Seis.

 

Al día siguiente la caravana avanzó con lentitud pues debió cambiar rápidamente de rumbo cuando los jinetes de avanzada de la tribu volvieron con la novedad de movimientos armados en la dirección que llevaban.  Esto obligó a una nueva reunión en la cual se decidió encaminarse aún más al sur, internándose por el desierto en lugar de bordearlo como habían pensado en primera instancia.

Esto por tanto retrasó la posible vuelta de Victoria a la civilización y Usem vio sus planes contrariados.  Pero no había otro camino.

La mujer se recuperaba y él decidió que era momento de hablar con ella con más amplitud para que tuviera un cuadro completo de la situación en que se encontraba.  Así que ingresó a su carromato determinado a charlar a fondo.

-Buen día. ¿Cómo te encuentras hoy?- preguntó con cortesía.

-Voy mejor.  Quería hablar contigo, eres el único que me entiende y necesito saber fehacientemente que pasa conmigo.

-He venido a eso.  Pero dime primero como te llamas.  Hace días que nos conocemos, tú sabes mi nombre y yo ignoro todo dato tuyo.

-Me llamo Victoria y soy española.  El inglés no es mi lengua materna pero la manejo bien.  Soy enfermera y trabajaba como voluntaria en el centro que fue arrasado, de acuerdo a tus palabras. Quiero volver a mi país – declaró con ansiedad.

-Bien, Victoria.  Voy a tratar de ser lo más claro posible.  Yo soy mestizo, mi padre es tuareg pero mi madre es europea y viví con ella gran parte de mi vida, en España de hecho.  Volví aquí pues añoraba a mi pueblo. 

-Por eso manejas tan bien otros idiomas…

-Si es así.  Nuestra tribu forma parte del pueblo tuareg pero es independiente y toma sus propias decisiones.  La nuestra es no involucrarse en conflictos armados, ni de musulmanes ni de blancos…

-¿Es posible no verse involucrado?  Vienen por todo, queramos o no arrasan con lo que queremos proteger – agregó ella con amargura.

-Trataremos de hacerlo, por eso marchamos.  Y precisamente eso te quería agregar también.  Nos hemos visto obligados a cambiar nuestra ruta por conflictos en el que era nuestro derrotero.  Nos alejamos más de los poblados.  Mi idea era dejarte en alguno en el cual pudiera localizar algún agregado cultural o embajador de europeo o americano.  Pero eso va a demorar tal vez varias semanas. 

La explicación de todo esto fue tranquilizando a Victoria;  no era una prisionera ni una rehén.  Pero a la vez la idea de vagar con este pueblo por semanas  y quien sabe tal vez meses era desalentadora.

-No me malinterpretes, me han  tratado muy bien- le contestó- Pero ¿no hay chances de viajar solos hasta un pueblo cercano y ahí ver?

-Sería un suicidio para ti y para mí, que sería el único dispuesto a acompañarte.  Nuestra fortaleza sigue siendo que viajamos en grupo.  Además los peligros no son solo los grupos armados.  Los traficantes de personas están en todos lados.  Tu sola te expondrías a un sinfín de contratiempos que podrían poner en riesgo tu vida y tu libertad.

Victoria asintió con cierta amargura.  Entendía la situación y no podía pedir más a quien ya habían hecho mucho por ella.

-Algo más- continuó hablando Usem- para nosotros es también comprometedor y algunos no están tan de acuerdo con tu presencia.  Por ello deberás actuar ajustándote a rajatabla a nuestras tradiciones y sin quejas.  Trata de ayudar si te es solicitado o estar a la sombra sin exponerte mucho o criticar o proponer. 

-En otras palabras, vegetar- ironizó ella.

-Estés o no de acuerdo es como las cosas funcionan. No las vas a cambiar tú y debes respeto a la hospitalidad que te brindamos- agregó con cierta molestia.  Si bien él mismo tenía otra idea de cómo debían ser las cosas en una sociedad más justa, le parecía injusto que la crítica viniera de quien estaba siendo socorrida.

Victoria notó el resquemor y se disculpó.  No quería disgustar a Usem y agradecía lo que hacían por ella.  Debía hacer de tripas corazón y ajustarse, no había opciones.  Así se lo hizo saber.

-Ya que voy a permanecer un tiempo me gustaría conocer un poco más su lenguaje.  Soy buena para los idiomas y si tú me ayudas pronto podré hacerme entender y ajustarme mejor.  Si tú puedes claro- lo miró y se ruborizó.  ¡Qué guapo era por favor, tan masculino!  Su olor a cuero y almizcles la embriagaba. 

-Claro que sí- asintió él- Me parece buena idea, practicaremos todos los días.- Se sentía aliviado de la sensata actitud de ella y le gustaba la idea de conversar y conocerse más.  A veces extrañaba un poco la civilización de la que también formaba parte.

Los días fueron transcurriendo y tal cual habían platicado, las lecciones informales se fueron haciendo frecuentes.  Ella fue aprendiendo palabras y frases sencillas que le permitieron mejorar su relación con las mujeres que periódicamente venían a darle alimentos.  Gracias a ello pudo beneficiarse del primer baño, o por lo menos lavado extenso (el agua era vital y no podía ser desperdiciada) con ayuda de una de ellas. 

Precisamente cuando estaba en medio de tal faena hizo su entrada inesperada Usem, que se encontró con una visión encantadora.  Tan silencioso fue que ella se percató, pero él apreció con claridad su cuerpo claro desnudo y el deseo lo golpeó con una fuerza inusitada.  La tuareg si lo vio y sonrió ante la reacción del hombre, que inmóvil a la entrada no sabía qué hacer pero no podía apartar sus ojos de la exquisita imagen de Victoria.  Rápidamente se retiró, antes que la joven pudiera siquiera saber que había ingresado.

Usem se maldijo por lo inoportuno.  Estaba gestando una relación lo más objetiva posible con Victoria, para que no hubiera malentendidos, pero esto lo volvía otra vez a sus bases.  ¡Qué deseable era y cuánto le gustaría compartir su lecho!  Afortunadamente ella no lo vio y podría seguir fingiendo desinterés.

Victoria en tanto se sentía mucho mejor, más limpia y enérgica.  Le habían suministrado ropajes, que ella agradeció en el dialecto.  La mujer sonrió y aceptó el agradecimiento con un gesto de su cabeza.  Ante la pregunta de la occidental de si podía salir a ver el paisaje asintió y así, apoyada en aquella, se asomó por vez primera a mirar su nueva realidad.

El campamento se veía tranquilo y ordenado.  En un extremo se apreciaban los camellos y algunos hombres que iban y venían trayendo ganado y enseres.  Por el otro lado, niños gritando y chillando mientras jugaban, mujeres acarreando leña.  Varias eran las carpas que estaban armadas y la más grande supuso Victoria que era la del padre de Usem.

Algunos observaron con curiosidad a la joven que estaba a la entrada de la tienda y todo lo miraba, pero pronto volvieron a sus actividades.

El aire era caliente y la luminosidad era impactante.  Ella casi estaba cegada ante tanto brillo luego de varios días de penumbra.  De pronto se sintió un poco débil y trastabilló.  Fuertemente fue sostenida por su colaboradora, quien la trasladó al interior y la ayudó a recostarse.

-Gracias- musitó ella mientras le tomaba la mano  No conocía todavía suficientes palabras como para expresarle más enfáticamente como valoraba cuanto hacían por ella y creyó que ese gesto lo demostraría.  Así fue, la muchacha, pues no tenía más de veinte y tantos, asintió con una sonrisa. 

Se sumió luego en un sueño intranquilo en el que distintas imágenes la acosaban.  Se vio primero en medio de un tiroteo, gritando sin poder escapar.  Luego sin solución de continuidad estaba sola bajo el sol abrasador entre dunas de arena, perdida y sin esperanza de salvación.  Inmediatamente sus padres aparecían en una vieja escena familiar y ella trataba de hablarles pero no la escuchaban. De pronto se vio junto a Usem, absolutamente pegada a él, siendo acariciada y besada con pasión.  Sus manos se recorrían y no había lugares prohibidos.

Mientras así soñaba  Usem retornó a la tienda, luego de haber preguntado a la muchacha que se retiraba si estaba bien entrar ahora.  La joven respondió que si muy sonriente, por lo cual él ingresó.

Se sentó a su lado y la observó, vio su creciente agitación al dormir y supuso que las pesadillas la asolaban.  La vio retorcerse y luego gemir.  Las ropas se movieron en parte, dejando al desnudo su pierna.  La sola visión de eso y sus gemidos lo volvieron a excitar.  Ante esto la movió con cierta rudeza y le espetó:

-¡Despierta! Estás teniendo una pesadilla.

Victoria abrió sus ojos con sorpresa y aún con las imágenes del sueño en su mente.  Al verlo se sonrojó y trató de recomponerse.

-Oh, estaba soñando cosas muy extrañas, gracias por despertarme.

-Te movías mucho y hablabas-le comentó él, aún con la garganta seca por el deseo.

Victoria se ruborizó aún más, y esperó no haber dicho nada inconveniente.

-¿Te sigue atormentando aún la imagen de la balacera? Gemías y te movías como tratando de escapar.- inquirió curioso él.

-Si –contestó ella aliviada que lo interpretara así... No dijo más y él atribuyó su silencio al dolor que sentía. 

-Debes recomponerte y mirar hacia adelante.  Tu meta debe ser sobrevivir y volver a tu antigua vida- la alentó.

-Lo sé, pero es algo pronto aún,  Los recuerdos están muy frescos- dijo con seriedad.  Era verdad.  Recordaba a sus compañeros uno a uno y lloraba por ellos.

-Concéntrate en tu día a día.  Mejora tu lenguaje, mantente ocupada.  El tiempo transcurrirá más veloz y tú pronto estarás con los tuyos, si Alá así lo dispone.

-Lo haré, lo haré- contestó ella con fervor.- Usem tenía razón – Mejoremos mi idioma- Y se concentraron en unas horas de pura pronunciación y gramática.  Para los dos era desactivar pensamientos inconvenientes.  Sin embargo, la atracción mutua era cada vez mayor.