Fin de semana en casa del General

 

Arreglaron todo para tener libre desde el jueves y poder reunirse en casa del general, donde ya estaba su abuela.

Su hermano y su esposa habían podido también solicitar un par de días libres... aún no se lo creía si no fuera por las fotos que le había enseñado Marta.

Incluso el general comenzaba a asimilarlo…

La Marquesa estaba emocionada y había convencido a su hijo para el sábado por la noche, reunir a sus mejores amigos y hacer una pequeña fiesta para presentar a sus nietos en sociedad.

Esto para Marta estaba resultando demasiado estresante. pero su abuela estaba tan contenta y emocionada que nada podía empañar su alegría.

Para Quique todavía resultaba más incómodo. Aunque era un chico encantador cuando tenía confianza, era más bien de carácter introspectivo y callado. Su parecido con su padre biológico había asombrado a la abuela, y sobre todo a Amelia, que fue la niñera de su padre y al que amaba como si fuera su hijo.

Las fotos y, sobre todo, el análisis genético había disuelto cualquier duda acerca del parentesco de los jóvenes, así que el general estaba encantado y dispuesto a aceptarlos.

Estaba feliz pues sus sobrinos parecían muy buenos chicos. El chico, había estudiado derecho y trabajaba en una Ong como abogado. Y la chica, marketing y estaba en una buena compañía. Eran trabajadores y, además, lo habían pasado fatal, primero perdiendo a su madre, a los 15 y a su padre a los 19. Desde entonces habían trabajado y estudiado a la vez, pues con la pensión de su padre no podían permitirse estudiar una carrera.

Después habían alquilado una de las habitaciones de la gran casa donde vivían a una estudiante francesa, Sophie, de quien Quique se había enamorado. Y se habían casado hace ya cuatro años, con un resultado de un niño precioso de 3 años y otro en camino.

Y luego estaba Marta, una chica con un gran corazón y gran determinación. Que había sacado a su familia adelante cuando falleció su madre, pues su padre- el que les había cuidado- que era guardia civil, se había quedado destrozado.

Ella se había encargado de la casa y de organizar todo sin dejar de estudiar, mientras su padre se recuperaba del dolor de perder a la mujer de su vida.

Parecía ser que él siempre había estado enamorado de Olivia, y que cuando volvieron a España, él la acompañó hasta que su presencia fue indispensable, y como los padres de Olivia finalmente habían fallecido, y se encontraba sola, con dos bebés en camino, aceptó casarse con él.

El crió a los pequeños como si fueran suyos, aunque tenía predilección por la niña, pues era vivaracha, aficionada a los deportes y a la caza, incluso se había quedado campeona de tiro al plato a los 14 años.

Y, aunque no habían pasado demasiadas penurias económicas, tampoco habían tenido mucho dinero nunca. Cosa que iba a cambiar ahora. Ahora ya no necesitarían trabajar más… pensó el general con satisfacción. Se merecían todo y su hermano así lo desearía.

El general se sentó en la mesa de su despacho mirando una foto de su hermano que tenía en un cajón. Cuando le dieron la noticia de que su hermano había fallecido en un accidente de tráfico, casi le da un infarto. Su hermano, al que él adoraba… muerto.

Desde entonces y más cuando perdió a su pequeña Martina de 3 años y medio… por culpa de un defecto en la válvula del corazón, se había negado a sentir afecto más allá de lo que no le hiciese daño. Y le habían puesto el apodo de “hard-core” por algo… no le importaba.

Y ahora… todas sus barreras habían bajado. La joven le había conquistado con su simpatía y amor por su ahijado, Jeff, y el chico… era tan parecido a su hermano en el carácter y el físico que todavía no había podido hablar con él sin que le temblase la voz.

Todos estaban muy afectados, pero poco a poco iban recuperando la normalidad.

 

El general miró por la ventana. Jeff y Marta paseaban por los jardines. Se les veía muy enamorados y más ahora que iban a ser padres. Tendría que hablar con Jeff, no iba a permitir que arriesgase más la vida. Sería algo egoísta por su parte, pero quería que el su pequeño creciese con su padre.

Lo retiraría del servicio. No importa lo que le dijera. En Bruselas le necesitaban como el gran estratega que era y no tendría que ir a más misiones. No ahora, que iba a ser padre.

Jeff cogió una flor que crecía en el jardín y se la dio a Marta. Marta sonrió

- No puedo creer todo lo que ha pasado estos últimos días…

Ella estaba bellísima, sus ojos solo hablaban de lo feliz que era, a pesar del mal trago del juicio.

Pero había sido un juicio rápido con un acuerdo en el que el subdirector iría 18 meses a la cárcel por lo de Marta y otros tantos por diferentes acosos, además de tener una orden de alejamiento. Las pruebas habían sido irrefutables, y al abogado del acusado, no le había quedado otro remedio que aceptar la cárcel.

Había sido muy desagradable pues el subdirector había mirado con odio a Marta y la había insultado, casi hace que Jeff le diera un par de puñetazos que se merecía, pero ella le había parado e impedido hacerlo. Mejor olvidar, le dijo.

Hacía calor para ser finales de septiembre, pensó Marta, mirando a Jeff, que hablaba con su hermano, también disfrutando del jardín de la casa, con muchos árboles y rincones a la sombra donde descansar. Sophie estaba en la casa, dando de merendar al pequeño Henry y él había ido a pensar un rato… a pensar en su vida y en su futuro, igual que ella.

Afortunadamente Jeff y su hermano se llevaban de maravilla, tenían algo en común que les unía mucho y era su amor por ella.

Los hermanos habían hablado largo y tendido sobre su futuro. El general, su tío y su abuela les habían dicho que tenían fondos y casas, y dinero en abundancia y se habían visto sobrepasados…. No sabían qué hacer ante esto.

Ambos se habían criado de lo más normal, aunque vivieran en un pequeño chalet de dos plantas, herencia de los padres de su madre, que gracias a que no tenía muchos gastos habían podido mantener, aunque tuvieran que alquilar una habitación mientas estudiaban y no tenían un trabajo a jornada completa.

Pero eran unos chicos muy sensatos y no querían dar un paso en falso.

Sophie tenía claro que iba a dejar de trabajar porque quería criar a sus hijos. De todas formas, al ser enfermera, estaba de baja por estar embarazada, así que solicitaría una excedencia mientras cuidase a sus pequeños.

Quique no sabía qué haría. Su trabajo en la ong le llenaba, aunque siempre había querido tener una editorial, era su sueño y su primo, que trabajaba con varias para su empresa, le había dicho que era posible, que le ayudaría a ello.

Todavía lo estaba pensando… era un gran paso y él meditaba siempre muy bien todos los pasos a dar. En eso, no se parecía a su padre, al de verdad, que era más atrevido, como su hermana Marta.

Y Marta… no sabía si dejaría de trabajar. Pero al estar embarazada, quizá decidiera cuidarlo personalmente… y estar con su Jeff.

La cena pasó de forma agradable y distendida. El pequeño Henry hizo las delicias de todos, con su media lengua en francés y español.

Finalmente se fueron todos a la cama. Jeff y marta estaban en una preciosa habitación con balcón al jardín.

Estaban agotados y se fueron a la dormir no sin antes hacer el amor de una forma dulce y suave, llena de ternura que casi hizo llorar de emoción a Marta.

Se sentía tan afortunada…

Marta se despertó sobresaltada. Otra vez tenía pesadillas. Le tranquilizó y le habló suavemente, como otras veces. Conseguía calmarle y seguía durmiendo como si nada.

Ella le habló como otras veces. Nunca sabía si él estaba despierto o dormido... porque le contestaba como si nada. Así se enteró de que Jeff estaba enamorado de ella, sonrió.

Esta vez estaba hablando de otra cosa. Estaba preocupado, decía, el joven, decía, lleva el explosivo en el cuerpo.

- No puedo dispararle, es un crío- gritó Jeff con los ojos abiertos

- Jeff, tranquilo, ….dónde estás?- dijo Marta preocupada pues nunca había hablado de nada

- Estoy Faluya no lo ves? Ha salido de la casa y va lleno de explosivos.

- Jeff, estás en casa, no estás allí- ¿comprendes? - dijo Marta mirando los ojos vacíos

- Ya está hecho- dijo Jeff y cerrando los ojos, cayó como desmayado en la cama

Marta se quedó callada, mirando como todavía Jeff parecía estar soñando. Todo lo que le había dicho… estaba dormido cuando lo decía. Probablemente siempre había estado dormido cuando hablaban por la noche.

Ya no pudo pegar ojo en toda la noche.

Y cuando se levantaron, Jeff no recordaba nada, como siempre.

Jeff la besó cuando se despertó y acarició su vientre, sus pechos… cuando llegó a la cara y vio su rostro serio paró en seco.

- ¿Estás bien?- le preguntó preocupado

- Y tu ¿has dormido bien?- le dijo Marta volviéndose hacia el.

- Sí, he dormido bien. Bueno creo que he tenido un sueño, ya sabes, de los míos… pero me encuentro bien- dijo Jeff extrañado.

- Tengo que decirte algo- comenzó Marta.

Y le contó el sueño, lo que habían hablado, con los detalles que le había dicho. Le dijo que otras veces habían hablado, aunque nunca de detalles de misiones.

Jeff empalideció. Alguna vez le habían dicho que hablaba en sueños, pero nunca llevar una conversación.

Una conversación en la que había dado detalles confidenciales, detalles que ella no podía o debía saber.

Tengo que hablar con tu tío, Marta, tenemos que hablar y contarle esto.

Se vistieron rápidamente y bajaron al salón donde parte de la familia estaba desayunando. Ante la seria cara, se retiraron al despacho del general a hablar. Charlie también fue.

Le explicaron lo que había pasado en esa noche y las conversaciones que inocentemente mantenían a veces durante la noche, y de las que Jeff no recordaba al parecer ninguna.

Charlie se quedó muy callado. Estaba dando vueltas a varias cosas. Ellos habían dormido a veces juntos, en la misma habitación, cuando iban de viaje y aunque había oído hablar a Jeff nunca había sido lo suficiente como para llevar una conversación.

Y por otra parte estaba pensando…. Que cuando capturaron a Jeff, todo el mundo supo que había habido una filtración, pero nadie supo de dónde salió.

Se investigó a fondo, y nadie dio con la persona que había filtrado su posición y que le había costado tres meses de confinamiento y torturas, y la muerte de una compañera.

Charlie soltó su teoría

- Es muy grave lo que os voy a decir, pero creo que alguien sacó provecho de esto.

Todos le miraron sorprendidos.

Charlie comenzó a desgranar su teoría.

- Cuando dejaste a Isobel, ella se enfureció muchísimo… y ella dormía contigo, no?

- ¿Qué quieres decir?- dijo Jeff mirándole con desconfianza

- Quiero decir que ella sabía los detalles de la misión seguramente, y que ella estaba despechada contigo por dejarle, por echarla de tu casa y de tu vida. Y que probablemente ella fue la filtración

- ¡No puedes creer eso!- dijo Jeff

- ¿Todavía la defiendes después de todo lo que te hizo? - gritó Charlie

- Por favor, calma- dijo el general- estáis afectando a Marta

Marta estaba encogida, sobrepasada por las nuevas revelaciones.

- No podemos saber nada, no se puede probar nada. -Terció el General. - Pero lo investigaremos.

- Mientras tanto- continuó el general- te pido Marta que no le preguntes nada

- Yo realmente no le pregunté…. Simplemente hablábamos.

Esto es grave, pensó el general. Si realmente fuera cierto que la capitana Isobel Wallace pasó datos a los terroristas que capturaron y torturaron a su exmarido, y asesinaron a sangre fría a su compañera de escuadrón…. se enfrentaría a un consejo de guerra y cárcel para siempre. Así que tenían que asegurarse.

- Id a desayunar, yo me quedo aquí haciendo unas llamadas- dijo el general.

Y los tres volvieron al salón más aliviados pensando que el general se iba a ocupar.

El general recordó a Isobel.

Isobel era una prometedora oficial ambiciosa y preciosa y todos estaban locos por ella... Entonces Jeff tenía 28 años y un futuro estupendo, la carrera terminada y el más joven suboficial, el número uno de la promoción, y por supuesto, ella se fijó en el. Estuvieron tonteando un par de meses, porque en realidad Jeff empezó pronto con las misiones gracias a su habilidad en negociaciones y cuando él cumplió los 29 ya estaban comprometidos.

Posteriormente se enteró que trataba fatal a su equipo incluso se llegó a acostar con uno de ellos que después se fue del equipo por presiones de los otros.  A ellas no las trató mejor, las usaba y las tiraba a su antojo, pero este tonto no se daba cuenta. Porque ellas le eran fieles a él y a su equipo.

Y su hijo, que aunque éste no le había dicho nada, Al, el segundo de Jeff si se lo había contado, se había sacrificado por salvar a su amigo de un matrimonio en el que nadie se había dado cuenta.

Perdió su carrera, casi pierde un ojo… y todo ello por culpa de una mujer.

Debía ser cierto, pero  ¿tanta maldad era posible? El debería investigarlo…

Planificaron una pequeña reunión de amigos el sábado y una fiesta algo mayor pues también coincidía con el cumpleaños de la abuela y quería una fiesta por todo lo alto.

Una fiesta con más de 400 invitados…  que harían en unos días que viene. El general movería los hilos para que la gente más importante y significativa del país estuviera allí. Para que Ella, Isobel, acudiera, pues era como las polillas que acuden a la luz más brillante. Siempre estaba rodeada de personas que significaban algo, que tenían cierto poder.

Isobel era hija bastarda de un oficial americano que finalmente accedió a reconocerla y una bella muchacha polaca que se quedó embarazada sin querer y crió a su hija en un pueblo pequeño, ganándose la vida como podía, a veces limpiando, a veces prostituyéndose…. Cuando Isobel tuvo 16 años, le contó quien era su verdadero padre y ella fue a buscarlo. Y a vivir con él. El oficial americano estaba casado, pero no había tenido más hijos así que él y su esposa aceptaron a la niña con gran cariño. Cuando Iobel tenía 18 ambos fallecieron en un accidente y ella trajo a su madre de Polonia.

Y comenzó su brillante carrera en las Fuerzas armadas españolas.

Incluso la muerte de sus padres, al general le pareció digno de investigar.

Llamó a Juan Francisco, policía de la interpol y gran amigo suyo, que seguro que podría investigar discretamente el pasado y los movimientos de Isobel.

Mientras tanto, disfrutaría de la familia.

Todos habían acabado de desayunar y estaban en el jardín disfrutando de la cálida y suave mañana de septiembre.

El general no permitiría que nada ni nadie estropease su nueva familia recuperada.