30
El dibujo hecho por Cindy y Nadine era lo único que había en el panel de corcho sobre el escritorio de Ted. Estaba sujeto con cuatro trozos de cinta adhesiva. Mike, que pasaba por el pasillo rumbo al patio, lo sorprendió observándolo y se acercó. Se aclaró la garganta.
—Aquí no permiten chinchetas —dijo—. Si te estás preguntando el porqué de los paneles de corcho no eres el primero.
Ted se volvió con una sonrisa desvaída. En lo que menos pensaba era en chinchetas.
—Necesito ver qué hay detrás del telón, Mike.
Él tardó unos segundos en comprender.
—La visita de tu familia te ha sensibilizado, ¿verdad?
—No se trata de eso. Es decir, no se trata solo de eso. Necesito saber la verdad, salir de aquí y estar con mis hijas.
Mike asentía.
—¿Cómo encuentro a la puta zarigüeya, Mike?