69. POLIS
El cabrón de Donnelly lleva un bardeo; me está rajando con él y no puedo levantar las manos para golpearle; es como si estuviesen lastradas, como si alguien las sujetase o como si fueran de plomo, y ahora el pederasta cabrón ese, el tal Chizzie, viene a por mí y trato de patearle y me suelta: «Te quiero, chaval, gracias, chaval…».
Y yo le suelto: «¡APÁRTATE DE MÍ, PUTO BICHARRACO, QUE TE MATO!…», pero sigo sin poder mover los putos brazos y el cabrón se acerca…, y se oye un ruido…
Estoy en la cama despierto y con la cabeza de ella sobre el brazo; no es más que un puto sueño, pero el puto ruido continúa, y sí, llaman a la puerta, y ella se despierta y yo le suelto: «Vete a ver quién es…».
Y se levanta, adormilada a tope, pero cuando vuelve está espabilada que te cagas y preocupada y me suelta en voz baja: «Frank, es la poli; preguntan por ti».
LA PUTA POLI…
Algún capullo ha largao acerca del pederasta…, Murphy…, puede que el cabrón muriese en el hospital o que la Alison esa de los huevos me chotase…, el puto Segundo Premio…, los viejos esos…
«Vale…, tú entretenlos mientras yo me visto», le digo, y vuelve a salir.
Me pongo la ropa tan rápido como puedo. ¡Seguro que ese cabrón de Segundo Premio ha largao acerca del pederasta! No matarás o alguna puta mierda de esas…, o Murphy…, joder, parecía que supiera toda la historia…
CABRÓN… CABRÓN… CABRÓN… CABRÓN
Me fijo en la caída que hay desde la ventana; podría bajar por el caño del desagüe hasta la parte de atrás y salir por otra escalera. Pero quizá haya más polis en la furgoneta…, nah, si salgo por patas la he cagado…, aún puedo echarle jeta…, ponerme en contacto con Donaldson, el puto abogado…, ¿dónde está ese puto móvil?
Me echo la mano al bolsillo de la chaqueta…, el móvil está sin batería, me olvidé de recargarla…, joder…
Llaman a la puerta. «¿Señor Begbie?».
Sí que es la poli. «Ya va, un momento».
Como esos cabrones digan algo, no pienso abrir el pico; llamaré directamente a Donaldson. Respiro hondo y salgo. Hay dos maderos: un tío con las orejas asomándole por debajo de la gorra y una tía. «Señor Begbie», me suelta la tía.
«¿Sí?».
«Estamos aquí debido a un incidente que tuvo lugar esta semana en Lorne Street».
Pienso para mis adentros: Chizzie no estaba cerca de Lorne Street…
«Su ex esposa, la señorita June Taylor, ha presentado una queja contra usted. Usted sabe que se le ha notificado una inhibitoria provisional hasta que este asunto pueda resolverse ante los tribunales», dice la poli en plan estirao.
«Eh…, sí…».
Miro el papelito que me entrega. «Esto es una copia de las condiciones que establece la orden. Deberían haberle entregado una. Le recordaré el contenido de la misma», dice la poli con cierto retintín. «Se le prohíbe expresamente establecer contacto alguno con la señorita Taylor».
El otro poli la interrumpe. «La señorita Taylor alega que la abordó usted en Leith Walk, le gritó y la siguió hasta Lorne Street».
¡JODER! ¡MENOS MAL!
¡Sólo era la cabrona de June! Joder, siento un alivio tan grande que empiezo a reírme, y ellos se me quedan mirando como si fuera memo; después digo: «Ya…, disculpe, agente. Es que me la encontré por la calle y quería disculparme por la forma en que me había comportado con ella, y decirle que todo se debió a un malentendido, eh. Me columpié, por eso tuve una reacción tan desmesurada. Pero ojo», digo mientras me levanto la camisa y enseño la herida, «que ella me clavó un cuchillo y aún tiene el puto morro de quejarse».
Kate asiente sin parar y suelta: «¡Es verdad! Apuñaló a Frank. ¡Miren!».
«Y no presenté ninguna queja», digo encogiéndome de hombros, «por el bien de los críos, ¿saben?».
La poli va y dice: «Pues si desea presentar una queja contra su mujer, puede hacerlo. Entretanto tendrá que acatar las condiciones de la orden y mantenerse alejado de ella».
«Por eso no se preocupen», me río.
El poli de las orejas desabrochadas intenta hacérselo de duro que te cagas, como si pretendiese impresionar a la mujer poli. «El asunto es grave, señor Begbie. Podría meterse en un buen lío si vuelve a acosar a su ex mujer. ¿Me he explicado con claridad?».
Se me ocurre que tendría que quedarme mirando a los ojos a este memo cagón y esperar a que se le llenen de lágrimas y aparte la mirada, como sé que haría, pero no quiero que me pongan la etiqueta de sobrao y me aprieten las tuercas, así que me limito a sonreír y le suelto: «Me mantendré bien lejos de ella, por eso no se preocupe, agente. ¡Ojalá hubieran estado ustedes aquí para decírmelo hace diez años! ¡Muchos disgustos nos habrían ahorrado!».
Me siguen mirando todo serios. A ver, uno trata de echarle un poco de sentido del humor a las cosas, pero hay miserables que no lo pillan de ninguna manera, joder. Desde luego que me mantendré alejado de June, pero no pienso mantenerme alejado de algunos que yo me sé.