La araña

Viniste hasta mí
directa como un aroma,
encendida y fragante,
transparente y bella,
resuelta como una ola,
inexplicable como la noche.

Primero fuiste una leve brisa marina,
y luego un viento huracanado.
Primero fuiste estricta como una espuela
y luego un caballo desbocado.

Fuiste paciente como una araña,
dorada como una espiga,
inquieta como un vendaval.
Recuerdo tus manos insomnes y blancas
delicadas, revoloteando como mariposas.
Recuerdo tu entrepierna perlada.
Recuerdo
que te lo di todo
como lo da la tierra

pero quedé vacío.