FABULA

Mi nombre es Filemón, mi apellido es Ustariz.

Tengo una vaca, un perro, un fusil y un sombrero;

vagabundos, errantes, sin más tierra que el cielo,

vivimos cobijados por el techo más alto;

ni lluvias ni tormentas, ni océanos ni ríos,

impiden que vaguemos de pradera en pradera.

Filemón es mi nombre, Ustariz mi apellido.

No dormimos dos veces bajo la misma estrella;

cada día un paisaje, cada noche otra luz,

un viajero hoy nos halla junto al río Amazonas,

y mañana es posible que en el río Amarillo

aparezcamos justo al irrumpir el sol.

Somos como las nubes, pero reales, concretos:

un hombre, un perro, una vaca, un sombrero,

apestamos, queremos, odiamos y nos odian,

vagabundos, errantes, sin más tierra que el cielo

—Filemón es mi nombre, Ustariz mi apellido—;

los míos me acompañan, lucientes o sombríos,

pero con nombres propios, con sombras bien corpóreas,

seres corrientes, sueños, efluvios de una magia

que hace de lo increíble lo solo que creemos.

Filemón es mi nombre, Ustariz mi apellido;

somos materia cierta, cifras, humareda,

llevados por el viento, hambrientos de infinito,

un perro, una vaca, un palpable sombrero;

simples y sin misterio seguiremos el viaje:

por eso yo declaro al tomar el camino,

que es Filemón mi nombre y Ustariz mi apellido,

que la vaca se llama Rosamunda de Hungría,

y que al perro le puse el nombre de una estrella:

le digo Aldebarán, y brinca, y ríe, y canta,

como un tenor que quiere romperse la garganta.