Las Clases de Baile
- No realmente no me importa, Guzmán, -dijo Marta- aunque tengo mis dudas… de cómo será el hombre, ¿qué le pasa exactamente? ¿tiene algún trastorno?
- No, preciosa, es un chico que lo ha pasado mal, me ha dicho mi amiga la psicóloga. Es joven, pero está algo deprimido. No sé más, solo que es americano, creo que es militar…y no habla español. Por eso te he llamado, bombón.
- Eres un adulador. Pero bien, no me importa y el dinero no me irá mal. ¿Cuándo empezamos?
- Mañana, dijo besándola en el hombro. Y se besaron de nuevo
El sábado llegó y eran las 6 en punto cuando llegó Jeff a la sala de baile. Quería pasar este trámite absurdo de una vez. Cada paso que se acercaba veía más ridícula la terapia. Esperaba que al menos estuvieran solos. Y que su pareja fuera de lo más normal. No quería distracciones. Solo cumplir el expediente.
Bajó las escaleras que conducían a la clase de baile. Allí había un chico moreno, colombiano, no muy alto, pero hasta Jeff reconocía su sensualidad. Tomaba de la cintura a una preciosa rubia llena de curvas. Al oírle entrar, se apartó. Y ella se volvió, hacia él, y cuando vio lo bonita que era, se arrepintió de no haberse arreglado un poco más, no haberse lavado el pelo. Querría haber dado la vuelta.
La impresión que le causó a Marta, fue ver un chico bastante alto y delgado, con el pelo algo desaliñado, barba crecida. Pero de hombros anchos y andar ligero. Llevaba una camisa de cuadros ancha, y pantalones sueltos, como si realmente todo se le hubiera quedado grande. Se había quitado la cazadora que llevaba, porque hoy estaba haciendo frío, aunque octubre había sido templado hasta ahora.
La miraba con asombro. Tal vez se esperaba a alguien más alta, más delgada, quizá con el aspecto de una bailarina. Pero ella nunca podría ser así. Y realmente tampoco le importaba mucho.
Él se acercó, saludó, en inglés. Prefería hablar en inglés para guardar las distancias, y así no tener que hablar demasiado. Y pasar este trago cuanto antes. Si aguantaba un mes yendo a clase, probablemente demostraría que estaba bien y podría incorporarse cuanto antes al trabajo.
Guzmán en su justito inglés le dio la bienvenida, y ella, comenzó a hablarle en inglés tranquilamente. Le había salido el tiro por la culata. En realidad, ella le agradaba más de lo que había pensado. Era dulce y parecía muy sensata.
Guzmán les puso la música y se fue.
No cuidaba bien de su novia pensó Jeff. Porque estaba claro que estaban juntos. Eso le fastidió bastante, de repente pensó que ella no tenía que estar con él.
Comenzaron a bailar, repasando los pasos básicos que él fue recordando poco a poco. Ella se movía con mucha gracia, y no tenía problemas en repetir y repasar cuantas veces fuera necesario, acercarse a él y bailar, sonriéndole dulcemente. Y el casi sonrió cuando ella le comentó que llevaba el pelo más largo que ella. Marta se dio cuenta que a punto estuvo de sonreír. Y le miró a los ojos. Y le gustó lo que vio.
No parecía un hombre deprimido, más bien, le daba la sensación que había sufrido mucho. Pero no le iba a preguntar nada. Solo hablaría lo justo. Ella se acordaba cuando murió su madre, no tenía ganas de hablar con nadie. Y que nadie le hablase. Respetaría eso.
A las siete menos diez comenzaron a llegar los alumnos de la siguiente clase, una clase de grupo. Jeff comenzó a sentirse incómodo y dejaron de bailar. Ella saludó a los compañeros y de repente se dio cuenta que él se había ido.
Esperaba de verdad, que volviera la semana siguiente.