Notas
[1] Son palabras de Adrian Leverkühn (Doktor Faustus). Propugnaba el mismo principio para la composición musical. <<
[2] El momento más terrible de mi vida fue «haber visto de perfil a mi padre», dice Vallejo. También asocio esa imagen a un pasaje de Aguas primaverales de Turguenev, cuando el protagonista descubre la retirada furtiva de su padre que ha estado visitando a la mujer que ambos aman. <<
[3] En realidad no me especificó la altitud. He tomado el dato de una novelita policial, Muerte en las nubes, de Agatha Christie. <<
[4] En cuestión un pequeño poema que me trajo a la mente estos versos, también escritos al dorso de una foto, de Juana Borrero a Carlos Pío Urbach:
Este retrato con mi amor recibe
y guárdalo en tu pecho cariñoso
ya que no puedo verme retratada
en la cámara oscura de tus ojos. <<
[5] Este temor me remite al del ingeniero de La autopista sur de Julio Cortázar. Relación igual de fugaz, rodeados de autos, la urbe monstruosa donde nos diluimos. <<
[6] En A la sombra de las muchachas en flor Bloch, el snob, importuna mucho a Marcel. En cierta ocasión, frente a un elevador, también se asombra pero no de que se llamase lift, cosa que él sabía, sino porque se pronunciaba lift y no laift, como él creía correcto. <<
[7] A los dieciséis años yo había visto a Bonaparte a las puertas de Moscú. Recuerdo perfectamente que leía ese pasaje de La guerra y la paz la tarde que fuimos yo y mi padre por mi Cédula de Identidad. <<
[8] ¡Son tantas las historias que repiten este detalle! Yo personalmente recordé un cuento de Jorge Castellanos (he olvidado el título) y visualicé esta escena en un portal del Vedado, la pesada puerta de roble, el jardín con los flamencos de yeso pintados en rosado: «¡Dios! ¿Qué pasará que no abren?». <<
[9] Al oírle decir esto pensé que no había ocurrido en realidad y ahora Jorge lo imaginaba. Sólo faltaba que me asegurase que le había recriminado su llanto y dado un ligero empujón como cuando en El destino de un hombre, la conocida noveleta de Mijaíl Sholojov, el protagonista se marcha al frente. <<
[10] He leído que en Rusia existe el término «heroína de Turguenev», mujer dechado de virtudes. En Alamedas sombrías de Iván Bunin, también hallé historias sobre mujeres rusas formidables, beldades eslavas fieles hasta la tumba. <<
[11] Esto de la servidumbre que Jorge menciona lo entendí muy bien tras leer fuego de abalorios de Hesse. Viví un periodo como de seis meses muy preocupado por lograr la paz de la servidumbre hasta que curé súbitamente cuando leí unos versos, muy malos, de Rabindranath Tagore, que terminaban así: «¡Desperté y comprendí que el servicio era alegría!». Yo, que también soñaba, experimenté un brusco despertar. <<
[12] Ver en Tres mujeres de Musil una historia semejante. Un joven somete a su novia a extensos interrogatorios y la humilla. Torres ni imaginar podía cuán de cerca me tocaba esa historia que ya había tipificado gracias al cuento del autor austríaco. <<