empezando. –dijo Feeney suavemente. –Habrán estado esperando esta noche. Los bastardos están empezando su reunión mortal con la palabra del señor.

-Van a estar llenos de razones para rezar. –Eve se puso de pie. –Vamos a rodearlos y a encerrarlos.

Controló con cada capitán de unidad, ordenando que todos mantuvieran sus posiciones mientras ella y Feeney entraban junto a Baxter y Trueheart.

La unidad de ella golpearía primero la puerta del sótano.

Ella le dio a Baxter un rápido toque en pecho para asegurarse de que él tenía el chaleco antidisturbios. Sonriendo, él le devolvió el toque. –Estas malditas cosas son pesadas, no?

.-Me irritan como el infierno. –admitió ella. Hizo un círculo con los dedos. El se volvió para que pudiera tirar de la solapa oculta y revelar el emblema del NYPSD en la espalda de su chaqueta.

-La reunión está en camino. –le reportó McNab a través del audífono. –El juez Lincoln preside. Están leyendo unas jodidas minutas de la última reunión.

-Démosles unos minutos. –ordenó Eve. –Tendremos más en registro. Cuanto más tengamos, más profundo los meteremos.

-Teniente? –susurró Trueheart, como si ya estuviera en la iglesia. –Quiero agradecerle por permitirme ser parte de este operativo.

-Si vas chupar medias –le dijo Baxter- Tienes que chupármelas a mi. Yo se las chupo a Dallas. Así es la cadena alimenticia.

-Abriendo la nueva cuestión. –reportó McNab. –Discusión sobre la terminación de Greene. La terminación de Wade es llamada un infortunado producto del sistema. Jesús. Simple objeción por afiliación.

  -Señor? –le llegó la voz de Peabody. –Esto acaba de llegar. Geller no lo logró.

Ocho muertos, pensó Eve. Esto se termina ahora. –La reunión se acabó.

-Cerrado y cargada. –dijo Baxter.

-Todas las unidades, entren. Entren.

 

Ella llegó primero a la puerta, y bajó por unas viejas escaleras de hierro. En su mente se imaginó a las otras unidades entrando por el frente, el costado, fluyendo a través del piso principal.

Con el arma desenfundada, la placa en alto, entró a través de la puerta del sótano.

-NYPSD! Nadie se mueva.

Hubo algunos alaridos, algunos gritos. Unos pocos tropezaron, tratando de cubrirse o escapar. Las unidades secundarias irrumpieron dentro como hormigas en un picnic. Hormigas armadas con rifles láser y aturdidores de doble caño.

  -Pongan las manos en alto. Manos en alto. –gritó Eve. –o serán aturdidos. Este edificio está rodeado. No hay salida. Están bajo arresto por actos terroristas, por conspiración para cometer homicidio, por la muerte de un oficial de policía, y otros cargos que se les harán conocer.

Se movió hacia adelante, barriendo caras, movimientos. Algunos lloraban, otros permanecían rígidos de furia. Algunos más se habían arrodillado, tomados de las manos, como mártires que iban a ser alimento para los leones paganos.

  -En el piso. –ordenó ella- De cara al piso. Manos detrás de la cabeza.

Giró rápido cuando vio al Juez Lincoln buscar dentro de su chaqueta. –Hágalo. –dijo suavemente- Déme una razón.

  El dejó caer la mano. Tenía un rostro duro, piedra oscura con rasgos afiladamente grabados. Ella se había sentado en su corte, dando testimonio. Había confiado en él para administrar justicia.

Le sacó el arma de la chaqueta, y lo palpó.

  -Nosotros somos la solución –le dijo él. –Tuvimos el coraje suficiente para actuar mientras otros se sientan y esperan.

  -Apuesto que Hitler dijo lo mismo. En el piso. –Lo empujó sobre sus rodillas. –De cara, manos detrás.

Ella misma le puso las esposas en las manos. –Esto es por Colleen Halloway. –le dijo suavemente en el oído. –Ella sabe más de coraje que lo usted sabrá jamás. Usted es una maldita desgracia.

Se puso de pie. –Baxter, léele a este manojo de héroes sus derechos.

 

 

***

 

 

 

Eran las dos y treinta cuando llegó a casa. Pero no era fatiga lo que sentía ahora sino un cansancio interno que le pesaba en cuerpo y mente.

No sentía en absoluto el aliento de la victoria, la burbujeante energía del trabajo cumplido. Cuando cerró la puerta a su espalda, no pudo encontrar en su interior un insulto para lanzarle al acechante Summerset.

-A pesar de lo tardío de la hora, debo esperar que sus huéspedes lleguen con su usual deseo de refrigerio?

-No. Ellos tienen su propia casa, y van a usarlas.

  -Tuvo éxito?

-Ellos se anotaron ocho antes de que los detuviera. Supongo que depende su definición de éxito.

-Teniente.

Su mente estaba demasiado ensombrecida para algo más que una leve irritación. Se detuvo en el segundo escalón, mirando hacia atrás. –Que quiere?

-Durante las Guerras Urbanas hubo un número de organizaciones conducidas por civiles. Algunos arriesgaban sus propias vidas para tratar de proteger vecindarios bajo asedio o para reconstruir aquellos que habían sido diezmados. Hubo muchos actos de heroísmo. Y había otros grupos organizados de la misma manera. Ellos sólo buscaban destruir, castigar, buscar otras maneras de hacer la guerra. Algunos formaron sus propias cortes, hicieron juicios. Aun más, todos esos juicios terminaban con un veredicto de culpable, y eran rápidamente seguidos por ejecuciones.

-Ambos, -dijo él- tuvieron considerable éxito con propósitos distintos. La historia es, como siempre, iluminada por unos y oscurecida por otros.

-Yo no estoy buscando hacer historia.

-Es una pena, -dijo él mientras ella continuaba subiendo las escaleras. –Porque usted la hizo esta noche.

 Ella pasó por el laboratorio primero, pero ahí sólo estaba Jamie. Obviamente estaba fuera del modo de trabajo y dentro del de recreación. Había un gráfico del Yankee Stadium en su monitor. Estaba jugando contra Baltimore y los O’s estaban dos carreras arriba en la sexta.

  -Mierda, estás ciego? –El abofeteó la unidad cuando el umpire cantó un strike a su bateador. –Esa fue alta y afuera, cretino.

-Pegó en la esquina –dijo Eve en desacuerdo. –Mordió la zona de strike. Buen lanzamiento.

-Como el diablo. –El puso pausa en el juego, y giró. –Quieres jugar uno? Es mejor con dos jugadores reales que contra la computadora.

-Te daré la oportunidad otra vez. Me muero de cansancio.

-Hey, hey, espera! –Se apuró detrás de ella. –No vas a decirme como terminó?

-Terminó.

-Bueno, lo sé. Nos avisaron. Pero sin detalles. Suelta algunos detalles, Dallas.

-Mañana. Haremos una reunión con todos.

-Un detalle. Tú me das uno, y luego yo te doy uno a ti.

-Hemos confiscado discos conteniendo grabaciones de cada reunión. Los tenemos tan bien cosidos que no saldrían del saco ni con una espada. Dame tú.

-Okay, genial. Conseguimos algunos rastros.

 -Encontraste la fuente?

-No costó nada una vez que lo clonamos. El virus fue enviado desde la unidad confiscada del nivel de trabajo de Dukes. Los enviaba por un período de tres días. Pulsaba el botón en cada uno de ellos.

  -Lo van a traer desde Albany esta noche. Lo voy a agarrar aparte mañana. Vete a la cama, chico.

-Voy a liquidar a los O’s primero.

Ella se encogió de hombros. –Como quieras. –Fue hacia la puerta, y se detuvo. –Jamie. Yo estaba en contra de Roarke cuando te trajo al equipo. Estaba equivocada. Hiciste un trabajo muy bueno.

El rostro de él se iluminó como un sol. –Gracias.

Ella lo dejó luchando con los Birds, y fue hacia la oficina de Roarke. El también estaba ante su unidad, pero dudó que estuviera jugando. Cualquiera fuera su negocio, él lo canceló cuando ella entró.

-Felicitaciones, teniente. Donde está tu equipo?

-Se fueron a algún lugar trasnochado para festejar con un par de tragos. Yo pasé.

-Entonces puedes tomar uno aquí conmigo. –El se levantó para servirse otro brandy y sirvió para ella un vaso de vino. –Tenemos tu fuente.

  -Sí, Jamie me lo dijo. Me detuve en el laboratorio por el camino.

-Todavía está levantado?

-Los Yankees y los O’s, saliendo de la sexta. Estaba dos abajo, con dos afuera y un corredor en primera.

  -Ah, bueno, entonces. –El le dió el vino. –Te dijo que también encontramos un número de transmisiones? Hacia y desde Price y Dwier. Y tres, hasta ahora, del enlace de la oficina del alcalde Peachtree. La última llegó la mañana de tu visita a la casa de los Dukes. Sólo texto. Le aconseja a Dukes tomarse una pequeña vacación con su familia, y da la sugerencia de la dirección de Albany. Está cuidadosamente redactado, pero bajo las circunstancias, bastante condenatorio.

-Me ocuparé de Dukes y el alcalde mañana. –Ella se sentó en el brazo de la silla, peor no bebió el vino. Dividí las entrevistas después del golpe. Dimos un empujón a los sospechosos con varios miembros del equipo y combos. Todos gritaron por sus abogados, como si fueran un equipo de porristas. Quebré a una patética ama de casa en menos de treinta minutos. Lanzó las entrañas mientras su abogado resoplaba sobre coacción. Le bajamos los cargos un par de niveles para hacerlo callar y ella rodó como un cachorro.

-Los detuviste. Los hiciste pedazos.

-Capturamos a un juez, otros dos policías –uno retirado que estuvo treinta años adentro. Encerré madres que estaban casi en pánico por notificar a los que cuidaban a sus hijos que iban a pasar la noche en una celda. Encerré a un chico apenas bastante mayor para afeitarse y a una mujer de más de cien. Ella me escupió. –Su voz tembló un poco al contarlo. –Me escupió a mi cuando la metimos en el vagón.

Roarke le pasó una mano por el pelo, y cuando ella volvió la cabeza, apoyó el rostro contra su costado. –Lo siento.

-Yo también. –murmuró ella. –Solo que no se que es lo que lamento. Me voy a la cama. –Se puso de pie.- Veré los datos que tú y Jamie extrajeron por la mañana.

-Te seguiré cuando pueda. Tengo una reunión en breve.

-Una reunión? Son al menos las tres de la mañana.

-Es en Tokyo. Haremos una holoconferencia.

Ella asintió, poniendo el vino sin tocar a un lado. –Se supone que deberías estar ahí? En Tokyo?

-Yo puedo estar donde quiero. Y quiero estar aquí.

-He ocupado un montón de tu tiempo últimamente.

 El pasó el pulgar sobre las sombras bajo los ojos de ella. –Ciertamente lo has hecho y espero ser apropiadamente recompensado. –La tocó con los labios en la frente. –Ahora vete a la cama. Tengo trabajo aquí.

-Yo podría ir al centro alguna vez, y ... asesorarte.

-Me gustaría saber que he hecho para merecer una amenaza como esa.

Eso la ayudó a sonreír. –O, tú sabes, ir de compras contigo. Ayudarte a elegir un traje o algo así.

-Sentí ese frío calar hasta los huesos. Vete, teniente.

-Okay. Te veré luego.

-Mmm –Y mientras su holo unidad transmitía, él la observó irse.