El no le dijo tanto como hubiera querido ella.
Lo mejor que pudo determinar en la escena con su equipo de campo fue Louie K. murió debido a que sus neuronas se fundieron. No era exactamente la clase de término que le ganarían la aprobación de sus jefes.
Ella le entregó el cuerpo a los ME, marcándolo como prioridad.
Lo cual quería decir, que debido a los horarios de verano y la saturación del verano, ella tendría suerte si conseguía una patología confirmada para la primera nevada.
Iba a tener que empujarlo, poniéndole fichas al jefe médico examinador.
Mientras tanto ella habló con el representante departamental de Trueheart vía enlace, y bailó la danza burocrática. Había enviado al todavía sacudido novato a casa, y le había ordenado esperar por Reconocimiento.
Luego volvió a la Central para escribir, y reescribir, un detallado reporte del incidente que había terminado con dos muertos y un herido crítico.
Y aunque su estómago se encogió, siguió el procedimiento y envió a copia a Asuntos Internos.
Para el momento en que llegó a casa, ya estaba bien pasada la hora de cenar.
Las luces estaban encendidas, por lo que la fortaleza urbana que Roarke había construido brillaba como un faro en la noche. Las sombras verdes de los grandes y frondosos árboles hacían dibujos sobre la hierba aterciopelada y se deslizaban suavemente sobre ríos de flores que eran brillantes y audaces en el día.
El vecindario del bajo East Side que había consumido la mayor parte de su noche era un mundo aparte de este paraíso privado de riqueza, privilegios e indulgencia.
Ahora ella estaba casi acostumbrada a nadar entre mundos sin perder su equilibrio. Casi.
Dejó su vehículo en la base de las escaleras de piedra y las subió corriendo más por un desesperado deseo de sacudirse el peso del calor que por apuro.
Apenas había entrado y tomado el primer trago de aire fresco y limpio, cuando Summerset, el mayordomo de Roarke, apareció en el vestíbulo como una visión poco bienvenida.
-Si, me perdí la cena. –dijo ella antes de que él pudiera abrir la boca. –Sí, soy un miserable error como esposa y un pobre ejemplo de lo que un humano debe ser. No tengo clase, ni cortesía y ningún sentido del decoro. Debería ser arrastrada desnuda por las calles y apedreada por mis pecados.
Summerset levantó una ceja gris acero. –Bueno, eso parece abarcarlo todo.
-Bien, nos ahorra tiempo. –ella empezó a subir las escaleras. –El regresó?
-Recién.
Un poco molesto porque ella no le había dado oportunidad de criticarla, él frunció el ceño detrás de ella. Tendría que ser más rápido la próxima vez.
Cuando estuvo segura de que él se había evaporado por donde había aparecido, Eve se detuvo ante una de las pantallas internas. –Donde está Roarke?
BUENAS NOCHES, QUERIDA EVE. ROARKE ESTÁ EN SU OFICINA.
-Lo imaginaba. –La cena de negocios se había realizado. Tuvo un feliz pensamiento de desviarse hacia el dormitorio, y saltar de cabeza en la ducha. Pero la culpa la hizo dirigirse a la oficina de él.
La puerta estaba abierta. Ella pudo escuchar su voz.
Ella supuso que él estaba refinando los detalles de algún negocio que estaba haciendo, muy probablemente uno involucrado en la cena de esta noche. Pero a ella no le importaban las palabras.
Su voz era poética, seductora en si misma, incluso para una mujer que nunca comprendería el corazón de un poeta. Los destellos de irlandés agregaban música a lo que ella asumía eran secos hechos y cifras.
Concordaba con su rostro, una que mostraba toda la salvaje belleza céltica en los huesos fuertes y afilados, ojos azul profundo, en la boca plena y firme que podría haber sido esculpida por un astuto dios en un día particularmente bueno.
Ella pasó por la puerta, vio que él estaba parado ante una de las ventanas, mirando hacia afuera mientras dictaba sus memos. Se había atado hacia atrás el cabello negro, notó ella, toda esa espesa seda negra que él usualmente llevaba suelto y que caía casi hasta sus hombros.
Todavía vestía su traje de noche, negro y elegante, sobre su cuerpo alto y esbelto. Tu puedes mirar y ver el elegante hombre de negocios, locamente exitoso, perfectamente civilizado. El se había abrillantado a si mismo, pensó Eve, pero el peligroso celta estaba ahí, siempre, justo debajo de la superficie.
Esto también, siempre, la había atraído.
Tuvo un vislumbre de eso cuando él se volvió, aunque ella no había hecho ni un sonido, y sus ojos se encontraron.
-Firma Roarke, -dijo él- y transmitir. Copia del archivo para Hagerman-Ross. Hola, teniente.
-Hola. Lamento lo de la cena.
-No, no lo lamentas.
Ella hundió las manos en sus bolsillos. Era ridículo, en serio, la forma en que ellas continuamente querían estar sobre él. –Lo lamento un poco.
El sonrió, un rayo de encanto y humor. –No te hubieras aburrido tanto como piensas.
-Probablemente tienes razón. Si me hubiera aburrido tanto como pensaba, me hubiera deslizado en un coma. Pero siento haberte dejado abandonado.
-No me dejaste abandonado. –El fue hacia ella, tocándole la mandíbula con un dedo y besándola suavemente. –fue un considerable agregado para mi cachet cuando me disculpé por mi esposa, quien había sido llamada al servicio para ocuparse de un caso. El asesinato siempre aviva la conversación en una cena. Quien murió?
-Un par de tipos en un barrio. Un traficante de químicos liquidó a su vecino con un bate de baseball, luego fue detrás de una mujer y un policía. El policía lo bajó.
Roarke levantó una ceja. Más, pensó. Había un asunto más problemático en los ojos de ella que el rápido resumen ofrecido. –Ese no parece el tipo de complicación que te mantendría en servicio hasta tan tarde.
-El policía era Trueheart.
-Ah. –El le puso las manos en los hombros, masajeándolos. –Como lo tomó?
Ella abrió la boca, pero sacudió la cabeza y empezó a pasearse. -Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
-Tan mal, eh?
-Ese chico apenas salió del cascarón.
Roarke pasó una mano sobre el gordo gato que se había despatarrado sobre la consola, y luego de le dio un ligero empujón para moverlo. –Es una interesante forma de expresarlo.
-Hay policías que se pasan una vida entera en el trabajo sin disparar un tiro. El chico lleva de uniforme menos de un año, y ya se cargó una terminación. Eso cambia todo.
-Lo fue para ti? Tu primera terminación en el trabajo. –agregó. Ambos sabían que ella había matado mucho antes de tener una placa.
-Era diferente para mi. –Ella a menudo imaginaba como hubiera sido su vida diferente si no la hubiera empezado con una muerte.
Un insulto frío y personal.
-Trueheart tiene apenas veintidós y es .... brillante todavía. –Una pena oscura y resbaladiza floreció dentro de ella. Ella se agachó, dándole a Galahad una distraída rascada bajo la barbilla. –No va a dormir esta noche. Le va a dar vueltas, y vueltas, y vueltas en su cabeza. Si hubiera hecho esto, si hubiera hecho aquello. Y mañana... –Se frotó la cara con las manos mientras se enderezaba. –No pude evitarlo. Reconocimiento para él. No pude detener el proceso.
Ella sabía como era. Casi desnuda, monitoreada, cuestionada, forzada a dejar que las máquinas y los técnicos entraran en tu cabeza. En tu estómago como un tumor.
-Te preocupa que él no lo pase?
Ella miró alrededor y tomó el vaso de vino que él le había servido. –Parece capaz de hacerlo, pero está asustado hasta los huesos. Y nadando en culpa. Toma toda esa culpa, todas esas dudas en Reconocimiento, y te ahogarán. Y va a haber una investigación. Interna.
-Y eso porque?
Ella se sentó y le dio los detalles mientras el gato saltaba y amasaba un nido en su regazo. Y le ayudó a despejar su mente para contarlo en voz alta, particularmente a alguien que lo entendía con rapidez y veía el cuadro completo antes de que pintaras todas las líneas.
-Un aturdidor oficial no podría matar en esas condiciones.
-Sí. –asintió Eve. –Exactamente. Debería haber estado al máximo y hundido en la garganta. Regularmente eso debería haberle dado apenas una sacudida.
-Lo que significa que la versión de Trueheart de los eventos no se mantiene firme.
Asuntos Internos podría pensar eso, lo sabía, y ella haría lo mismo si estuviera en su lugar. –El estaba bajo seria presión. Un civil muerto, otro en extremo peligro, él mismo herido.
-Es así como lo vas mostrar para los de Asuntos Internos?
Si, él siempre veía el cuadro completo. –Bastante cerca. –Ella tamborileó los dedos distraídamente sobre su muslo, sobre el gato, bebió su vino. –Necesito el reporte de los ME. Pero no hay forma de negar que Trueheart terminó con deliberación. Pánico, okay. El tomó una decisión por pánico, treinta días de suspensión, una derivación a terapia. No puedo dejarlo en esa forma. Eso nomás se lo darán porque me llamó a mí en vez de llamar a Despacho. Si Asuntos Internos huele que lo cubro, el chico está terminado.
Roarke se sentó, y bebió de su propio vino. –Has considerado hablar con tu viejo amigo Webster?
Ella tamborileó los dedos ahora en el brazo del sillón y mantuvo su mirada firme en la de Roarke. Podría haber sido diversión lo que había en su rostro, o algo más. Era difícil saberlo.
Don Webster no era precisamente un viejo amigo. Años atrás y por un muy breve lapso había sido un amante. El hecho era que él, por razones que nunca habían estado claras para Eve, nunca había olvidado la única noche que habían compartido, y eso había causado un violento y fascinante altercado entre él y Roarke.
No era algo que ella quisiera repetir.
-Tal vez, a menos que estés pensando que es una buena oportunidad para golpearle la cara otra vez.
Roarke bebió y sonrió. –Creo que Webster y yo llegamos a un razonable entendimiento. No puedo culparlo por sentirse atraído por mi esposa, cuando estoy tan atraído yo mismo. Y él sabe que si pone sus manos sobre lo que es mío otra vez, le voy a romper cada hueso del cuerpo en pedacitos. Funciona bien para nosotros.
-Grandioso. Matón. –dijo ella entre dientes. –El ya lo superó. Me lo dijo. –agregó y Roarke apenas sonrió otra vez. Perezosamente. Como un gato.
-Sabes que, ya tengo bastante que pensar con esto, y no voy a hacerlo esta noche. Quiero llamar al comandante, -dijo- Y no puedo. Tengo que manejarlo con cada página del libro. El chico quedó como un perro enfermo. No pude hacer nada por él.
-El va a estar bien, mamá.-
Sus ojos se entrecerraron. –Cuidado. Yo soy la que lo puso en Homicidios. Lo metí en el hospital hace unos pocos meses.
-Eve."
-Está bien. Está bien. Lo metí en una situación donde terminó en el hospital. Ahora está tratando con una terminación sospechosa. Me siento responsable.
-Tú lo ves de esa forma. –El le rozó con su mano los inquietos dedos. –Es lo que te convierte en lo que eres. Y es por lo que él te llamó primero. Estaba asustado, sacudido. Tomar una vida no es una cuestión sencilla para la mayoría, y no debería serlo. No lo hace un mejor policía el hecho de que sienta algo?
-Si, y puede que eso le sirva, también. Es que no encaja, Roarke. Sólo que no encaja. –dijo ella y se paró para pasear otra vez. Molesto, el gato levantó su cola en el aire y salió de la habitación.
-No había marcas de quemaduras en su garganta. Si Trueheart le hubiera disparado de esa forma, debería haber marcas. Porque no las hay?
-Podría haber usado otra arma, una con poder letal?
Ella negó con la cabeza. –No conozco a nadie menos dispuesto a llevar un arma de repuesto. Si me equivoqué con él, donde fue? No había nadie con él. Nadie en los apartamentos tampoco. Controlé los recicladores. Me llamó minutos después de la terminación. No tuvo tiempo de pensar lo bastante claramente para deshacerse de algo limpiamente. Además, cuando lo repasas, la cosa completa no tiene sentido.
Ella se sentó otra vez, inclinándose hacia adelante. –Toma a este Loiue K. El policía de la zona, los vecinos, incluso la mujer que atacó, todos lo describen como el clásico individuo de perfil bajo. Apresaba escolares. Tenía una ficha, pero nada con violencia. Ni asaltos, ni golpes. Ni armas de ningún tipo en su casa.
-El bate?
-Jugaba baseball. Entonces, él estaba sentado ahí en ropa interior haciendo sus deberes. Cuentas ordenadas, apartamento sucio. Pero no lógicamente sucio. Los armarios estaban organizados, las ventanas lavadas, pero había comida y basura rancia, ropa sucia por todos lados. Como si hubiera estado enfermo o algo así por una semana.
Se pasó la mano por el cabello mientras traía dentro de su cabeza la imagen del pequeño apartamento. Lo ubicó a él en la imagen. Sentado en el calor frente a su unidad de escritorio, frente a la ventana abierta. Sudando en calzoncillos.
-Puso la música alta como para reventar tímpanos, nada nuevo de acuerdo a los vecinos. Ralph viene del otro lado del pasillo y golpea la puerta. Nada nuevo otra vez. Pero esta vez, en vez de bajar la música, Louie K. levantó su bate y golpeó con él a su a veces compañero de tragos hasta matarlo.
-Le partió el cráneo. –continuó ella. –Le convirtió la cara en gelatina, golpeó lo bastante duro para romper un bueno y sólido bate de baseball. El vecino le llevaba a Louie K. unos buenos treinta kilos, pero no tuvo chance de tocarlo.
El sabía que ella estaba viéndolo ahora, poniendo en su cabeza las imágenes de lo que había sucedido. Aunque no hubiera estado ahí, podía verlo. –Es difícil luchar si tus sesos están saliendo por tus oídos.
-Si, es una desventaja. Entonces, gritando todo el tiempo, Louie patea la puerta del vecino y va detrás de la mujer. El policía responde, y Loiue va por él.
-El calor puede enloquecer a la gente.
-Si, puede. Saca fuera la maldad. Pero el tipo estaba sentado ahí, haciendo sus cuentas. Poniendo entradas. Como hacía cada noche a esa hora. Esto no está bien.
Frunciendo el ceño, se volvió hacia el escritorio de Roarke. –Sabes de algún ilegal conocido como Pureza?
-No.
-Nadie lo conoce. Cuando fui a su apartamento, su pantalla estaba abierta. Decía Absoluta Pureza Adquirida. Que demonios es Absoluta Pureza, y como es adquirida?
-Si es algo nuevo, porque lo conocería un pequeño traficante callejero?
-Me lo estuve preguntando. La computadora no lo identificó, incluso con mi código de autorización. Así que la envié a DDE. No puedo meterlo a Feeney en esto –reflexionó- Se vería mal llamar al jefe de la DDE para una búsqueda standard de datos.
-Me puedes meter a mi.
-Hablando de verse mal. Además, estás trabajando.
-Lo estaba, y comiendo, lo que me imagino que tú no has hecho. Hambrienta?
-Ahora que lo mencionas... Que es lo que tienes?
-Hmmm. Ensalada de cangrejo y un excelente rodaballo asado.
-Huh. –Eve se puso de pie. –Preferiría una hamburguesa.
-Lo sabía.
***
Más tarde, Eve permanecía despierta, mirando al techo, mientras reconstruía datos, evidencias, teorías. Nada parecía correcto, pensó, pero no estaba segura de cuanto estaba influenciada porque se refería a un joven y promisorio policía.
El tenía una buena cabeza, y un idealismo que era tan brillante y limpio como plata pulida. Pureza, pensó otra vez. Si tenía que usar una palabra para definirla, esa sería Trueheart.
El había perdido algo de pureza hoy. Algo, y ella lo sabía, que nunca podría recuperar. Sufriría por eso, más de lo que debería.
Y ella no se había portado como una mamá, pensó, volviendo su cabeza para fruncirle el ceño a Roarke en la oscuridad.
-Bueno. –El se volvió hacia ella, deslizando sus manos infaliblemente sobre sus pechos. –Ya que tienes toda esa energía....
-De que estás hablando? Estaba durmiendo.
-No lo hacías, no con tu mente funcionando a toda marcha y haciendo ruido como para despertar a un muerto. Porque no te doy una mano con toda esa energía?
Cuando él la atrajo hacia si, ella rió. –Tengo noticias para ti, as. Esa no es tu mano.
***
Treinta y seis cuadras más allá, Troy Trueheart yacía en la oscuridad, mirando el techo. Nadie compartía su lecho para ofrecerle consuelo o distracción. Todo lo que podía ver, impresa en la oscuridad, era la cara del hombre que había matado.
Sabía que debería haber tomado un tranquilizante aprobado por el Departamento. Pero tenía miedo de dormir. Lo había visto todo de nuevo en sus sueños.
Sólo que también podía verlo todo mientras estaba despierto.
Las salpicaduras de sangre y huesos y algo peor todo sobre los muros del húmedo pasillo. Incluso ahí, en su ordenado departamento, podía olerlo. La forma en que el calor maduraba el hedor a sangre coagulada. Podía oír los gritos, el de la mujer no era más que un aullido de terror y horrible dolor. Y los del hombre. Luis K. Cogburn. El hombre gritaba como un animal salvaje enloquecido por la cacería. Las voces de los otros inquilinos eran un griterío desde atrás de las puertas cerradas. El estruendo de la calle entrando por las ventanas.
Y su propio corazón retumbando en su pecho.
Porque no había solicitado apoyo? En el momento en que escuchó a la mujer pidiendo ayuda debería haber solicitado apoyo.
Pero había corrido adentro, pensando sólo en servir y proteger.
El le había gritado a alguien, al menos había hecho eso cuando corría escaleras arriba, para que llamara al 911. Nadie lo hizo. Ahora se daba cuenta. Nadie lo hizo o los policías hubieran llegado antes que la teniente Dallas.
Como podía la gente quedarse detrás de las puertas cerradas y no hacer nada mientras su vecino estaba gritando por ayuda? Nunca lo comprendería.
Había visto al hombre en el pasillo, más allá de la ayuda de nadie. Lo había visto, y su estómago se revolvió, y la sangre rugió en su cabeza con un sonido zumbante blanco que era el sonido del miedo. Si, había tenido miedo, mucho miedo. Pero era su trabajo pasar a través de la puerta. La puerta abierta, pensó ahora, para entrar dentro de los gritos, la sangre, la locura.
Entonces que? Que hice?
-Policía! Arroje su arma! Arroje su arma ahora.
El aturdidor estaba en su mano. Lo había sacado mientras subía. Estaba seguro. El hombre. Louis K. Cogburn. Había girado, el bate ensangrentado sujeto con ambas manos como un bateador ante el plato. Ojos contraídos, pensó Trueheart en ese momento. Ojos contraídos casi desapareciendo en rostro delgado, enrojecido por la rabia y la sangre ajena.
Sangre oscura, sangre fresca brotando de su nariz. Sólo recordaba eso, pensó. Que importaba?
El cargó. Un loco en calzoncillos moviéndose como un rayo. El bate cayó sobre su hombro tan rápido, tan duro. Se derrumbó hacia atrás. Casi perdió el aturdidor. Terror, brillante como la sangre.
El hombre. Louis K. Cogburn. Se había vuelto hacia la mujer. Ella estaba caída, aturdida, sollozando. Indefensa. El bate giró, se elevó. Un disparo mortal.
Pero entonces él tembló. Sus ojos –oh, Dios, sus ojos- rojos como un demonio, se agrandaron, se volvieron dentro de su cráneo. Su cuerpo saltaba, saltaba como un títere al que le tiraban de las cuerdas mientras salía corriendo. Salió al hall.
Bailaba, seguía bailando. Entonces cayó, se encogió y se desplomó, boca arriba para mirar al techo con esos horribles ojos rojos.
Muerto. Muerto. Y yo estoy parado sobre él.
Maté a un hombre hoy.
Trueheart enterró su rostro en la almohada, tratando de borrar las imágenes que quería jugar en su cabeza. Y lloró por la muerte.
***
Por la mañana, Eve llamó al Jefe Médico Examinador Morris y trató de no sonar demasiado gruñona cuando se vio forzada a dejar un mensaje en su correo de voz. Si era necesario, se haría tiempo para bajar a la morgue y hablar con él personalmente.
De hecho, era justo lo que iba a hacer –y darle otra mirada al cuerpo de Cogburn.
Por mucho que la fastidiara, hizo una llamada a Don Webster en Asuntos Internos. Esta vez no se molestó en disimular la irritación cuando fue trasferida al correo de voz.
-La Escuadra de Ratas se tomó algunas horas para descansar. Nosotros los policías verdaderos ya estamos trabajando. Llámame, Webster, cuando hagas una pausa en tu tarea diaria de sentarte en un escritorio y olfatear la mugre de tus compañeros policías.
Probablemente no era inteligente acicatearlo, pensó cuando cortó la transmisión. Sin embargo, si trataba de mostrarse dulce con Webster, él sabría que ella necesitaba algo.
-Teniente. –Gorra en mano, Trueheart se paró en la puerta. –Me mandó llamar.
-Cierto, Trueheart. Entre. Cierre la puerta.
No estaba cruzando ninguna línea llamándolo a su oficina previo a Reconocimiento. Era la primaria en el caso.
Esa era su historia, pensó ella, y se estaba apegando a eso.
-Siéntese, Trueheart.-
El se veía tan pálido y con los ojos hundidos como ella esperaba. De alguna forma se las arregló para permanecer en posición de firme aún sentado. Ella programó el Auto Chef para dos cafés, negros, ya fuera que él quisiera uno o no.
-Noche difícil?
-Si, señor.
-Pues va a tener un día difícil. Reconocimiento no es caminar por la playa.
-No, señor. Algo escuché.
-Mejor que esté avisado. Míreme cuando le hable, oficial. –chasqueó ella observando como levantaba la cabeza y enfocaba sus ojos cansados. –Usted se puso el uniforme, tomó la placa, porta un arma y aceptó todo lo que eso significa. Su terminación de Louis K. Cogburn fue justificada?
-Yo no...
-Si o no. No hay términos medios aquí, ni calificaciones. Es lo que usted siente, Trueheart. Fue necesario el empleo de su arma?
-Si, señor.
-Si se viera en la misma situación hoy, volvería a disparar su arma?
El se estremeció, pero asintió. –Si, señor.
-Ese es el centro de la cuestión. –Ella le pasó el café. –Manténgase en el centro de esto, deje a un lado el resto. No trate de mentir en Reconocimiento. No tiene la experiencia necesaria para hacerlo. Respuestas correctas, respuestas creíbles. Y aunque ellos le den la vuelta a la cuestión de la justificación, usted empleó su arma justificadamente, para preservar la vida de civiles y la suya propia.
-Si, señor.
-Jesús, Trueheart, usted es un bastardo conformista. A que distancia estaba del sujeto cuando disparó?
-Pienso que ...
-No piense. Que tan lejos?
-Unos seis pies, tal vez cinco y medio.
-Cuantos disparos le hizo?
-Dos.
-Su arma, en algún momento durante el altercado, entró en contacto directo con el sujeto?
-Contacto? –El se vio desconcertado por un momento. –Oh, no, señor. Yo estaba caído y él estaba moviéndose cuando disparé. Luego se volvió, vino hacia mi, y disparé por segunda vez.
-Que hizo usted con el arma de repuesto?
-El ... –el puro shock se mostró sobre el rostro de él. Ella lo observó volverse rosa con lo que sólo podía ser indignación. –Señor, no tengo un arma secundaria, ni una propia. Sólo el aturdidor de reglamento, el cual estoy autorizado a llevar y que usted me tomó como evidencia en la escena,. Señor, me molesta que...
-Olvídelo. –Ella se echó hacia atrás. –Si no le hacen esta pregunta en Reconocimiento, me sorprendería. Puede apostar su culo que Asuntos Internos se la va a hacer. Y ellos van a presionar. Para evitar el ultraje moral para ellos. No va tomarse su café, Trueheart?
-Si, señor. –El miró miserablemente dentro de la taza, la levantó. Contuvo el aliento. –Esto no es café.
-Si, lo es. Es café verdadero. Reanima bastante más que esa porquería vegetal, no? Puede usar la patada extra hoy. Escúcheme, Troy. Usted es un buen policía y con un poco de maduración será uno mejor aún. No se supone que las terminaciones sean sencillas. No debemos desentendernos de tomar una vida como si fuera nada o nos encontraremos muy cerca de ser aquello que tratamos de detener.
-Desearía ..... desearía que hubiera sucedido de otra manera.
-No lo fue, y no debe olvidar esto. Esta bien lamentarlo, incluso sentir un poco de culpa. Pero no está bien sentir menos que una absoluta confianza de que usted hizo lo que había que hacer dadas las circunstancias. Si les deja ver que no está seguro, lo van a cazar como un leopardo a una gacela.
-Estoy seguro. –El mantenía el café aferrado con ambas manos como si temiera que pudiera saltar fuera de su alcance. –Teniente, lo vi en mi cabeza en cientos de formas diferentes anoche. No podría haberlo hecho de otra forma. El hubiera matado a esa mujer. Probablemente me hubiera matado a mi y a algún otro que se le cruzara en el camino. Pero cometí errores. Debería haber pedido apoyo antes de entrar en el edificio. Debería haber llamado a despacho en vez de llamarla a usted.
-Si, esos son errores. –Ella asintió, complacida de que él pensara de esa manera. –Ninguno de los cuales hubiera cambiado la terminación. Pero son errores que podrían costarle un poco de brillo. Porque no pidió apoyo?
-Yo reaccioné, la mujer parecía estar en peligro inminente. Grité órdenes de que alguien llamara al 911 una vez que estuve adentro, pero debería haberlo hecho personalmente. Si no hubiera tenido éxito en detener al perpetrador, sin apoyo en camino, podrían haberse perdido más vidas.
-Bueno. Lección aprendida. Porque me llamó a mi en vez de a Despacho?
-Yo estaba .... Teniente, no estaba pensando con claridad. Pensé que ambos hombres estaban muertos, que yo había terminado al asaltante, y yo....
-Usted estaba desorientado por los golpes que había recibido. –dijo ella enérgicamente. –Estaba un poco preocupado porque podía perder el conocimiento. Su pensamiento inmediato fue reportar el homicidio y terminación, y por eso contactó a la teniente de Homicidios con la que había trabajado antes. Está de acuerdo, Trueheart?
-Sí, señor.
-Usted estaba física y mentalmente angustiado. La teniente, a quien le relató la situación, le ordenó asegurar la escena y permanecer ahí hasta su llegada. Lo que usted hizo.
-Ese no fue el procedimiento.
-No, pero es lo que va a sostener. Hágalo con seguridad. No lo saqué a usted de la calle para verlo despedido.
-Tendré una suspensión obligatoria de treinta días.
-Posiblemente. Probablemente.
-Puedo aceptarlo. Pero no quiero perder mi placa.
-Usted no va a perder su placa. Repórtese a Reconocimiento, oficial Trueheart. –Ella se puso de pie. –Y muéstreles de que está hecho.
***
Le hizo otra llamada a Morris dándole la lata, y luego decidió darse una vuelta por DDE antes de agarrar a Peabody e ir a la morgue.
La DDE siempre la desconcertaba. El hecho de que alguien pudiera hacer algo útil cuando todos estaban paseando de aquí para allá hablando por auriculares o encerrados en cubículos discutiendo con computadoras era algo que superaba su comprensión.
Y ellos raramente vestían como policías. McNab, el escuálido y moderno policía que estaba actualmente engranado en actividades dentro y fuera del servicio con Peabody sobre las que Eve no quería pensar, podría haber sido el más escandaloso del montón. Pero no ganaría por mucho.
Ella se retiró lo más rápido posible hacia la aburrida oficina de Feeney.
Su puerta estaba abierta. El raramente la cerraba, incluso cuando estaba, como ahora, repasando a un subordinado sobre alguna metida de pata.
-Tú crees que las unidades están aquí para tu diversión y entretenimiento, Halloway? Te piensas que puedes esquivar el bulto y jugar un pequeño Cruzado del Espacio en las máquinas?
-No, señor. Capitán, yo no quería....
-Este departamento no es tu bonita caja de juguetes.
-Capitán, yo estaba en mi tiempo para almorzar y ...
-Te tomas tiempo para almorzar? –El rostro de basset hound de Feeney registró el shock, sorprendentemente, y una secreta diversión. –Bueno, es fascinante, Halloway. Te puedo prometer que el próximo tiempito para almorzar será un lejano, lejano recuerdo. Tal vez no te has enterado, dado que estabas tan ocupado salvando el universo virtual mientras tragabas un sándwich, pero estamos atascados aquí. El crimen está creciendo como la temperatura, y nosotros, habiendo jurado debidamente como servidores de la ley, tenemos que abrochar nuestros culos aquí y salvar a la ciudad antes que movernos por el espacio y los malditos aliens invasores. Quiero un reporte del hacker Dubreck en mi escritorio en treinta minutos.
Halloway pareció encogerse dentro de su traje verde lima. –Si, señor.
-Cuando termines con eso de engancharás con Silby en los enlaces del caso Stewart. Y cuando hayas terminado con eso, te lo haré saber. Desaparece.
Halloway desapareció, echando una mortificada mirada a Eve mientras lo hacía y regresaba a su cubículo.
-Le hace bien al corazón, -dijo Feeney con un suspiro- sacarle la piel a un culo flaco en la mañana. Que te trae por aquí?
-Cuanto es su puntaje en Cruzado?
-Llegó a los cincuenta y seis mil en nivel comando. –Feeney resopló. –El maldito casi alcanzó mi record y lo he mantenido por tres años, cuatro meses y veintidós días. Pequeño demonio.
Ella entró, se sentó en la esquina del escritorio, y levantó un puñado de almendras acarameladas de las que él tenía en un bol. –Escuchaste lo de Trueheart?
-No. Estuve enterrado. –Su cara floja se arrogó con interés. –Que?
Ella se lo contó, sin dejarse nada, mientras ambos masticaban nueces. Feeney hurgó con una mano a través de la explosión de cabello rojo. –Va a ser duro para él.
-Le va a afianzar el jodido carácter. –reflexionó ella. –El fue sincero conmigo. El chico antes se tragaría una rata viva que mentirme. Pero no alcanza. Traje los datos de Cogburn y su centro de comunicaciones. Esperaba que pudieras marcarlo como prioritario. Mira, se que estás empantanado, -agregó antes de que él pudiera hablar. –Pero quiero toda la munición que pueda conseguir. Y hay algo ahí. Se que lo hay. Este asunto de Pureza huele mal.
-No puedo darte a McNab. Ya lo tengo haciendo malabarismos. Halloway. –dijo, animándose. –Justamente estaba pensado que el chico no tenía bastante para hacer. Lo voy a poner en esto. Un poquito de horas extras le vendrán bien.
-Y te ayudarán a proteger tu marcador.
-Ni que decir. – Pero el humor de su rostro decayó rápidamente. –Asuntos internos va a darle unas apretadas duras a ese chico.
-Lo se. Voy a ver si puedo desviarlas un poco. –ella se bajó del escritorio. –Voy a ver al cretino de Morris. Si mi corazonada es correcta, Trueheart va a zafar del gancho.