XX

 

Ojos que no pueden lanzar más miradas,

arterias vacías que no llevan sangre,

estómagos repletos sedientos de hambre,

huesos quebradizos que sostienen nada.

 

Un corazón que quema dentro del pecho,

un calor infernal que la piel abrasa,

una evaporación que no deja masa,

la necesidad de huir del cuerpo maltrecho.

 

Así me dejaste cuando me dejaste:

cegado, vacío, hambriento y quebradizo,

quemado, abrasado, etéreo e inerte.

 

¿Por qué, si en algún corto instante me amaste,

me martirizas como nadie nunca hizo?

Gran pena tiene el delito de quererte.