Artemio de Valle-Arizpe presenta en El Canillitas una obra clásica de la picaresca mexicana. En esta novela el lector está leyendo los sucesos de su propia vida y la del vecino. Es un relato que viene del sueño a plasmarse en la realidad.

El Canillitas relata su vida denunciando las lacras y pecados de su sociedad. Y esta denuncia la realiza con el valor de un testimonio del cual es testigo paciente y actuante porque él también se acusa.

Es una novela cruda en donde no importa el obrar sino el padecer. Es el relato de la consunción de un héroe en las llamas de su propio fuego. La lucha diaria no es para conseguir la fama ni el amor: es la lucha por la vida.

Vitalidad es la sensación que se palpa en torno a El Canillitas, es esa vida multiforme y colorista en la que nacer, amar o morir se suceden con la sencillez de lo cotidiano. Esa vida que pasa y se pierde en cada momento sin que pueda ser aprehendida por la rapidez vertiginosa con que desaparece.

Es la vida que no triunfa ni derrota, sino que termina con un simple encogimiento de hombros.