Viene por vos
Mi amor es de mar:
incontenida ansia azul
de encontrarte.
Mi amor es marino:
certeza blanca, profundidad
de saberte ya hecha
parte del mundo.
Mil años te busqué
más allá de los abismos,
de los confines del mundo
y más allá.
Hasta acá me trajo
–fuerza de ola,
obstinación marina–
su corriente.
Es tuyo:
no lo dejes a tu orilla.
¡Vos sos su continente!
Si te rodea
–de agua tibia
sus brazos presurosos
que te abrazan–, si te ciñe
la cintura, si te anilla
en una isla y salpica
un millón de besos
de espuma que se pegan
a tus labios y arden
como cálidos mordiscos
de verano o de sol:
¡No alces arrecifes de piedra!
¡no te cerques!
Viene por vos: te ha visto.
Si se arrebata, si arremete
contra vos, si se vuelca
de cabeza en tu regazo
como una ola vehemente,
si brama en tu cuello
su romper de marea,
si te mece su suave vaivén de caricias
y muerden de tu orilla
sus encrespados dientes:
¡no levantes cordilleras!
¡no te encierres!
Viene por vos: te llama.
Sé un sereno declive de playa,
un lento hundimiento de arena
que se adentra paso a paso en el agua.
¡Naufragá!
Reposá serena
en su lecho verde de sutiles algas.
¡Fondeá!
Viene por vos: ¡te encontró!