Capítulo 4

Un día, antes de que terminara el verano, Natascia me dijo:

—Estoy embarazada. Si tengo que suicidarme, debo darme prisa y conseguir esa cápsula de cianuro, pero parece ser que el veneno para ratas también funciona.

—¡Natascia! ¡Pero si es estupendo! Tu novio te quiere y no te traiciona y se pondrá contento con lo del niño.

—Ésos son puros cuentos. Mejor un suicidio preventivo. Morir y ya está, basta de movimiento, de resistencia, de control de las situaciones, de miedo a los adioses. Que todo siga como tenga que seguir, total, yo no estaré.

—¿Y el niño?

—Mejor para él si no nace. Sería mejor para todos si no hubiésemos nacido.

—Pero la vida también está llena de cosas bonitas, ¿o no? Si estás embarazada, quiere decir que has hecho el amor con tu novio. ¿No es maravilloso hacer el amor?

—¡Ya, el amor! Relaciones sexuales sí, muchas. En el coche, porque no tenemos adónde ir y ya sabes que no quiero que suba a tu casa. Él está loco por mí. Tú nunca has visto la ropa que me pongo cuando salgo con él.

—¿Qué ropa te pones?

—Si no te has fijado, dejémoslo estar.

—¿Qué tal se te da el sexo, eres muy buena?

—Siempre tengo ganas. En cuanto me toca me humedezco. Él dice que soy una máquina de guerra del sexo.

—¡Una máquina de guerra del sexo! Entonces no tienes nada que temer. Nunca te dirá adiós. Y se alegrará por lo del niño.

—Yo, al menos en mi maldita familia, quería hacer las cosas como es debido, rescatar a mi abuela, a mi madre, salir de esta maldición de hacer las cosas al revés de como deben hacerse.

—¿Y qué es eso de hacer las cosas como es debido?

—Pues hacerlas en el momento adecuado. Por ejemplo, primero te casas y después tienes hijos.

—Giovannino y Johnson júnior están a punto de regresar. Johnson júnior tiene que recoger sus cosas. Hablaremos con él, él sabrá qué es lo mejor, ya lo verás. Lo sabe siempre, aunque digas que lo que hizo él con Giovannino es contrario a la naturaleza. La contraria a la naturaleza eres tú, que te quieres morir estando embarazada.

Telefoneé a Johnson júnior y le pedí que viniera enseguida, sin esperar al final del verano, porque él era el único que podía hablar con Natascia y convencerla de que no se suicidara, y a lo mejor también podía hablar con el novio, en caso de que no quisiera al niño, y convencerlo de lo bonito que es tener hijos con quien se ama, porque hay casos en que no es posible. Pero, sobre todo, hablar con Annina, sin que le dé un ataque al corazón antes de que la operen.