XVIII

 

Mi alma está arrinconada en un rincón,

mi cuerpo, en la esquina de enfrente,

en el medio, tú.

 

Mi alma te ama,

pero mi cuerpo te desprecia

por haberlo dejado sin corazón.

 

Mi alma pretende acercarse,

pero la rechazas,

Mi cuerpo intenta alejarse,

pero lo retienes.

Mi vida quiere acabarse,

pero tú la empiezas.

 

Déjame ya.

¿Por qué aún me mantienes así?

Siempre te ha gustado hacerme sufrir.


 

Te ofrecí mi amor,

y te lo llevaste.

Te ofrecí mi alma,

te ofrecí cuerpo,

y los separaste.

Ahora te ofrezco mi muerte.

Por favor,

cógela y vete.