Poemas
La vida de Larrea es una sucesión de coincidencias significativas, al modo del azar objetivo surrealista. Interpretó los accidentes de la misma (y de la sociedad en su conjunto) como la manifestación de una voluntad o necesidad superior, que hacía necesaria una enorme crisis material y espiritual (manifestada en las vanguardias y las dos Guerras Mundiales). Tras sus convulsiones emergería un Nuevo Mundo espiritual (identificado en buena medida con el Nuevo Mundo físico: América), del que varios artistas (Rubén Darío, Vicente Huidobro, él mismo) habían sido, conscientemente o no, profetas. Como poeta, su popularidad ha sufrido un sino singular: tras un inicio prometedor, su exilio hizo de él un práctico desconocido en España. Sin embargo, a finales de los años 60 un nuevo interés por el surrealismo y las vanguardias lleva a la publicación de la obra poética completa de Larrea (traducida en su mayor parte del francés), primero en Italia y luego en España, con el título de Versión celeste. Se redescubre así a Larrea, a quien muchos críticos proclaman entonces el mayor poeta de vanguardia español. Por la audacia de sus imágenes, estudiosos como Vittorio Bodini intentan adscribirlo al surrealismo, movimiento de cuyos presupuestos teóricos se siente, sin embargo, muy lejano. Tampoco prospera la tentativa de incluirle en la Generación del 27, pues no tuvo contacto con la mayoría de sus integrantes. En opinión del propio Larrea, la etiqueta que mejor le cuadra es la genérica de ultraísta, pues su trayectoria fue un intento constante de ir ultra ('más allá') del entorno vital y social que le oprimía. Tras su muerte, acaecida el 9 de julio de 1980, la obra de Larrea, sobre todo la ensayística, vuelve a una cierta oscuridad. Su poesía conserva su prestigio, pero constituye más un 'poeta de culto' que un artista realmente influyente. La deriva realista de la poesía española reciente y la dificultad exigente de sus versos han ayudado a que así sea.