Presagio
La muchacha sagaz
la abrevadera de la carta de bronce y fémures de
acero
la desordenada cabellera de la niña en la niña
la realeza de la equidad del vientre
y sus cencerros
que atormentan
el látigo y latido de lo voraz
El tedio
tú quisiste decir
y ahora que te miro
pienso en lo necesario
que han sido tus lunares.
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