ENCONTRÉ EL POEMA
que anduve buscando;
es como tu rostro que lava su imagen en un aguacero.
En la lluvia va tu nombre arrastrando al mío
y mi voz tropieza en un grito que lo engulle ciego.
Lo encontré en la muerte que está en los dos,
en el agua que nos lleva a todas partes
y en las piedras que nos surcan la herida.
Luego me pregunto en qué lugar de esta corriente
alcanzará fin nuestro efímero eco,
si la corriente es uno mismo que se arroja ya sin vida,
leve, en el corazón seco de la hojas.
Pero el agua no responde
y el poema se vuelve a perder, oscuro,
como un sueño asediado por amargos peces.
A Tania María