III
Vienen desde muy lejos
a morir a la playa.
A ratos se acercan,
a ratos se alejan,
pero nunca se paran,
pero nunca se quedan.
Me refrescan la vida
con su movimiento,
mojándolo todo,
inundando mi cuerpo.
Dibujan una ausencia
al chocar con las rocas,
quedan sólo las penas,
vuelan miles de gotas.
¿Son las olas del mar,
o tus ojos, quizás?