Capítulo 24
Cuerdas
La esquelética figura envuelta en harapos estiró de la cuerda.
Aún a pesar de su frágil aspecto, era una persona fuerte. Sus raquíticos músculos consiguieron elevar el cuerpo ahorcado de la chica más de ochenta centímetros por encima del suelo.
Enroscó la cuerda al travesaño de madera y contempló como la chica se sacudía, cómo sus piernas temblequeaban, su piel palidecía, sus ojos se inyectaban en sangre, su lengua asomaba entre sus carnosos labios y culebreaba, suplicando aire.
En el momento final, la muchacha salió del trance y buscó la cuerda con sus manos, pero era solo un movimiento inconsciente, como la cabeza que mira a su alrededor cuando es decapitada. El cerebro haciendo su último gesto de supervivencia.
El estertor de muerte. Brazos caídos. Piernas inertes. Cabeza ladeada.
La esquelética figura sonrió bajo su máscara blanca. Bajó del escenario con saltitos zancudos y desacompasados. Buscó distancia. Una vista en conjunto. Anadeó hasta el fondo de la sala.
Contempló su obra.
Cuerpos colgando de cuerdas.
Sus nudosas falanges se colaron entre los harapos de la mugrienta bata de hospital, buscando humedad, buscando el orgasmo.
Faltaba poco. Faltaba muy poco.