Había pasado mucho tiempo desde que Roarke había realizado una estafa tan básica como el lanzar una moneda. Todo lo que requería eran dedos rápidos y un poco de instrucciones equivocadas.
Esa habilidad de niño había regresado, sin inconveniente, cuando Feeney dijo “cara”.
Un atrapada, un ligero roce del pulgar sobre el grabado de la moneda para determinar cual de las caras necesitabas poner arriba, y “cruz” apareció sobre el dorso de su mano.
Todo fue hecho rápido, y a su modo de ver, en forma muy efectiva. Feeney podría estar molesto y sospechar del resultado, pero un trato era un trato.
Incluso cuando el juego estaba arreglado.
-Podemos darle uno o dos pasadas más. –dijo Feeney cuando estuvieron todos instalados en el laboratorio temporario con Roarke sosteniendo el disco de filtro. –Podemos ….
-No te portes como una madre. –le dijo Roarke suavemente.
-Mi vida no valdrá una mierda si algo te sucede delante de mis ojos.
-Bueno, entonces alégrate. Si la moneda hubiera caído del otro lado, yo diría lo mismo. Ella querrá mis huesos para el desayuno.
-En cuando a ese lado de la moneda … -Feeney no había visto nada dudoso, pero nunca podías estar seguro con Roarke. –Digo que lo hagamos de nuevo, pero deja que Baxter la revolee.
-Creería que me estás llamando charlatán, aunque examinaste la moneda tú mismo, e hiciste la elección de cara sin provocación. Pero, viendo que tenemos una larga historia de amistad entre nosotros, eso no me daré por aludido. Está hecho, Feeney, y no hay un irlandés que retroceda en una apuesta.
-No me pongan en el medio de esto. –Baxter mantenía sus manos a salvo en los bolsillos. –Cualquier maldita cosa que pase, Dallas se va a enojar. Así que hagámoslo antes de que empiece a patearnos las bolas.
-Si conseguimos correr el diagnóstico, mantendremos nuestras bolas. –Jamie estaba en el cielo. No sólo estaban haciendo algo más allá de una práctica, sino que estaba hablando basura con policías. –La unidad infectada es un caracol, y el programa de filtro es complejo. Nos va llevar noventa y tres segundos descargar el escudo. –le dijo a Roarke. –si empiezas el diagnóstico mientras se está descargando, tú …
-Jamie, estas bajo la impresión de que este es, digamos, mi primer día en el trabajo?
-No, pero mientras el diagnóstico está corriendo, necesitas levantar los resultados en …
-Vete.
-Si, pero …
-Jamie, muchacho. –Feeney le puso una mano en el hombro. –Vamos a estar monitoreando desde afuera. Puedes controlar al hombre desde ahí. Diez minutos. –le dijo a Roarke. –Ni un segundo más.
-Voy a correr una secuencia de tiempo.
-No, diez minutos, ni un segundo más. –Su mandíbula se tensó como una piedra. –Quiero que me des tu palabra.
-Está bien. La tienes.
Tan satisfecho como podía estar, Feeney asintió. –Si vemos cualquier anormalidad en los sensores médicos, la apagas.
-Si estás pensando que voy a esperar a que mis sesos me salgan por los oídos, quédate tranquilo. –Luego disparó una sonrisa. –Pero si tal cosa sucede, tengo la satisfacción de saber que Eve te enviará derecho al infierno detrás de mi.
-Ella no se a ensañar conmigo. –McNab esbozó una sonrisa. –Soy un minusválido.
-No cuentes con eso. Ahora si todos ustedes salen, podríamos hacer esto antes de nos pongamos viejos y canosos.
-Espera hasta que te de la orden. Quiero hacerte un control médico antes. –Feeney se detuvo en la puerta, y miró hacia atrás. –Slainte.
-Puedes repetirlo dentro de un rato, sobre un par de Guinness.
Cuando todos salieron, Roarke aseguró los cerrojos de la puerta. No quería que sus socios entraran en pánico y le dispararan. Solo, se desabotonó la camisa, y se sujetó los sensores que lo monitoreaban.
Te volviste loco? –pensó. –No sólo trabajas para la policía, lo cual es bastante malo, sino que arriesgas tu maldito cerebro por ellos.
La vida era un maldito negocio raro.
No perdería su cerebro, o su vida, como una rata de laboratorio, llegado el caso.
Se sentó de frente a la máquina de Cogburn, y tocó bajo la mesa de trabajo, dejando que sus dedos jugaran suavemente sobre el arma que había asegurado ahí.
Había elegido la Beretta de nueve milímetros semiautomática de su colección. Había sido su primer arma, adquirida a la edad de diecinueve años del hombre que la había apuntado a su cabeza. Un arma prohibida, por supuesto, incluso entonces. Pero los contrabandistas no eran quisquillosos sobre esas cosas.
Le pareció que, si las cosas salían mal, sería un ciclo apropiadamente irónico si terminaba matándose a si mismo con el arma que había iniciado su colección, y lo había ayudado en el camino a la riqueza.
No pensaba que nada fuera a salir mal. Habían tomado todas las precauciones posibles, y quienes las habían tomado eral algunos de los mejores hombres –y chico- expertos en electrónica disponibles. Pero siempre había una chance, aunque fuera leve.
Si lo obligaban, él querría decidir su propio destino.
Entonces retiró su mano del frío acero, y lo saco de su mente.
-Controlando tus signos vitales.
Roarke levantó la vista hacia la pantalla en la pared. –Bien. Corta el audio ahí cuando empiece. No quiero escuchar todo el cotilleo de ustedes cuando estoy trabajando.
Deslizó la mano en su bolsillo, frotando un pequeño botón gris entre sus dedos, para la suerte. Por amor. Se había caído de la chaqueta del muy poco favorecedor traje que Eve vestía la primera vez que la vió.
-Tú eres bueno para esto. –le dijo Feeney.
-Cargando entonces. Inicia el reloj.
***
Mary Ellen George, gracias a las regalías del libro que había escrito sobre su arresto, juicio y absolución, y los honorarios por conferencias que había realizado, había vivido una muy confortable vida en su apartamento de West Side.
También había muerto ahí, pero eso no había sido confortable.
Diferente a lo de Cogburn y Fitzhugh, los signos de su enfermedad no habían sido violentos ni destructivos. Aparentemente se había levantado de la cama, tomado una dosis de la medicación auto-recetada que había usado varios días, y durante ese tiempo había bloqueado sus llamadas de enlace y había rehusado responder a la puerta.
Tenía una laptop en el lecho con ella, esencialmente destruyéndose a si misma, pensó Eve, mientras trataba de curarse.
Una de sus últimas acciones había sido poner una histérica transmisión a un antiguo amante, rogándole por ayuda, llorando por el grito en su cabeza.
Su último acto había sido trenzar sus sábanas de seda en una soga y colgarse a si misma.
Vestía solo un camisón blanco, obscenamente sucio. Su cabello estaba enredado, las uñas roídas hasta la raíz. Había pañuelos de papel y toallitas, manchadas de sangre, apilados en la mesa junto a la cama.
Trataba de detener el sangrado de la nariz, concluyó Eve, y levantó una botella de medicamento con sus dedos sellados. Trataba de aliviar un cerebro a punto de explotar con un bloqueador de diez dólares.
La laptop estaba todavía en la cama, con un único mensaje llenando la pantalla.
ABSOLUTA PUREZA ADQUIRIDA.
-Graba esta pantalla en el registro, Peabody. Víctima: George, Mary Ellen, femenino, caucásica, edad cuarenta y dos. El cuerpo fue descubierto en el apartamento de la víctima a las catorce horas dieciséis minutos por el administrador del edificio, la oficial Debrah Parker y Hippel, Jay, quien había llamado al 911.
-Grabación de cuerpo y escena completa, teniente.
-Okay, Peabody vamos a bajarla.
Fue un trabajo sucio. Ninguno habló mientras luchaban con el nudo retorcido, mientras sostenían el peso muerto y lo bajaban a la cama.
-Evidencia visual de sangre en los oídos de la víctima, en los orificios nasales. Indicación de rotura de vasos sanguíneos en los ojos. No hay trauma facial o craneal evidente. No hay otras marcas visibles más que la magulladura alrededor del cuello, la cual es consistente con la estrangulación por colgadura.
Abrió su equipo de campo, y sacó un indicador. –Hora de la muerte establecida en las catorce diez minutos.
Eve se estiró y apagó la laptop. –Embólsala, regístrala y haz que la transporten a mi oficina en casa.
Entonces se puso de pie y le dió una larga y cuidadosa mirada al dormitorio. –Ella no exhibió el mismo nivel de violencia que las otras víctimas. Puedes ver que pasó la mayor parte del tiempo aquí, engullendo bloqueadores y tranquilizantes, tratando de dormir para alejar el dolor. Se volvió un poco desordenada, algo descuidada con la limpieza y la apariencia, pero no corrió por alrededor destrozando el mobiliario.
-La gente maneja el dolor en formas diferentes. –dijo Peabody mientras embolsaba la laptop. –Como tú. Tú pretendes que no está ahí. Como si fuera un insulto personal e ignorándolo se irá. Yo, me voy derecho a las cosas holísticas. Entrenamiento de la niñez. Pero si no funciona, mejor paso por los químicos. Y los tipos, como mis hermanos y mi papá, gimen. Un tipo enfermo se convierte en un bebé. Lo que incluye tener rabietas.
-Es interesante, Peabody.
-Bueno, tú sabes. Es la testosterona.
-Si, lo se. En estos casos, los dos hombres –tres, contando a Halloway- trataron de golpear al dolor y a todo lo que se les puso en el camino. Y la mujer trató de suprimirlo con los métodos tradicionales. Todos fallaron, todos murieron. Y hay algo más que todos hicieron. Una madriguera.
-Madriguera, señor?
-Se metieron en un agujero. Se subieron al nido , o lo más cercano a ello. Cogburn estaba encerrado en su apartamento. Tal vez si su vecino no hubiera ido, martillado su puerta, gritando, maldiciéndolo, se habría quedado ahí hasta morirse, o hasta suicidarse.
Estudió el desprolijo nudo corredizo. –Terminación y fin del dolor. Apuesto a que está programado en el virus. Fitzhugh, encerrado en un agujero, auto-terminado. Halloway, el único que no era un objetivo, el único que se vió expuesto fuera de su hogar, atrincherado en la oficina de Feeney. Si no lo hubiéramos mantenido ocupado, pienso que hubiera liquidado a Feeney y luego se habría disparado a si mismo.
-Cogburn y Halloway. –Peabody asintió, siguiendo los puntos. –Ellos fueron los únicos que tuvieron contacto con alguien durante el último estado de la infección. Si ellos no hubieran...
-Hubieran optado por esa salida, como Mary Ellen George? Encerrarse, bloquear sus comunicaciones, ignorar a todos los que llegan a la puerta. Terminarse.
-Empujados por el instinto animal? La madriguera? –preguntó Peabody.
-Naturaleza humana. Es lógico. Y tiene sentido para Pureza. No quieren lastimar a un inocente, sólo a los que ellos han juzgado culpables. Están buscando un mínimo impacto negativo. Quieren el apoyo público para su causa. Incluso con las bajas colaterales incidentales, están empezando a conseguirlo.
-No pueden sostenerlo. No, Dallas, no pueden. No puedo creer que la mayoría de la gente realmente quiera algo como esto. –Hizo gestos hacia el cuerpo.
-Hemos tenido ejecuciones legales por cuanto? Cerca de doscientos años en el viejo y grande Estados Unidos de América. –le recordó Eve. –Las hubo ilegales desde que Caín se cargó a Abel. Bajo el brillo, Peabody, seguimos siendo una especie primitiva. Una violenta.
Ella pensó en Roarke. Y suspiró. –Envíala con los EM. Abre la escena a los barredores. Voy a hablar con Hippel.
Encendió su propia grabadora mientras caminaba hacia la pequeña y alegre oficina fuera del área del living. La oficial Baker permanecía en su puesto mientras un joven negro con una figura esculpida estaba sentado con su cabeza gacha y sus manos colgando entre las rodillas.
Eve sacudió un pulgar hacia la puerta y Baker salió.
-Sr. Hippel?
El levantó su cabeza. Su piel era de un tono chocolate, ahora levemente teñido con el verde de la náusea.
-Yo nunca había visto .... Nunca ... es la primera ....
-Quiere un poco de agua, Sr. Hippel.?
-No, yo ... La oficial me trajo un vaso. Mi estómago está demasiado sacudido para beber.
-Necesito hacerle algunas preguntas. Soy la teniente Dallas.
-Si. La vi en pantalla haciendo esa entrevista con Nadine Furst. –Trató de sonreír, pero sus labios sólo temblaron. –Ella es caliente. Siempre trato de pescar sus segmentos.
-Ella estará emocionada de escuchar eso. –Eve se sentó en una banqueta peluda. –La sra. George lo llamó.
-Si. No había sabido de ella en un par de semanas. Rompimos relaciones. De mutuo acuerdo. –dijo rápidamente. –No es que hayamos peleado ni nada. Sólo que era momento de mudarse, es todo. De acuerdo, ella echó un poco de vapor. Tal vez yo quería romper más de lo que ella quería, pero no peleamos. Okay, tal vez tuvimos una discusión.
El se atragantó con su propia culpa, escupiendo información mientras permanecía sentada en silencio y lo dejaba hablar. –Tal vez nos gritamos un poco el uno al otro. Jesús, Jesús, ella no hizo esto porque yo la dejé, no?
-Cuando la dejó, Jay?
-Tal vez dos semanas atrás. Estaba funcionando. Quiero decir, hey, ella tenía buena pinta, de mujer sexy y todo eso. Llena de dinero también. Pero yo tengo veinticuatro y ella no. Los hombres necesitan una pieza o dos de su misma edad de vez en cuando, no? Es natural. Y Mary Ellen era un poco territorial. Me erizaba los pelos, me entiende?
-Si. La última vez que la vió, notó algo diferente en ella?
-Diferente? No. Era la misma vieja Mary Ellen.
-No se quejó de dolores de cabeza o malestar.
-Se sentía bien. Habíamos ido a un club, nos reímos un poco, conseguimos una habitación privada y follamos. Salí por un par de tragos y ella me vió flirteando con algunas faldas y empezó a echar humo. Entonces tuvimos un especie de discusión y rompimos.
-Y hoy, cuando se contactó con usted?
-Se veía mal. Hombre. La nariz le sangraba, sus ojos estaban todos rojos. Estaba llorando y gritando. Yo no sabía que demonios pasaba.
-Que le dijo a usted?
-Dijo que tenía que ayudarla. “Alguien tiene que ayudarme”. Dijo que no soportaba más. “Están gritando en mi cabeza” es lo que dijo. Yo traté de calmarla, pero no creo que me haya escuchado. Creo que dijo: “Me están matando”. Pero estaba llorando tan fuerte, que no estoy seguro. Pensé que alguien estaba tratando de atacarla, con toda esa sangre en la cara. Entonces llamé a emergencias y puse mi culo en marcha hacia aquí. Yo trabajo a la vuelta de la esquina en el Riverside Café. Fue donde la conocí. Llegué aquí justo antes que la policía, y yo traté de convencerlos de que me dejaran subir. Entonces subimos, entramos. Allí estaba ella.
El bajó su cabeza otra vez, y esta vez la puso entre sus rodillas.
***
Cuando terminó con la escena, se dirigió a la morgue. Morris ya había removido el cerebro de Mary Ellen George.
Incluso para un veterano policía de homicidios, la vista de la pulposa masa de materia gris en una placa estéril era un poco desagradable.
-Definitivamente expandió su mente. –dijo Morris. –Pero no parece que lo consiguiera leyendo los grandes clásicos de la literatura o explorando otras culturas.
-Que gracioso. Dime que aislaste la causa.
-Puedo decirte esto. El escaneo preliminar muestra a una saludable mujer de cuarenta y dos años. Tibia derecha rota en un punto, curada maravillosamente. Tenía algún trabajo menor en el cuerpo y rostro. Excelente trabajo de todos modos. Tengo que esperar el reporte tóxicos para decirte si consideraba su cuerpo un templo o creía en los realces químicos.
-Su cuerpo no es una de mis mayores preocupaciones en este momento. Dime de su cerebro.
-Un edema masivo que habría terminado en muerte en pocas horas. Irreversible, en mi opinión, después de la propagación inicial de la infección, lo cual fue confirmado en los otros cerebros en cuestión por el neurólogo que consulté. El cerebro no contiene materias extrañas, ni tumor, ni estimulantes químicos u orgánicos. La infección, a falta de una palabra mejor, permanece sin identificar.
-No me estás alegrando el día, Morris.
El la hizo acercarse con una señal de su dedo, se limpió las manos, y trajo una imagen al monitor. –Aquí tienes un diagrama computarizado del cerebro de un hombre normal y saludable de cincuenta años. –Tocó una tecla. –Aquí tienes el de Cogburn.
-Cristo.
-En una palabra. Puedes ver el incremento de la masa, el hematoma donde fue comprimido cuando la presión aumentó. Las áreas rojas indican la infección.
-Se propagó por, cuanto, más del cincuenta por ciento?
-Cincuenta y ocho. Nota que este tipo de rojo es más oscuro que los otros. Infección más antigua. Esta parece ser el área donde empezó. Nos lleva a pensar que hubo un ataque inicial óptico y aquí .... audio.
-Entonces, esto fue causado por algo que vió, algo que escuchó.
-Tal vez no fue capaz de escuchar o verlos con oídos y ojos. Sino que fue un bombardeo de los dos sentidos en los lóbulos cerebrales que los manejan.
-Subliminal entonces.
-Posiblemente. Puedo decirte que hasta ahora encontramos indicaciones de que la infección puede diseminarse rápidamente, causando la hinchazón y el aumento sector por sector. Si puede auto-generarse o requiere estímulos adicionales, no lo hemos determinado. Puedo decirte que el dolor y el sufrimiento que este proceso puede causar es indecible.
-Las últimas encuestas dicen que la mayoría de la gente no creen que sea una cosa mala.
-La mayoría de la gente son, académicamente al menos, bárbaros. –Morris sonrió cuando ella lo miró. –Es fácil decir “córtenle la cabeza” cuando no tienes que estar parado en la sangre y con esa cabeza rodando entre tus pies. Un poquito de eso que los salpique, y empiezan a llamar a un policía.
-No lo sé, Morris, a veces si salpica a bastantes de ellos, y le sienten buen sabor, se convierten en una multitud. –Ella sacó su comunicador cuando sonó.
-Dallas.
-Teniente, tiene que atender a los medios en treinta minutos.
-Comandante, estoy en la morgue con el EM, a la espera de pruebas adicionales del cerebro de Mary Ëllen George. Necesito terminar esta consulta y actualizar a mi equipo. Solicito que ....
-Denegado. En treinta, Dallas. Haga que su ayudante transmita su reporte del incidente y cualquier dato adicional a mi oficina. Debe ser revisado y acomodado para los medios.
Cuando Whitney cortó la transmisión, Morris le dió una palmadita en la espalda. –Lo se, lo sé. Apesta.
-Me endilgaron a la segunda alcalde y a Chang.
-No me asombraría si Franco y Chang estuvieran pensando que tú le has sido endilgada a ellos. Ahora corre y ve a asegurarte a la opinión pública que la ciudad está salvo en tus manos.
-Si no te necesitara, estaría tentada de golpearte por esto.
***
Ella soportó la reunión previa a la conferencia, leyendo el reciente borrador de la declaración, aprendiendo lo que podría decir y discutir y lo que no podría decir. Pero mostró los dientes cuando Franco sugirió que se refrescara para las cámaras y probara un poco de pintura de labios.
-El hecho de que tenga pechos no requiere que me empaste con realces.
Franco suspiró y despidió al enjambre de ayudantes fuera de la habitación. –Teniente. No quise insultarla. Somos mujeres, y cualquiera sea la posición de poder y autoridad que tengamos, seguimos siendo mujeres. Algunas de nosotras nos sentimos más cómodas con ésto que otras.
-Estoy perfectamente cómoda siendo mujer. Hago lo que me ordenan hacer, Segunda alcalde. No tiene que gustarme. Incluso no tengo que estar de acuerdo con ello. Sólo hago lo que debo. Pero seguro como el diablo que no tengo que convertirme en una muñeca porque usted prefiere en pantalla una imagen policial diferente a la que yo puedo presentar.
-De acuerdo, de acuerdo, de acuerdo. –Franco levantó las manos. –Me disculpo por hacer la insultante sugerencia de que podría ponerse un poco de color en los labios. No creo que un lápiz labial sea una herramienta de Satán.
-Tampoco yo. Principalmente no me gusta como me veo con él, ni el sabor que tiene.
Franco dejó escapar otro suspiro y se sentó. –Escuche, han sido un par de días duros para todos nosotros. Probablemente se volverá mas duro. El alcalde quiere que trabaje con usted, su jefe quiere que usted trabaje conmigo. Estamos atrapadas aquí. No quiero batallar con usted por cada paso o cada detalle.
-Entonces renuncie.
-Jesús. Déjeme decir esto. Usted y yo somos mujeres con un fuerte sentido del deber público. Tenemos un compromiso con nuestros trabajos, aunque a menudo usemos métodos enormemente diferentes y mantengamos diferentes actitudes, Yo amo New York, teniente. Yo amo sinceramente a esta ciudad y estoy orgullosa de servirla.
-No tengo dudas de eso, señora..
-Jenna. Estamos trabajando juntas, llámeme Jenna. Yo puedo llamarla Eve.
-No. Pero puede llamarme Dallas.
-Ah, y aquí hay una de nuestras diferencias claves. Siendo una mujer, usted mantiene su línea empleando métodos más tradicionalmente masculinos. Yo mantengo la mía con los femeninos. Me divierte explotar mi aspecto, mi feminidad para mis propios usos. Funciona para mi, me ayuda a mantenerme donde estoy presentando un atractivo paquete por sobre los cerebros, la ambición, el sudor. Justo como su método funciona para usted. Yo desconfío de las mujeres como usted. Usted desconfía de las mujeres como yo.
-Yo desconfío de los políticos en general.
Franco inclinó su cabeza. –Si está pensando en insultarme lo suficiente para que le eche de esta conferencia de prensa, déjeme decirle que, en el juego de los insultos, los policías son aficionados comparados con los políticos.
Ella controló su delgada unidad de muñeca de oro. –Ya estamos. Al menos acomódese el cabello.
Manteniendo su rostro cuidadosamente inexpresivo, Eve rastrilló su cabello con los dedos dos veces. –Ya está.
Franco hizo una pausa, con la mano en el pomo de la puerta, mirando a Eve arriba y abajo. –Como, en el nombre de Dios, se las arregló para pescar a un hombre como Roarke?
Muy lentamente, Eve se puso de pie. –Si está pensando insultarme lo suficiente para que le plante un puño en la cara y hacer que me remuevan de esta investigación para que usted pueda mostrarle a los medios un primario de imagen más atractiva, le diré que mientras lo intenta, voy a ocuparme de que este caso termine. Lo voy a cerrar. Después de esto, todas las apuestas están abiertas.
-Entonces nos entendemos. Cualesquiera sean nuestros sentimientos personales, veremos que este caso se termine.
Franco salió y fue inmediatamente tragada por su paquete de ayudantes.
-Teniente! Teniente! –Chang trotó detrás de Eve, agitándose para igualar sus largas y furiosas zancadas. –Tengo su programación con los medios para mañana.
-De que diablos está hablando?
-Su programación. –Le alcanzó un disco. –Empezará a las siete en punto con Planeta, en una entrevista de dos minutos con K.C. Stewart. El programa es global y tiene las más altas mediciones. A las diez, arreglamos una transmisión en vivo desde su oficina en la Central con el equipo de City Beat. Otra vez, la mejor medición. ....
-Chang, quiere que le explique donde va a terminar este disco si continúa hablándome?
La boca de él se endureció, luego se aflojó. –Es mi trabajo, teniente, y estuve trabajando muy duro para arreglar estas apariciones y mantener las agendas de NYPSD y la oficina del alcalde al frente de esta guerra de medios. Las últimas encuestas ...
-Las últimas encuestas van a terminar en el mismo lugar en que lo hará este disco si no sale de enfrente de mi cara. –Furiosa, ella partió el disco por la mitad, lo revoleó y fue derecho hacia la oficina de su comandante.
-Usted quiere un policía o una figurita para los medios? No puedo ser ambos. Si en su opinión la percepción de los medios es más importante que mi investigación, entonces respetuosamente, señor, usted está lleno de mierda.
El la atrapó del brazo antes de que ella pudiera salir. –Un momento, teniente.
-Puede amonestarme, puede bajarme de rango, pero no voy a perder las horas que debería pasar en el campo haciendo mi trabajo, asomándome en pantalla para que la oficina del alcalde consiga mejores números.
-Con tanto tiempo bajo mi comando, teniente, debería saber que no hace falta que me diga lo que puedo o no puedo hacer.
Detrás de ella, Chang sonrió con malicia. Luego, componiendo cuidadosamente su rostro, sacó una copia del disco roto. –Comandante Whitney, como la teniente Dallas ha destruido su copia, prefiero darle a usted la agenda que le programé con los medios para mañana.
-Que agenda con los medios?
-Tenemos apuntados varios segmentos importantes, incluyendo apariciones en Planet, City Beat, Del Vincent y el Reporte de la noche. Estamos esperando confirmación de Crimen y Castigo y Denuncia.
-Usted apuntó a mi teniente en no menos de cuatro apariciones en los medios?
Chang asintió. –Estamos muy complacidos con la agenda, pero podemos improvisar. Estamos arreglando una entrevista por satélite con la Colonia Delta. Las mediciones son muy altas ahí para los segmentos de crímenes.-
-Es usted consciente, Sr. Chang, que la teniente Dallas es la primaria a cargo de una investigación de homicidio prioritaria?
-Si, y es por eso que ...
-Y es también consciente que el procedimiento normal requiere que su oficina aclare cualquier requerimiento como esta agenda de medios con mi oficina antes de confirmar las apariciones en cámara?
-Pensé que había quedado aclarado en la reunión de esta mañana. El alcalde ....
-Lo que fue aclarado en la reunión de esta mañana fue que la teniente Dallas participaría en la conferencia de prensa, y que ante mi directiva estaría disponible para comentarios a los medios. Esta agenda no fue, y no será, aprobada por mi. No voy a desperdiciar el valioso tiempo de mi teniente complaciendo a los medios.
-La oficina del alcalde ...
-Puede ponerse en contacto conmigo. –interrumpió Whitney. –No vuelva a presumir de darle órdenes a mis policías, Chang. Sobrepasa su autoridad. Ahora salga. Necesito hablar con mi teniente.
-La conferencia de prensa...
-Le dije que salga. –El brillo de los ojos de Whitney podría haber derretido una piedra. Eve escuchó que Chang tropezaba al salir.
-Comandante ...
El levantó una mano. –Estuvo peligrosamente cerca de ser sancionada por insubordinación, teniente. Esperaba un mejor control de su parte, ya que raramente he tenido la necesidad de recordárselo.
-Si, señor.
-Más aún, me siento insultado tanto a nivel personal como profesional por el hecho que haya asumido que yo hubiera aprobado una agenda semejante, que la distraiga de una prioridad.
-Me disculpo, comandante, y sólo puedo ofrecer la débil excusa de que todo contacto con Chang termina con una locura temporaria para mi.
-Comprendo. –Whitney giró el disco en su mano. –Me sorprende, Dallas, que no le haya metido esto por la garganta.
-En realidad, señor, yo tenía otro orificio en mente.
Los labios de él se estiraron, apenas. Luego rompió el disco en dos, como lo había hecho ella.
-Gracias, comandante.
-Terminemos con este maldito circo, así podemos volver al trabajo.