A
A las afueras de Venecia
donde yace el pez de las mañanas y se acicala la
sirena
Existe un animal longevo y ducho
en las formas necesarias del amor
tan sólo falta
que batas tú las alas
amarillas del pincel
y del cristal donde reposa ese magniicente
colocará su perla en la dulce llamarada
de tu caliz.
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